lunes, 2 de mayo de 2011

CS2011 — Etapa 3 (Camino de Palas de Rei)





¡Hola peregrin@s! Esta noche os escribimos desde el pueblo lucense de Palas de Rei (en castellano, Palas del Rey). Mañana nos adentraremos en la provincia de La Coruña, la última que recorre el Camino. Aunque la de hoy era la etapa más larga de este año, con 24,5 km, al final ha sido menos ajetreada que la de ayer aunque, para variar, no nos ha faltado la habitual movida con los coches de apoyo. Menos mal que ya, a partir de mañana mismo, todas las etapas son mucho más cortas y podremos comer en los pueblos de los finales de etapa si no hay mayor contratiempo. El día de hoy ha transcurrido así...

Tras una infernal noche de ronquidos, los rayos de luz que anuncian un nuevo día se abren paso, poco a poco, a través de la ventana y ponen algo de paz y sosiego en la habitación cuádruple del hotel de Portomarín donde compartimos techo (que no cama, ¡malpensados!) Juanma, Isidro, Toñín y yo. Vamos, lo de esta noche no han sido serruchos... ¡Aquí alguno se ha traído la caja de herramientas al completo! ¡Vaya nochecita! Cómo roncan estos tres... Bueno, el caso es que a eso de las 7.45h nos vamos despertando poco a poco y la leonera en que se había convertido la habitación va cobrando poco a poco un aspecto más humano...

Tras asearnos y adecentarnos adecuadamente, nos damos los mejunjes del Camino (¡gracias Mari!) y en marcha. Hasta ahora, por lo menos, estamos haciendo menos uso que ningún otro año del botiquín. Parece que este tiempo húmedo y fresco ayuda a evitar las molestas ampollas.

Como de costumbre, Los 4+1 peregrinos hemos quedado abajo, en la cafetería de este pequeño pero confortable hotel, a las 8.30 horas para desayunar... Como de costumbre, toca esperar a los más rezagados... Como de costumbre empezamos a arrancar bien pasadas las nueve de la mañana. Tras un buen desayuno nos ponemos en marcha. Son las nueve y veinte de la mañana y... como de costumbre... los últimos del pelotón de peregrinos.


Primeros kilómetros de la etapa de hoy


La etapa de hoy es la más larga de esta edición del Camino: 24,5 km rompepiernas con predominio de subidas y muchas aldeas intermedias hasta Palas de Rei, final del trayecto. Los primeros minutos los aprovechamos para hacer un poco el ganso por el pueblo, aprovechando que hoy (y no como ayer) parece que el tiempo acompaña. Nos hacemos fotos en la Plaza Mayor, frente a la iglesia del pueblo y el ayuntamiento, e iniciamos el recorrido.

En seguida salimos del pueblo en dirección hacia el embalse y lo cruzamos por otro de sus puentes. Desde este puente podemos apreciar el gran puente sobre el río Miño por donde ayer llegamos a este pueblo bajo una lluvia torrencial. También se aprecia, detrás de este gran puente, el puente romano que, junto con los de las ciudades de Lugo y Orense, eran las únicas formas de atravesar el río antiguamente sin usar una barca. Por eso el Camino de Santiago pasa por aquí.

Y tras cruzar el embalse... bosque... ¡más bosque! Este es el año de los bosques. ¡Qué bonitos son! También se va notando una presencia cada vez mayor de peregrinos conforme nos acercamos a Santiago. Alguno de ellos aprovecha cualquier recodo o cualquier arbusto semiescondido para aliviar sus más íntimas necesidades. Pero siempre bajo la amenazante e inmisericorde presencia de las cercanas cámaras de fotos que todo lo ven. ¿Verdad, Isidro? Juajuajuas...



Una parada en el Camino

Al cabo de un rato nos encontramos de nuevo con la carretera general y, junto a ella, un andadero que nos lleva, tras un largo tramo en línea recta, hasta el primer pueblecito del día: Gonzar, una pequeña aldea a casi ocho kilómetros de Portomarín, con bar, albergue e iglesia. Son ya las once y media de la mañana. Por aquí hay bastantes peregrinos pero la mayor parte de ellos se quedan en el bar que está justo a la entrada del pueblo.

A nosotros nos parece más interesante el albergue, que, además de tener muy buena pinta, está atendido por una guapa chica de Europa del Este: decidimos tomarnos un refrigerio ahí a la par que estampamos el primer sello de la etapa en nuestra credencial. No llevamos ni dos horas de caminata y ya estamos reponiendo fuerzas. ¡Menudo plan! Además, Isidro tiene conversación continua para todos y, obviamente, las lenguas se secan y hay que remojar los gaznates...

Cuando más de uno estaba hablando ya de tomarnos unos chupitos de orujo en el albergue, Juanma y Laura nos apremian para reanudar la etapa. Que si el "fondo" no cubre estos caprichos... Que si estamos hechos unos vagos... ¡Qué injusticias hay que oír! ¡Qué incomprendidos que nos sentíamos Toñín y yo! ... Así que, casi una hora después, a las doce y pico, reanudamos la caminata.




Los siguientes pueblos

La etapa de hoy está salpicada de pequeñas aldeas. A partir de Gonzar cada dos o tres kilómetros hay una hasta, prácticamente, el final de etapa. Las dos primeras aldeas que nos encontramos, Castromayor y Hospital de la Cruz, se hallan en un tramo de subida en el que aparecen los primeros grandes eucaliptos del Camino.

Tras pasar por esta última aldea hay que cruzar un pequeño nudo de carreteras que, inevitablemente, a Toñín y a mí nos recuerda la pequeña odisea de ayer con los coches de apoyo: la de veces que pasamos por aquí con los coches...








A partir del nudo anterior vamos a parar a un pequeño camino vecinal que nos lleva hasta la aldea de Ventas de Narón donde acaba la subida que llevamos haciendo, de forma más o menos intensa, desde el inicio de la etapa. A la salida de esta aldea nos topamos con la capilla de la Magdalena y, junto a ella, un providencial banco donde nos reagrupamos. Desde aquí hasta el final de la etapa, el recorrido, aunque sigue siendo rompepiernas, ya es con predominio de descensos.


El cruceiro más famoso del Camino


El tramo que viene a continuación, dice la leyenda, es lugar donde frecuentaban mujeres de malas artes (por decirlo finamente) que embaucaban a los peregrinos. Me sé de más de uno que se hubiera dejado embaucar pero por aquí lo más parecido que vimos a una de esas mujeres fue alguna que otra vieja más dispuesta a darnos con un palo en la cabeza que otra cosa...

A las dos menos cuarto de la tarde, media hora después de pasar por la capilla de la Magdalena, tras una pequeña cuesta, llegamos al lugar de Lameiros, donde se halla el Cruceiro de Ligonde, un poco antes de entrar en la aldea del mismo nombre. Es, junto con el de Boadilla del Camino, el cruceiro más famoso de todo el Camino de Santiago. Por una cara tiene una Virgen con el Niño en sus brazos, y por el otro lado hay un Jesús crucificado. La verdad es que tanto el cruceiro como el propio entorno están muy, pero que muy, bien. Podéis verlo en las fotos y en el vídeo.


Nos acercamos a la hora de la comida...

Tras reanudar la marcha, en seguida llegamos al pueblo de Ligonde, con la calle principal completamente levantada por las obras. Todo este recorrido lo hicimos ayer con los coches de apoyo y entonces nos pareció que estaba aún en peores condiciones de cómo lo vemos ahora. La carretera está cortada a esta hora para el tráfico y los peregrinos hemos de ir sorteando las máquinas de los obreros.

Estamos a poco más de un kilómetro de Eireche, donde dejamos ayer el coche adelantado y donde tenemos previsto comer hoy. El paisaje se torna un poco más abierto, con alguna pradera. Vemos también varias tabernas rurales, como la que nos muestra Isidro en la foto. En una de ellas comeremos hoy, pero está un poquito más adelante, frente al albergue, donde, por cierto, aprovechamos también para estampar el segundo sello de la jornada. En estos momentos son las dos y media de la tarde y ya estamos en el lugar previsto para comer... Pero todavía nos queda algo por hacer antes de la comida...


Hora de la comida... Hora de la movida (con los coches de apoyo)

Tenemos que recoger a la abuela Tori y al pequeño Jose que nos esperan, pacientes, en el hotel de Portomarín. La verdad es que el niño se está portando fenomenal durante todo este viaje y a la abuela hay que hacerle un monumento a la paciencia porque le toca pasar horas y horas de espera en cada etapa hasta que vamos a recogerles. Y sin la más mínima queja. Pero hoy, si cabe, aún merecen más.

Son las dos y media de la tarde. Toñín y yo nos subimos a mi coche y nos dirigimos a Portomarín. Mientras, Juanma, Laura e Isidro se quedan tomando el aperitivo en la taberna donde comeremos hoy.

Primera contrariedad, a esta hora la carretera está cortada hacia Portomarín. No podemos volver por la ruta de ayer, por lo que hay que dar un gran rodeo. Segunda contrariedad, Toñín se ha dejado su Tomtom en su coche, que está en Portomarín. Tercera contrariedad, nos pasamos el desvío bueno, para variar, y ya nos hemos vuelto a perder... como ayer. Cuarta contrariedad, ya son las tres de la tarde y nos dan ganas de que nos trague la tierra cuando vemos el cartel de entrada en la ciudad de... ¡LUGO! Nos hemos metido casi treinta kilómetros de dirección equivocada. A dar media vuelta... Al menos desde aquí todo está mejor señalizado.


El caso es que llegamos a Portomarín pasadas las tres y media de la tarde. La abuela y el peque ya habían comido... ¡menos mal! Así que los llevamos directamente a nuestro hotel en Palas de Rei y, al lado, aparcamos el coche de Toñín. Con el mío regresamos a Eireche donde los otros tres peregrinos, hartos de esperarnos ya han comido y han reanudado la marcha. Al igual que ayer, nos cruzamos con ellos con el coche, ya muy cerquita de Eireche, pero esta vez con cierta guasa por su parte. ¡Esa hora!, se le oye decir a Juanma en el vídeo filmado por Toñín desde nuestro coche.

Finalmente, a las cuatro y media de la tarde llegamos a la taberna donde comeremos y donde han tenido la amabilidad de guardarnos los bordones y las mochilas. Estas últimas se quedarán en el maletero de mi coche para realizar los casi ocho kilómetros del último tramo sin ellas, hasta Palas de Rei. La taberna donde comemos está en un lugar privilegiado, uno de esos sitios escondidos en una aldea casi perdida en medio del Camino. Comemos en la terraza del local pero, antes, degustamos dentro unas suculentas cervezas para olvidar tanta contrariedad. Además, tuvimos ocasión de charlar con el camarero que atiende el establecimiento y que nos contó que, en breve, se van a mudar a otro cercano. El sitio y la zona, más que recomendables... Toñín y yo estamos pensando en poner un alberguecito por aquí cuando nos jubilemos...




El final de la etapa de hoy


Aproximadamente a las cinco y media de la tarde Toñín y yo reanudamos la marcha. Justamente a esa hora, los otros tres peregrinos, Laura, Juanma e Isidro, estaban entrando en la población de Palas de Rei. Cuando aún no habíamos terminado de salir del pueblo de Eireche, tuvimos que realizar una parada no prevista que ralentizó aún más nuestra marcha, debido a que me entró un inoportuno apretón. Hicimos un alto de veinte minutos en otra taberna donde aprovechamos para tomar el enésimo refrigerio del día.

Estos últimos kilómetros resultaron agradables, con solitarios paseos por pistas y caminos ondulados, y con una única aldea intermedia, Avenostre, constituida prácticamente por cuatro casas. Antes vimos un desvío hacia la iglesia monasterial de Vilar de Donas, monumento nacional, que aparecía representada en un cartel y que nos pareció muy interesante para intentar visitar cuando regresemos a buscar el coche de apoyo.

Finalmente, a las siete y media de la tarde, más solos que la una, llegamos a Palas de Rei y lo hacemos pasando junto a la iglesia parroquial de San Tirso, donde nos ponen dos sellos en la credencial. He de deciros que esta parroquia (que aparece arriba, en el grupo de tres fotos) se construyó junto a la antigua iglesia de San Tirso, de la que solamente se conserva su portada románica, y que podéis ver en la foto de la izquierda.

Y de aquí directos a nuestro hotel que está en la misma carretera general. Hoy pernoctaremos en tres habitaciones dobles. Parece que Juanma e Isidro tienen algún problema con el grifo de la ducha y, por cierto, creo que Isidro está organizando una colada con un tenderete de ropa que recorre la habitación de un extremo a otro.


Movimiento de coches de apoyo y cena

Bueno, pues poco después de las ocho de la tarde, y sin perder más tiempo por si acaso... nos dirigimos con el coche de Toñín a recoger el mío que se ha quedado en Eireche. Cuando llegamos ya no hay nadie por allí. Al regresar con los dos coches no podemos resistir la tentación de desviarnos hacia la antes citada iglesia monasterial de Vilar de Donas, una auténtica (y escondida) joya del siglo XIII. Lamentablemente ya está cerrada y nos planteamos la posibilidad de visitarla mañana, si tenemos tiempo para ello, con los coches de apoyo.

Hoy el traslado de los coches de apoyo ha sido más fácil que en los últimos días. La etapa de mañana, de solo quince kilómetros, nos permite, en principio, comer en nuestro destino, Melide (que, además, es famoso por sus pulpos). De modo que vamos directamente hasta allí, siguiendo la carretera general, y dejamos mi coche aparcado junto a nuestro hotel de mañana que también está en la carretera, a la entrada del pueblo.

Antes de las nueve y media ya estábamos de vuelta en Palas. Isidro y Juanma se dieron una vuelta por los alrededores del hotel buscando algún sitio para cenar. Como no convenció mucho lo que encontraron, la cena acabamos haciéndola en la propia cafetería del hotel, a base de raciones. Para mañana estamos planificando una tarde turística tras la etapa con visitas a la iglesia de Vilar de Donas y al castillo de Pambre, que están por esta zona. Y tras desparramar un poquito en la cafetería del hotel, finalmente cada uno se fue a su habitación.


Mañana Melide y un Barça-Madrid de Champions

Mañana tenemos una etapa corta, de 15 kilometros más o menos llanos, que nos llevarán a la ciudad del pulpo, Melide. Además, sabemos de un sitio muy típico, Casa Ezequiel, donde dicen que se come uno de los mejores pulpos de Galicia, así que habrá que probarlo. Y mañana también es cuando se juega la vuelta de la semifinal de la Champions, Barça-Madrid, donde los merengues tienen que levantar dos goles del partido de ida. En nuestro grupo hay dos madridistas, Isidro y Juanma, y me temo que las perspectivas para el final del día de mañana no les son muy halagüeñas. Y además tenemos intención de efectuar por la tarde las visitas turísticas de que os hablé antes... A ver si nos da tiempo a todo. Pero eso ya os lo contaré mañana. Ahora me voy a dormir con permiso de los ronquidos de Toñín, a quien tengo aquí cerquita, en la cama de al lado, y que veo que ya se está quedando ligeramente traspuestecillo... ¡Buen Camino!


Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Karl Jenkins "Benedictus")




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