domingo, 26 de abril de 2009

CS2009 — Etapa 2 (Camino de Ledigos)




¡Hola peregrin@s! Hace una hora os hemos dejado un mensaje en el blog in situ sobre el desarrollo de estos primeros días. Ahora, más relajadito en esta gélida habitación del albergue de El Palomar (será la primera vez que pernoctemos en un albergue de peregrinos desde que comenzamos el Camino hace dos años) os voy a contar la poquita historia que ha tenido la etapa de hoy. Kilómetros y kilómetros de nada... Ese es el mejor resumen que se puede hacer. En fin, el día ha transcurrido más o menos así...


Desayuno y salida de Carrión

Hoy el día ha amanecido casi sin nubes pero con una temperatura muy baja, parecida a la de ayer. Esta noche mi reloj se ha apagado definitivamente: me he quedado sin pila y tendré que utilizar el reloj del móvil. A las 8:30 horas ya estábamos abajo, en el portal de nuestro hotel de Carrión, aseados y mejunjeados para afrontar los 23 kilómetros absolutamente llanos de la etapa de hoy.

Decidimos desayunar nuestras habituales tostadas con café y zumo en una cafetería próxima, y reanudamos la marcha. Son las nueve y media de la mañana. La salida de Carrión es un poco confusa ya que no está demasiado bien indicada. Finalmente abandonamos la población cruzando un viejo puente de piedra sobre el río que da nombre a la ciudad.


San Zoilo y la calzada romana

Nada más cruzar el río divisamos el imponente monasterio de San Zoilo, uno de los lugares más emblemáticos de Carrión de los Condes. Parece cerrado y como ya llevamos cierto retraso (y eso que no hemos hecho más que empezar la etapa), no nos detenemos demasiado.

Junto al monasterio hay un tramo casi intacto de una vieja calzada romana, pero el Camino discurre por la carretera, que va paralelo a la calzada. En un principio continuamos por lo que es el Camino, pasando un poco de la calzada romana. Una viejecilla que estaba paseando por ahí, nos dice que un buen peregrino debe experimentar la sensación de caminar sobre una calzada romana de modo que, para contentar a la señora, damos media vuelta para volver a recorrer esos 100 metros de calzada romana. Decidimos, además, aprovechar la ocasión para filmar el momento de nuestro tránsito sobre la calzada, de modo que yo me separo del grupo con la cámara de vídeo de Juanma para colocarla "en modo de grabación" sobre la calzada y que nos grabe cuando pasemos.

Mientras estaba ajustando el encuadre, se me acerca de nuevo la señora insistiéndome en que tenemos que andar sobre la calzada. Pero señora, que ahora pasamos, que simplemente estoy preparando la cámara para que nos grabe al pasar, le expliqué con cierta resignación. La viejecilla se alejó de nosotros pero de reojo nos observó y yo creo que no se marchó tranquila hasta que pudo confirmar nuestro paso. ¡Qué pesada! Por cierto que, por encima, la dichosa escenita hubo que filmarla dos veces porque se acabó la batería de la cámara justo cuando pasábamos por primera vez. Vamos, que al final, entre andar y desandar, casi hicimos un kilómetro extra...

Bajo estas líneas podéis ver el fragmento de la grabación de nuestro tránsito por la calzada de Carrión:



La inacabable vía aquitana

Dejamos el monasterio, comentando la anécdota anterior de la calzada, y empezamos ya a andar los 17 kilómetros seguidos, completamente llanos, hasta el primer –y único– pueblo intermedio de hoy. Al principio, el Camino discurre por la cuneta de una carretera comarcal muy poco transitada para, a los 5 kilómetros, iniciar una interminable senda pedregosa que coincide con la antigua ruta medieval: es la llamada vía aquitana.

El día está claro y muy frío, cada vez con más nubes, pero sin que se vislumbre, de momento, posibilidad inmediata de lluvia. En el horizonte, mirando hacia el norte, se ven las cimas nevadas de la Cordillera Cantábrica. La completa monotonía de este tramo del Camino solamente se ve rota por la presencia de algún chopo o encina a lo lejos o por el sonido del canto de algún curioso pájaro a nuestro alrededor. Seguimos viendo pocos peregrinos, entre ellos una pareja de mujeres alemanas con las que nos cruzamos alguna vez en el día de ayer (parecen madre e hija).

En medio de la nada, se anuncia la presencia de un bar. Se trata de un pequeño chiringuito improvisado con una autocaravana aparcada en un recodo del Camino. Es mediodía y aprovechamos la ocasión para tomarnos algún refresco y para comernos la empanada que compramos ayer en la feria de Carrión. Fueron veinte minutos absolutamente relajantes.

Tras el parón anterior, otras dos horitas más de kilómetros, piedras, frío y fatiga hasta que...


¡Por fin un pueblo!

Casi a las dos de la tarde llegamos al pequeño pueblo de Calzadilla de la Cueza, único pueblo intermedio de hoy. Nos tomamos alguna ración en el bar y, Toñín y yo, bebemos desenfrenadamente, medio deshidratados como estábamos, con otra cremita de orujo como colofón... Por si fuera poco, el camarero que nos hizo la cuenta nos incluyó en el tíquet ¡¡12 nesteas!!, cuando no bebimos ni la mitad... En esta ocasión, el Fondo de los 4 peregrinos fue implacable, y Laura nos hizo añadir, a Toñín y a mí, un suplemento en el Fondo "porque bebéis como camellos..." (¡qué injusticia!). Tras esta sanción pecuniaria, sellamos nuestras credenciales de peregrino en el cercano albergue del pueblo y reanudamos la marcha.

Desde Calzadilla al final de etapa, hora y media más de camino, con menos piedras pero con una permanente amenaza de lluvia (que no cuajó), porque en algún momento el cielo estaba negrísimo. Poco antes de llegar a Ledigos vimos un monolito que, al parecer, simboliza la mitad del Camino desde Roncesvalles.


Ledigos

A las cinco de la tarde (otra vez ese dichoso numerito) hemos llegado a Ledigos, fin de la etapa de hoy. Parece un pueblo fantasma: no hay nadie por la calle, sus casas son bajas y mayoritariamente fabricadas de adobe, y en las lomas cercanas se adivina la presencia de las típicas bodegas excavadas en la montaña.

Esta zona está llena de palomares y supongo que de ahí el nombre del albergue donde nos alojamos esta noche. El albergue funciona como hostal (reservando habitaciones con baño compartido) y como albergue propiamente (durmiendo en literas, pero sin reserva). Nosotros hemos reservado dos habitaciones (8 euros por cabeza) y tenemos de compañeros de albergue (en la zona de literas) a los franceses de ayer, que se lo deben de estar pasando en grande a juzgar por el escándalo que organizan...


Pero ¡qué frío hace en este albergue!

La verdad es que el albergue parece algo cutre, comparado con otros que hemos visto por todo el Camino. En el momento de llegar, la dueña (la misma que nos sirve la cena en el vídeo que aparece a continuación), nos selló las credenciales. Como llegamos bastante machacados por el pedregoso camino de hoy, nos vamos a las habitaciones y hacemos turnos para ducharnos. En las habitaciones apenas si hay una mesita de noche y poco más. Además, no tienen llave: se te puede meter cualquiera ahí dentro... El baño es compartido, tienes que recorrer un pasillo donde hace una rasca impresionante y cuando entras en el baño notas unas traicioneras corrientes de aire que te dejan tieso. El único momento de verdadero gustazo es cuando abres el grifo del agua caliente. Pero cuando sales otra vez...

La cena se sirve a partir de las ocho de la tarde. Son otros 8 euros por persona, pero están más que amortizados: todo comida casera... una sopa calentita... unos filetitos de lomo... un postre casero. El ambiente es completamente hogareño. El bar del albergue (que sospecho que es también el único del pueblo) está atendido por el marido de la dueña, y aquí es donde nos tomamos nuestros líquidos espirituosos digestivos de después de cenar. Nos han garantizado que por la noche dan la calefacción: espero que sea cierto porque las habitaciones parecen auténticas neveras...




Mañana, Sahagún

Pues así ha sido la jornada de hoy. Yo creo que me voy a acostar con los calcetines puestos porque, aunque han encendido la calefacción, aquí sigue haciendo frío. A partir de mañana vienen cuatro etapas muy cortas y llanas. La de mañana es la más corta de este año: son solamente 16 kilómetros hasta Sahagún; abandonaremos la provincia de Palencia para adentrarnos en tierras leonesas. Mañana os lo cuento. ¡Buen Camino!


Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Los Pekenikes "Frente a Palacio"):

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