¡Hola peregrin@s! Esta noche os escribimos desde este precioso hotel de Llanes donde estamos alojados, nada menos que un antiguo convento del siglo XVII. Aquí hemos concluido la tercera etapa de este CS2019 —la primera de las etapas serias—, con 25 kilómetros desde Unquera.
La etapa se nos ha dado bastante bien aunque la parte final, con un rodeo increíble para entrar en Llanes, nos ha descolocado un poco. El día ha sido soleado y la etapa ha discurrido, en gran parte, pegada al mar —demasiado por momentos— con unas vistas espectaculares de la costa desde lo alto de los acantilados... Aquí va el relato de la jornada de hoy...
Desayuno con corbatas e inicio de etapa
Las etapas empiezan a alargarse y nosotros tratamos de compensarlo madrugando un poco más. Pensando más en las etapas que vienen que en la de hoy, hemos adelantado casi una hora el toque de diana. A las 7 de la mañana ha sonado hoy el despertador en nuestro hostal de Unquera. Y a las ocho menos cuarto ya estábamos en la cafetería del hostal para desayunarnos unas buenas corbatas y selar nuestras credenciales por primera vez en esta jornada.
Nuestro hostal de Unquera, como habréis visto en las imágenes de ayer, está a orillas del río Deva, cerca de su desembocadura, en la ría de Tina Mayor.
Tras nuestro último desayuno en Cantabria, recogemos nuestros bártulos y salimos del hostal en dirección al cercano puente sobre el Deva, que nos llevará a Asturias. Son las ocho y media y comienza así la tercera etapa de este Camino.
Entramos en Asturias
En pocos minutos pasamos a la otra orilla. ¡Estamos ya en Asturias!
Y con Asturias regresan las cuestas... El itinerario sigue una pista empedrada y empinadísima. En pocos minutos ya estamos en medio del campo, y el puente del río Deva que acabábamos de cruzar ya queda abajo, a nuestra espalda. En la parte alta de la pista empedrada hay una pequeña capilla con un señor que te coge por banda y aprovecha para soltarte un rollo con la idea de que le dejes una pequeña propina en un platito, cosa que hicimos.
Unos cientos de metros más adelante, tras rematar la pista empedrada pero ahora en fase de descenso, llegamos al pueblo de Colombres. Al igual que Unquera, este pueblo también nos trae entrañables recuerdos a Juanma y a mí ya que aquí estuvimos alojados el fin de semana de nuestra aventura del pasado otoño cuando hicimos el descenso del río Deva (podéis acceder al relato correspondiente pinchando en ese enlace). Nos alojamos, en concreto, en un complejo rural pintado de azul que incluye apartamentos rurales y albergue.
En este complejo rural queríamos habernos alojado al final de la etapa 2 del CS2019 (en vez de en Unquera), pero no pudimos hacerlo porque estaba completo. Ahora entendemos por qué: cuando entramos a sellar en el albergue nuestras credenciales comprobamos que estaba lleno de chavales de un campamento juvenil. Tras poner nuestros sellos, los chicos fueron muy amables pues nos advirtieron de que nos dejábamos olvidado el bastón de Isabel.
El pueblo de Colombres se caracteriza por su arquitectura indiana y, además, desde 1987 acoge el Archivo de Indianos. Tras Colombres nos dirigimos al cercano pueblo de La Franca, hacia donde hay que seguir un rato por el arcén de la carretera. Esta zona también le trae recuerdos a Juanma de otra estancia reciente que hizo con su familia.
Poco a poco nos vamos alejando de la carretera para circular por carretiles de tierra próximos a la vía del tren. El recorrido se va acercando paulatinamente a la costa...
De paseo por los acantilados
Poco antes de las once de la mañana vemos peregrinos por delante nuestro que, dejando a un lado el itinerario oficial, cruzan la vía del tren, entran en el campo saltando una pequeña valla para el ganado y continúan el recorrido pero andando por el borde mismo de la costa... ¡por lo alto de los acantilados! Nosotros, hacemos lo mismo... Está claro que la elección ha sido más que acertada...
Así pasamos la siguiente hora... haciendo el Camino por encima de los acantilados, jugándonos un poco el pellejo en más de una ocasión, sorteando rocas... a veces, escalándolas literalmente, y saltando tres, cuatro, cinco y más vallas para el ganado que íbamos encontrando por delante hasta que fue literalmente imposible continuar por ese camino y tuvimos que desviarnos nuevamente hacia el recorrido oficial: unos cientos de metros más hacia el interior. Las vistas y los sonidos del mar que vamos percibiendo en este día tan luminoso son... sencillamente, ¡impresionantes!
Una vez retomado el itinerario oficial el recorrido sigue algunos kilómetros por una pista que pasa cerca de algunas aldeas y que tampoco se aleja demasiado del mar. De hecho, pasamos rodeando alguna que otra pequeña playa como la de Buelna. Tenemos en mente aprovechar alguno de estos pueblecitos para hacer una parada.
Receso y... ¡en busca de los bufones!
A las 12.45 h, en la mitad de la etapa de hoy, hacemos una parada para tomarnos un refrigerio en un mesón del pueblo de Pendueles. Estuvimos hablando con el encargado que nos dijo que esta etapa era la más bonita de todo el Camino del Norte, y en particular, la parte final. Nos dio algún consejo de por dónde entrar en Llanes para evitar dar un rodeo innecesario.
Media hora más tarde, tras sellar nuestras credenciales en el local, reanudamos la marcha por un sendero costero algo monótono que pasa junto a un camping. El mar se pierde de vista por momentos hasta que, casi a las tres de la tarde, llegamos hasta los bufones de Arenillas.
Los bufones son grietas a modo de chimeneas abiertas en la costa que están conectadas con simas marinas; por esas grietas el agua salada penetra a presión formando surtidores de agua pulverizada que pueden alcanzar más de 20 metros de altura cuando hay temporal. En la foto que os adjunto, del diario El Comercio, podeís ver estos bufones en un día de fuerte oleaje.
Tras los bufones el Camino se mete, tan solo unos pocos cientos de metros más adelante, en una zona de monte donde destaca un bonito mirador sobre el río Pirón. Son las tres y veinte de la tarde y nos faltan poco más de 7 km para acabar la etapa. Las piernas ya empiezan a pesar a estas alturas de etapa.
El mirador de los miradores
El siguiente hito de la jornada es el pueblo de Andrín, que nos recibe a las cuatro de la tarde. Sobre este pueblo se alza un imponente mirador pero no nos resulta fácil dar con él ya que el itinerario se pierde entre las calles del pueblo.
Finalmente, preguntando a una vecina, nos orientamos y ascendemos por la carretera hasta encontrar el espectacular mirador de la Ballota, con vistas hacia dos playas, el islote de Castro entre ambas, y la ciudad de Llanes al fondo. ¡Qué preciosidad de sitio! No me extraña que haya sido elegido como lugar de rodaje para alguna pelicula española. ¿Sabéis cuál? Seguro que en los "comentarios", al final de este artículo, alguien se anima a poner el nombre de esa peli... Si no, lo haré yo.
Llegada a Llanes tras rodeo bestial
Son las cuatro y media de la tarde y nos quedan solo cinco kilómetros y medio hasta Llanes. Ahora surgen dos posibilidades: bajar por la carretera directo a Llanes, que es lo que nos recomendó el encargado del sitio donde comimos, o seguir por el itinerario oficial que da un rodeo por la montaña. Tras ciertas dudas, decididos hacer esto último.
Lo malo es que ese supuesto rodeo resultó ser un rodeazo, y encima cuesta arriba y con suelo pedregoso. No entendíamos que estando Llanes abajo, no parábamos de ascender. Al menos las vistas eran bonitas aunque llevábamos los pies molidos. Tras bordear un campo de golf interminable, comenzamos a descender después de más de una hora de sendero.
Abajo llegamos a una zona boscosa con una ermita, la del Cristo del Camino, que supongo que es la causa de semejante despropósito de rodeo. Son las 17.45 h.
Esta ermita y una simpática oca que encontramos algo más adelante fue lo más noticiable de esta parte final de la etapa.
Por fin, hacia las seis de la tarde empezamos a caminar por las calles de Llanes y veinte minutos después alcanzamos nuestro hotel, en el mismo centro de la villa. ¡Etapa concluida!
Como al final de cada etapa, la mochila de Isabel ya nos está esperando en nuestro destino.
El pueblo se nota con cierta animación. Para llegar hasta aquí hemos visto gente en las terrazas de los bares porque el tiempo acompaña... pero nosotros lo que más agradecemos es acomodarnos en nuestra habitación triple... descalzarnos... relajarnos un poco... y luego meternos una buena ducha con agua calentita pues estamos algo machacados porque el final de etapa se nos ha hecho largo. Hoy no hay tiempo para siestas... Y me temo que los días que vienen, tampoco.
Paseo y cena
A las ocho y pico de la tarde salimos a dar nuestro habitual paseo vespertino. Cae la tarde y, con la brisa del mar, la temperatura desciende un poco. Nuestro paseo por esta hermosa villa marinera se centra en la zona portuaria primero y luego en el casco interior que rodea la bonita iglesia. ¡Menudas vistas desde el puerto al atardecer!
La etapa de mañana
Pues así se ha desarrollado esta tercera etapa del Camino... Poco a poco se va incrementando el número de kilómetros de cada etapa. Pero a partir de mañana... viene lo bueno. Las tres etapas que siguen, o sea, las etapas cuarta, quinta y sexta del CS2019 tienen 29, 29 y 38 kilómetros respectivamente. Cualquiera de ellas podría ser etapa reina de cualquier Camino pero aquí nos las vamos a encontrar las tres seguiditas... Una detrás de otra. Auténtico rompepiernas...
El consuelo son los bellos paisajes que nos encontraremos seguro... Y mañana con final en una de las localidades más icónicas de Asturias: Ribadesella, a 29 km de aquí. Esperamos celebrar nuestra llegada con unas buenas sidras. ¿Cómo se nos dará el primero de estos tres etapones? Pues ya sabéis... Para eso hay que esperar a... ¡Mañana! ¡Buen Camino!
Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Blondie "Union City Blue")
1 comentario:
Preciosa etapa de principio a fin. Observamos desde la distancia el Museo de Indianos en Colombres, recorrimos impresionantes acantilados, casi nos caemos en los bufones de Arenillas, y disfrutamos de hermosas vistas en el Mirador de la Ballota>.
En ese lugar se encuentra una placa que indica que allí se rodaron escenas de la película "El Abuelo" de Jose Luis Garci.
Muy acogedor y moderno el hotel de Llanes.
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