¡Hola peregrin@s! Esta noche os escribimos desde Arzúa, adonde hemos llegado a primera hora de esta tarde en una etapa más bien de transición, con solo catorce kilómetros, aunque con un sube-baja continuo. Hoy comparto habitación con Toñín y hace un ratito Laura nos ha hecho una foto a traición con los dos en la cama (la podéis ver al final de este artículo). Ya nos queda muy poco para Santiago... cada vez se ven más peregrinos... poco a poco vamos descontando kilómetros hacia el final del Camino... Bueno, aquí os dejo el relato de la etapa de hoy...
Saliendo de Melide...
Como sabéis, esta pasada noche hemos compartido habitación triple Juanma, Isidro y yo. Y parece que mis dos compis de habitación se quejan de algún que otro ronquido mío... ¡Lo que hay que oír! Isidro dice que me ha grabado con el móvil, pero lo único que se escucha en la grabación es el sonido de una alimaña inidentificable. ¡Y dice que soy yo! Juajuajuas...
Bueno, el caso es que, con ronquidos o sin ellos, esta mañana nos hemos puesto en marcha con el retraso de costumbre. Parece ya parte del programa establecido el salir 20, 30 o 40 minutos tarde. Así las cosas, tras desayunar en nuestro hotel de Melide, y sin tener noticias de contratiempos de lesiones, ampollas y demás, hemos conseguido arrancar la etapa pasadas las nueve y media de la mañana.
Como sabéis, nuestro hotel de Melide está situado a la entrada de la ciudad, de modo que tenemos que atravesarla por completo para recorrer la etapa de hoy. Por el camino he comprado una bolsa de melindres en una pastelería: se trata de dulces que hacen por estos lares y que son parecidos a las típicas rosquillas de anís de las ferias. Por el camino me voy poniendo morado de melindres (cómo me recuerdan a los famosos puñitos de San Francisco de la etapa con final en Castrojeriz).
Nos falta por poner en nuestras credenciales el sello de Melide, cosa que no nos va a resultar, en absoluto, sencilla. No podemos sellar en la iglesia porque hay misa. Tampoco en el museo porque está cerrado. Finalmente, a la salida del pueblo, encontramos un albergue de peregrinos que, en principio, está cerrado. Pero vemos que están fregando así que nos colamos por una puerta entreabierta y conseguimos que nos sellen, no sin cierto enfado por parte de la encargada, pues le hemos dejado todo el suelo lleno de pisadas. Esta escena nos recuerda un poco a la vivida el primer año en el albergue de Ayegui, cerca de Estella (Navarra).
Ahora ya sí, una vez selladas nuestras credenciales, abandonamos Melide y nos internamos en el monte... Y la bolsa de melindres cada vez pesa menos...
...Llegando a Boente
Este primer tramo tras Melide es de ligeras bajadas con algún pequeño repecho. El recorrido es muy bonito y la temperatura, una vez más, agradable. No hay noticias de la lluvia aunque las predicciones para el fin de semana, en que llegaremos a Santiago, pintan mal. Nuevamente nos movemos por zonas de eucaliptos y pinos atravesando algún que otro riachuelo, como el de la foto de la izquierda, que nos la hizo un viejo conocido... el peregrino de Murcia que también nos sacó la foto bajo el puente del tren en la etapa que acababa en Portomarín. Isidro se quedó hablando un rato con él y le comentó que ya lleva varios Caminos andados...
Este largo tramo de monte concluye en la primera aldea importante de hoy, Boente, a casi seis kilómetros del inicio de la etapa, adonde llegamos prácticamente al mediodía. De camino hacia aquí nos hemos recreado admirando los verdes paisajes y escuchando la grabación de Isidro sobre esos supuestos ronquidos que os comenté antes...
Pa'rriba... pa'bajo... pa'rriba... pa'bajo...
Desde Boente hasta el final de la etapa, el recorrido es ahora pa'rriba... ahora pa'bajo... ahora pa'rriba... ahora pa'bajo... No hemos encontrado cien metros llanos. Y algunas de las cuestas eran señoras cuestas. Cuarenta minutos después de dejar Boente, y tras una empinadísima subida, llegamos a la segunda aldea de la jornada, Castañeda.
Después de varios toboganes más, que dan lugar a que más de uno vaya ya con la lengua fuera, nos detenemos ante un par de dóciles caballos que parecen querer jugar con nosotros, sobre todo con Isidro. Ellos tuvieron el honor de acabar con los últimos melindres, aunque creo que la mochila de Juanma les llamaba más la atención.
Ribadiso da Baixo
Al final de un fuerte descenso por el monte llegamos a Ribadiso da Baixo, cuyo nombre parece un poco trabalenguas. Se accede a este pueblo por un pequeño puente sobre el río Iso junto al cual se sitúa un curioso y bonito albergue de peregrinos donde sellamos nuevamente nuestras credenciales. Desde aquí nos quedan menos de tres kilómetros para el final de la etapa de hoy.
Arzúa nos recibe con obras
Desde Ribadiso, y tras un buen cuestón, llegamos a Arzúa, a las dos y cuarto de la tarde. Nuestro hotel, la pensión Casa Teodora, se encuentra en la misma calle principal, que está siendo asfaltada. Mientras Laura, Juanma e Isidro se registran en las habitaciones, Toñín y yo subimos a mi coche y regresamos a Melide a recoger a la abuela y al pequeñín del grupo.
Antes de las tres y media ya estamos de vuelta y, una vez agrupada toda la expedición, decidimos comer en el restaurante de la pensión. Sabia elección. Ya nos habían hablado previamente bien de este alojamiento. Y pudimos corroborarlo. La comida es exquisita y el trato, familiar y agradable. Muy recomendable. Nos dieron, además, habitaciones que no miraban a la calle en obras sino al campo: en el exterior se divisaba una curiosa estampa vacuna con todas las vacas perfectamente alineadas.
Paseo por la tarde
Tras descansar un rato en las habitaciones es hora de mover los coches de apoyo. El final de la etapa de mañana es un pueblecito, Pedrouzo, que también está en la carretera general. Son solo 19 kilómetros de modo que el trayecto es sencillo. Como no hay muchas cosas que hacer en esta larga tarde, Juanma e Isidro nos acompañan a Toñín y a mí en los coches de apoyo: el mío se queda en el final de la etapa de mañana y nos volvemos los cuatro en el coche de Toñín. Este momento quedó inmortalizado en vídeo.
Ya una vez de vuelta en Arzúa, la expedición peregrina al completo se dedicó a dar un paseo por el centro de Arzúa. Nos gustó especialmente un cercano parque donde hay un monumento a la queixeira o mujer que hace quesos. Y muy cerquita está la iglesia de Santiago. También se nota en este pueblo un buen ambiente jacobeo, pues Arzúa es punto de encuentro de los Caminos de Santiago Francés y del Norte.
En Arzúa no hemos puesto aún el sello en nuestra credencial. Como llegamos a la hora de comer y teniendo en cuenta que luego, con el trajín de los coches de apoyo, encontramos las iglesias cerradas a nuestra vuelta, ya nos está ocurriendo en más de un sitio que el sello de la población de final de etapa hay que ponerlo al día siguiente. Así que, de nuevo, mañana antes de partir de aquí tendremos que sellar la credencial.
Cena en Casa Teodora
Son casi las diez de la noche y de tanto ver tiendas de quesos y otros productos típicos a todos nos ha entrado un buen apetito. Es hora de cenar. Como nos gustó la comida que nos ofrecieron en la sobremesa, decidimos repetir en Casa Teodora. Y lo hacemos en una mesa presidida por las fotos de los fundadores de este ya centenario local, que son los bisabuelos de los actuales encargados. Unos orujos para la ocasión pusieron el digno colofón a una excelente cena basada en unos variados menús gallegos.
Mañana, otra etapa de transición
Y hasta aquí lo que ha sido el relato de la jornada de hoy. Me parece que de aquí al final, todos los días van a ser más o menos como el de hoy. Por la mañana, caminata en plan toboganes. Por la tarde paseo. Por la noche tertulia con pelotazos.
Esta noche estamos distribuidos en habitaciones dobles: Isidro y Juanma, en una habitación. Laura, su madre y el pelegrín, en otra. Y finalmente, Toñín y yo en la tercera. Hace un rato nos ha visitado Laura en la habitación y nos ha sacado la foto de la izquierda. No sabía si colgarla o no pero dije, venga, vamos, ahí va. Como podéis ver, las dos camas están muy cerquita una de la otra, pero no seais malpensados... espero que impere el respeto... Si no, la cosa se dirimirá a almohadazos...
Y para mañana, otra etapa de transición. En esta ocasión, 19 kilómetros hasta el pequeño pueblo de Pedrouzo donde ya nos está esperando mi coche. Esa etapa nos llevará a las puertas de la ciudad de Santiago que ya quedará a poco más de viente kilómetros. Mañana os lo cuento. ¡Buen Camino!
Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Enigma "Morphing thru time")
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Otras entradas del blog relacionadas con esta etapa:
Camino de Arzúa (etapa 5 del CS2016)
1 comentario:
Magnifica la última foto. Una vez vistas las caras de los 2 peregrinos que cada uno piense lo que quiera.
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