¡Hola peregrin@s! Os volvemos a escribir desde La alberguería del Camino, nuestro precioso alojamiento con encanto de hoy, en la villa medieval de Mansilla de las Mulas, adonde hemos llegado esta tarde justo a la hora de comer. Hace un rato os dejamos un pequeño mensaje en el blog y ahora me toca hacer la descripción más amplia de lo que ha sido esta etapa absolutamente llana de 19 km.
Como recordaréis, ayer rompí sin querer los prismáticos de la dueña de nuestro hotel en El Burgo Ranero. Como era tarde, no le dije nada. Le he estado dando vueltas al tema esta noche y finalmente decidí que lo mejor es dar la cara y apechugar con lo que toque. Así que, tras levantarnos a la hora habitual y desayunar en el hostal, cojo lo que queda de los prismáticos y se los enseño a la dueña, que estaba junto a su marido atendiendo la barra de la cafetería. ¿Os imagináis su reacción? Pues más o menos me dijo esto, con voz tierna: No pasa nada, no tiene ninguna importancia... Pobrecito, y seguro que eres capaz de no haber pasado buena noche por esta tontería. Por si fuera poco, su marido, que estaba al lado, saca unos prismáticos (iguales a los rotos) de un cajón, y me dice: Pero si, además, tenemos más. ¡No valen nada!
La verdad es que sentí un alivio tremendo y me cambió por completo la cara. Ahora sí estaba dispuesto a afrontar la etapa de hoy. Nos despedimos Los 4 peregrinos de Teófilo y Julita en la puerta de su hostal e iniciamos la marcha de la etapa de hoy.
Otra etapa casi sin referencias
El Camino discurre por pistas asfaltadas muy próximas a la carretera y el paisaje es bastante monótono, únicamente animado por la presencia de árboles y de alguna que otra zona de descanso. Este año notamos menos peregrinos que otras veces y muchos de ellos van en bici. La verdad es que el Camino por estos lares se presta a ello, porque es muy llano y casi se confunde con la carretera.
La única manera de matar el tiempo es entretenerse con cualquier cosa, ya sea el divisar algún pájaro raro o el ver quién pica con lo de la rima del cinco, etc.
El caso es que así las cosas prácticamente no pasó nada más que recorrer llanura y más llanura hasta que a la una de la tarde, más o menos, llegamos a Reliegos, única escala de hoy. Es el típico pueblo perdido al que parece que nunca terminas de llegar. En uno de sus bares, aprovechamos la ocasión para avituallarnos un poco. Este tramo sin pueblos se nos hizo algo pesado: era el tramo más largo de cuantos nos quedaban, al menos por este año.
Desde Reliegos ya se divisa, al final de una larga recta, el pueblo de Mansilla de las Mulas y eso nos animó, sobre todo a Laura, para tirar del grupo casi a ritmo marcial. En poco más de una hora, antes de las tres de la tarde, ya estábamos entrando en Mansilla.
Llegada a nuestro hotel "con encanto"

De visita por la ciudad

Y mañana, León
Pues así ha transcurrido la etapa de hoy. Las incomodidades del Camino se olvidaron rápidamente con la llegada a esta hermosa villa y a este encantador hotel. Mañana llegamos a la capital de la provincia, León, donde nos espera otra etapa corta (20 km) y una de las poquitas cuestas destacables que tendremos este año. Y, por supuesto, el Barrio Húmedo de León... ¿Por qué le llamarán así? Hummm... ¡Buen Camino!
Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Era "Ameno")
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Crónica desde Mansilla de las Mulas
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