¡Hola peregrin@s! Ya estamos de nuevo en Madrid. Una vez más hemos superado la prueba del Camino de este año. Esta tarde de sábado hemos regresado de Galicia y ya solo nos faltan las etapas del año que viene para llegar a Santiago. La etapa de ayer, la última del CS2010, ha sido bastante dura: tres horas de lluvia para empezar, un largo recorrido de 30 km completamente rompepiernas, calor para acabar la etapa... Pero al final lo hemos conseguido, que eso era lo importante. Y qué paisajes más verdes hemos visto, y eso a pesar de la lluvia y niebla de las primeras horas. Bueno, pues así comienza el relato de esta última etapa de un viernes 24 de septiembre...
Poco antes de las nueve de la mañana, tras el desayuno reglamentario en el propio hostal, abandonamos nuestro alojamiento de Piedrafita. Llueve y el día está oscuro... ¡Qué horror! Hoy toca ponerse los ponchos. Laura, que no anda hoy, nos acerca con el coche a O Cebreiro, el lugar donde concluyó la etapa anterior. En esta ocasión el coche de apoyo irá más pendiente de nosotros y está previsto que nos encontremos a lo largo del día varias veces. Además, como hoy hay muchos pueblos intermedios, probablemente Olga se anime a acompañarnos durante algunos kilómetros. A las nueve y media empezamos a andar desde O Cebreiro, y no estamos solos: en estos primeros kilómetros vemos a numerosos peregrinos que andan junto a nosotros.
Alto de San Roque y Liñares
Siguiendo por un camino de tierra que se pierde por en medio del monte, entre pinos, llegamos al pequeño pueblo de Liñares al cabo de una hora. La lluvia arrecia y estamos literalmente empapados, así que nos detenemos en un bar que también hace las veces de tienda de ultramarinos. Nos tomamos unos cafés mientras nos secamos un poco. Aprovechamos para estampar en nuestra credencial un simpático sello con la figura del pelegrín. Un kilómetro más adelante, tras ascender por una pista protegida de abedules, llegamos al Alto de San Roque que está casi cubierto por la niebla.
El Alto de San Roque tiene un monumento al peregrino consistente en una estatua de bronce que representa a un peregrino luchando contra el viento. La niebla existente en el lugar apenas si nos deja ver más allá de unos pocos metros y eso que son las once de la mañana, pero hoy el sol parece que está de vacaciones. Encontramos a unos peregrinos que iban en bici y que son los que nos hicieron la foto que veis más arriba.
Desde el Alto de San Roque una senda paralela a la carretera nos lleva a la siguiente parada de hoy: el pueblo de Hospital de la Condesa, adonde llegamos a las once y media de la mañana. Aquí nos detenemos en su iglesia para sellar las credenciales y de paso, para no mojarnos tanto. Está claro que las gentes de este pueblo se dedican a la cría del ganado vacuno, porque el suelo está sembrado de ñordas de vaca por todas partes lo que, unido a la lluvia y al barro, dejan el suelo tapizado por una característica alfombra superdeslizante...
Saliendo de Hospital de la Condesa una pequeña senda nos conduce por el monte hasta otra aldea aún más pequeña: Padornelo, con otra iglesia. Y desde aquí, una corta pero durísima rampa nos lleva a la cima del Alto do Poio, la última dificultad montañosa del Camino por este año. En este Alto, también dominado por la niebla (apenas se veía la cruz que lo preside), hay un par de bares y en uno de ellos nos tomamos un pequeño refrigerio. Aquí contactamos telefónicamente con el coche de apoyo quedando en encontrarnos con nuestras peregrinas y con el peque en el pueblo siguiente.
Poco a poco parece que el día quiere abrir. Prácticamente, ya ha dejado de llover. En el pueblo siguiente, Fonfría, nuestras acompañantes del coche de apoyo ya nos esperan en el albergue de peregrinos. Descendiendo por la senda anterior, llegamos al albergue de Fonfría a la una de la tarde. Conforme vamos entrando en el albergue, los peregrinos vamos sintiendo el aliento de quienes están dentro, como animándonos por haber llegado hasta aquí en un día como el de hoy.
Aprovechamos nuestro paso por este albergue para sellar de nuevo nuestra credencial. Además nos percatamos de lo bonito del lugar: tanto el propio albergue, en forma de palloza y con una decoración rústica muy bien cuidada, como los alrededores ahora que el día se va aclarando. Nos comemos unos bocatas, el niño también aprovecha para tomarse su ración de biberón y Olga se prepara para hacer con nosotros el tramo siguiente: 2,2 km hasta el cercano pueblo de Viduedo.
A las dos de la tarde reanudamos la marcha, con Olga, hacia Viduedo. A la salida de Fonfría una señora nos prepara un par de filloas. Como Juanma y Toñín iban más adelantados, Olga y yo tuvimos que apurar un poco el ritmo para acercarles una filloa. La otra me la comí por el camino. ¡Y bien rica que estaba! El recorrido hasta Viduedo es un descenso por una senda muy agradable que discurre entre verdes prados salpicados de vacas. Casi sin darnos cuenta, a las dos y media, ya estábamos en Viduedo donde el coche de apoyo recogería a Olga y se iría ya para Samos.
A partir de Viduedo se inicia un pronunciado descenso de más de 6 km hasta Triacastela. Se cruzan pequeñas aldeas, las vistas a los cercanos montes de Caldeirón y Oribio son impresionantes porque el día ya se ha quedado compleamente claro, y los kilómetros empiezan a pesar en nuestras piernas: los de hoy (más de 20 hasta Triacastela) y los de toda la semana. En una de las pequeñas aldeas que atravesamos hicimos una pequeña parada para tomarnos el café de la sobremesa en un bar a eso de las tres y media de la tarde.
Por fin, casi a las cuatro y media de la tarde, y ya bastante machacados, entramos en Tricastela, el pueblo más grande de la etapa de hoy, con mil habitantes. Lo que son las cosas, empezamos con lluvia y algo de frío y ahora el día estaba soleado e, incluso, con algo de calor. En una zona de terrazas del pueblo nos tomamos nuevamente un refrigerio, el último antes del fin de etapa.
Triacastela tiene una bonita iglesia dedicada a Santiago, en la que destaca especialmente su torre; en esta iglesia aprovechamos para estampar un nuevo sello en nuestras credenciales. Los días que no andaba Laura (como hoy) era Toñín quien llevaba su credencial para que se la sellaran. Solamente en un sitio, en Hospital de la Condesa, nos pusieron alguna objeción, aunque al final se la sellaron también. Por cierto, que de Triacastela surgen dos opciones de itinerario para seguir el Camino: nosotros elegimos el recorrido que pasa por Samos. La alternativa es ir a San Xil evitando Samos.
De Triacastela hay más de 9 km a Samos que transcurren por paisajes verdísimos, en medio del bosque, cruzando riachuelos... Lástima que ya estuviéramos bastante hechos polvo tras esta dura etapa como para disfrutar por completo de estos paisajes. Se sigue casi todo el tiempo el curso del río Oribio, cruzando algún pequeño puente y pasando cerca de molinos de agua. Se atraviesan pequeñas aldeas, como Sancristobo y Renche y, por fin, a las siete y media de la tarde entramos en Samos.
Espectacular, sobrecogedor, impresionante... Estos son los mejores calificativos para definir el Monasterio de Samos, alrededor del cual se levanta la pequeña villa de Samos. Prácticamente el Camino te hace contornear todo el Monasterio, con sus huertos y árboles. Muchos son de membrillos, que ya hemos visto más veces en el CS2010. Finalmente, en el lado contrario por donde entramos, justo frente al Monasterio, vemos nuestro coqueto hostal, donde nos esperan dos habitaciones triples. Asomada a una ventana de su habitación está Laura fotografiando el momento de nuestra llegada.
En el albergue de peregrinos de Samos sellamos las credenciales. Después nos vamos para nuestras habitaciones. La triple de las chicas es grande, espaciosa y luminosa, hace esquina y tiene en frente el Monasterio y debajo el río Sarria, que pasa junto al hostal. La habitación de los chicos es bastante reducida y entrar o salir del servicio supone una pequeña odisea. Y qué os voy a contar de la ventilación... Al menos hoy ya no hay que mover los coches, cosa que se agradece, de modo que pudimos tumbarnos un ratito para descansar.
A las nueve y media, en un ambiente muy festivo, cenamos toda la expedición en la propia cafetería del hotel para después darnos un pequeño paseo nocturno por los alrededores de esta maravilla de monasterio. Si de día impresiona... de noche... ¡hay que verlo! ¡Precioso! A las once y media se recogen las mujeres y el peque, pero los tres peregrinos de hoy nos quedamos en el propio hotel homenajeándonos con unos exultantes pelotazos de despedida. No era para menos tras la etapa de hoy y tras concluir de forma satisfactoria la semana.
El sábado, con algo de nostalgia, toca regresar a Madrid. Pero, ya que estamos aquí, queremos aprovechar para visitar el Monasterio: nos quedamos con las ganas de que habilitasen el turno de visitas, ya que no terminaba de llegar un grupo al que estaban esperando los monjes. Así que, para no demorar más nuestra vuelta, hemos aplazado esta visita para el CS2011 que se iniciará en Samos. Además, aprovechando que para la vuelta a Madrid se pasaba por muchos lugares del CS2010, decidimos parar en el hotel rural de El Paraíso del Bierzo, que visitamos en la etapa con final en O Cebreiro, para comer allí. El sitio: de lo más bucólico que os podáis imaginar, rodeados de terneritos, prados verdes, riachuelos, montañas... Y a las cuatro de la tarde, de vuelta hacia la gran ciudad.
Y hasta aquí lo que ha sido el relato del CS2010. El año que viene, el CS2011 llega a Santiago de Compostela. Nos quedan 125 km. Aún no sabemos quiénes iremos pero casi seguro que regresaremos a las fechas habituales de abril-mayo. ¿Y después? Bueno, eso... eso os lo contaremos en su día. ¡Buen Camino!
Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Samuel Barber — BSO 'Platoon': "Adagio para cuerdas")
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¡Ya estamos en Galicia!
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1 comentario:
Emocionante esta ultima etapa. A lo largo de la misma pasamos mucho frío al principio y calor después. Y como no el final se hizo largo, pesado y para Antonio con algo de sufrimiento.
Seguimos fieles a nuestro lema ¡¡ NO HAY DOLOR !!!.
Ya estoy pensando en el CS2011.
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