¡Hola peregrin@s! Acabamos de regresar de la cena y de tomarnos, después, unos suculentos pelotazos de bienvenida en un pub de la Plaza Mayor de Carrión. Sí, hoy hemos completado nuestra primera etapa del CS2009, Frómista-Carrión, con 19 kilómetros absolutamente llanos. Hemos tenido mucho viento y frío por la mañana, frío y sol por la tarde, lluvia después y ahora, por la noche, no llueve pero hace una "rasca" de mucho cuidado ahí afuera. Esta primera etapa ha discurrido así...
Tras una noche apacible y, desde luego, con menos ronquidos de los previstos (este Juanma hoy me ha decepcionado), nos hemos levantado algo antes de las 8 de la mañana más por casualidad que por otra cosa. La alarma de mi reloj no ha funcionado, a las 8 el reloj marcaba la 1, y el reloj de Juanma estaba parado. ¡Qué desastre! ¿Será este un caso de poltergeist? Hemos tenido que guiarnos por la hora del teléfono móvil. Desde la ventana se veía una preciosa imagen de la iglesia de San Martín coronada por una cigüeña que "pasaba" del frío reinante.
Tras estrenar los mejunjes de los pies, a las 8:30 h estábamos Los 4 peregrinos en la cafetería de nuestro hotel para desayunarnos unas tostaditas con café y zumos y, a eso de las 9 h, iniciamos la marcha, no sin antes pasar por un comercio para aprovisionarnos con unas botellitas de agua mineral. Yo aún llevaba la "media calabaza" que sobrevivió a la caída del año pasado en Burgos. Toñín estrenaba la calabaza que se compró aquí mismo el año pasado y que después... jajaja... bueno, si seguís leyendo veréis cómo acabó la nueva calabaza de Toñín tan solo unos kilómetros más adelante... juajuajuas...
El Camino sale de Frómista pegado a la carretera, por su arcén. Los primeros kilómetros de la etapa de hoy transcurren con un cielo completamente encapotado y un ambiente absolutamente gélido, intensificado aún más si cabe por un viento molestísimo helador que se te metía por todos lados. Yo llevaba las orejas casi cristalizadas. La sensación térmica en estos momentos estaba por debajo de los cero grados... Vimos muy poquitos peregrinos por el Camino y transitaban con dificultad intentando protegerse del viento.
Justo a la entrada del primer pueblo del día, Población de Campos, a 4 km de Frómista, vemos a la izquierda una ermita dedicada a San Miguel, mi santo protector. Así que, ni cortos ni perezosos, nos acercamos a ella, puesto que el entorno parece bonito. Intentamos sacarnos una foto los cuatro, con la cámara en modo automático, pero hay un molesto contraluz y no termina de salir la foto. Al final, fue el enterrador del pueblo, que salió del cementerio situado frente a la ermita, quien nos tuvo que hacer la dichosa foto...
Entramos en Población de Campos con intención de insertar nuestro primer sello de 2009 en la cartilla del peregrino y, de paso, a ver si nos podíamos tomar algo calentito en algún sitio. Enseguida divisamos el albergue Amanecer en Campos, recién inaugurado, donde nos recibió su dueña con un oportunísimo té calentito. El sitio es encantador, tiene un amplio jardín donde el padre de nuestra anfitriona (fallecido sólo un mes antes) había construido réplicas de varios monumentos de la zona, como la propia iglesia de San Martín de Frómista o las esclusas del Canal de Castilla. Un verdadero artista.
El albergue es completamente nuevo y la dueña nos dijo que iban a crear próximamente una página web. Aprovechamos nuestra visita para plantar nuestro primer sello de 2009 en la cartilla. Justo cuando nos íbamos a marchar, a Toñín se le cayó el bordón al suelo y la calabaza, que estaba atada a él, se desintegró... jajajaja... Segunda calabaza destrozada a lo largo del Camino (me gana 2-1). Y esta apenas si aguantó solamente 4 km... Tras despedirnos de nuestra anfitriona, reanudamos la marcha a las 11 h.
El té nos dio nuevas fuerzas porque los diez kilómetros siguientes los hicimos casi sin enterarnos. El frío continuaba pero el viento ya no era tan molesto como al principio. Apenas a 4 kilómetros del anterior, surgía un nuevo pueblo: Revenga de Campos. En él había una simpática imagen de un peregrino y una bonita iglesia dedicada a San Lorenzo.
El Camino era una recta monótona y continua en la que cada próximo pueblo se iba divisando en el horizonte. Para animar un poco la cosa seguíamos bromeando con el famoso "cinco" y el "por ahí te la hinco". La verdad es que yo caía una y otra vez en la trampa que me tendían estos desgrac... siempre que miraba el reloj eran "y cinco" o "menos cinco"... Si hablábamos de a qué hora llegaríamos, siempre aparecía la fatídica hora de las cinco...
Así de "estresado" discurría el día hasta que, algo después de la una de la tarde, llegamos a Villalcázar de Sirga, última escala antes del final de etapa (a 6 km de Carrión). De este pueblo destaca claramente su espectacular iglesia templaria: si es una maravilla vista desde fuera, casi más lo es por dentro pues tiene un retablo bellísimo y un imponente sepulcro del Infante Don Felipe. Aquí pusimos nuestro segundo sello del día en la cartilla. El pueblo se veía animado con la presencia de un par de autobuses de turistas.
Salimos de la iglesia pasadas la una y media de la tarde, así que nos pusimos a buscar sitios para comer. Sabíamos de un par de restaurantes de aspecto medieval, pero los precios no eran precisamente medievales... lástima, porque tenían una pinta fenomenal. Al final nos decidimos por comer un menú del peregrino en un sitio típico de la zona y desde luego no nos arrepentimos de ello. La empleada era muy simpática, comimos como jabatos y hasta hubo hueco para unas cremitas de orujo como colofón.
Hacia las tres y cuarto de la tarde reanudamos el Camino (la recta) de hora y media hasta Carrión de los Condes. El Camino en este tramo: más de lo mismo, solo que ahora el sol calentaba algo más y esta parte del recorrido nos resultó bastante agradable. La etapa de hoy no se nos ha hecho dura más que por el viento y frío de la primera hora.
Al llegar a Carrión nos costó un poquito encontrar nuestro hotel. Dimos varias vueltas hasta que conseguimos que nos sellasen la cartilla en uno los albergues de la villa regentado por monjas. Cuando le dijimos a la señora que nos lo selló (no sé si era monja, pero lo aparentaba aunque no llevaba la correspondiente indumentaria), no pareció hacerle mucha gracia saber que nos alojábamos en un hotel y quería que nos quedásemos allí mismo (yo creo que nos quería tener rezando rosarios toda la noche...).
Al fin dimos con el hotel, muy céntrico, que no está atendido por la noche, de modo que tuvimos que abonar las habitaciones a la llegada. Coincidimos con un grupo de franceses, muy ruidosos, que nos encontraríamos varias veces a lo largo de la tarde. En el pueblo debe de celebrarse alguna feria agraria porque hay mucha maquinaria agrícola por la calle. También nos percatamos de la existencia de una carpa con venta y degustación de productos típicos a la que, sin duda, rendiríamos una merecida visita más tarde. Ya en el hotel, el cielo encapotado descargó un chaparrón bestial que no nos pilló de puro milagro. Duchas, siestecitas y, a las ocho, paseo y cena.
Los carros de Carrión
Alrededor de las ocho de la tarde salimos a dar una vuelta por el pueblo. El primer destino, la carpa de productos típicos. Tras degustar quesos, chorizos, jamones, tartas de varios tipos, empanadas, empanadillas, y alguna que otra cosa que ya no recuerdo, compramos algunas raciones de empanada para la etapa de mañana, de la que os hablaré más adelante.
Luego nos acercamos a visitar la Plaza Mayor, con abundante presencia de carros: no sé si siempre están ahí o es por la feria agrícola. Me coloqué delante de uno de ellos para hacerme una foto como si estuviera tirando de él, y un transeúnte que pasaba por ahí, me explicó, entre risas, dónde suele colocarse el borrico para tirar del carro. Nos reímos los dos un rato (aunque por dentro reconozco que me entraron ganas de colgarle por los h...). En una tienda próxima, Toñín y yo compramos nuevas calabazas (la tercera en su caso y la segunda en el mío). Junto a la Plaza Mayor está la preciosa iglesia de Santiago, con una fachada que representa el Pantocrátor con los Apóstoles.
A las 9 nos acercamos a una taberna a tomarnos unas cervezas, ver al Dépor en la tele y cenar, al lado de los franceses que compartían hotel con nosotros. Nuevamente cayó otra cremita de orujo para culminar la cena y desde la Alta Administración del Fondo de Los 4 peregrinos (o sea, Laura) se nos advirtió a Toñín y a mí (entre carcajadas de Juanma) que la próxima cremita de orujo la íbamos a sufragar nosotros de nuestro bolsillito, que el Fondo no está para estos dispendios... ¡Me cachis!
La jornada concluyó en un pub cercano donde nos relajamos con unos cuantos pelotazos, sufragados, esta vez sin protestas, por el Fondo.
Mañana, la etapa de los "17"
Y así hemos llegado hasta aquí. Acaba el día y mañana nos espera una etapa curiosa: 23 kilómetros llanos con un único pueblo intermedio... ¡a 17 kilómetros de la salida! O sea, en los 17 primeros kilómetros no veremos otra cosa más que campo y cigüeñas. Ya os contaré.
Además, mañana tenemos como novedad que dormiremos por primera vez en un albergue de peregrinos. Veremos cómo se nos da y qué tal tiempo hace, porque la predicción sigue señalando frío y agua. Mañana os lo cuento. ¡Buen Camino!
Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Enya "Aldebaran")
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