¡Hola peregrin@s! Esta noche os escribimos, en plena partida nocturna de chinchón, desde nuestra habitación triple en la preciosa localidad asturiana de Ribadesella. Hace un rato nos hemos metido unas buenas sidrinas para celebrar la conclusión de la primera de las tres grandes etapas de este Camino... nada menos que ¡29 kilómetros desde Llanes! Y el día no pudo empezar más torcido, como veréis en el relato de esta etapa. La historia de hoy comenzó así...
Desayuno y... ¡error fatal!
De nuevo nos levantamos a las siete de la mañana. Hoy hay que prestar más atención que otros días a untarse bien los mejunjes porque la etapa es muy larga. Las primeras rozaduras nos obligan a todos a ponernos tiritas en algunos dedos del pie. Además, parece que la peregrina Isabel ya se está peleando con su primera ampolla de este Camino... en un dedo del pie.
Algo antes de las ocho dejamos nuestras mochilas en la habitación y salimos del hotel para desayunar en algún sitio cercano. Ayer vimos una pastelería por aquí, pero aún no ha abierto, de modo que nos metemos en un bar frente al puerto deportivo, a solo cinco minutos del hotel. Aunque tienen una camiseta del Barça colgada en la pared, el camarero es del Madrid, para alivio de Juanma... (lástima... así no pude meterme mucho con él).
Desayunamos unas tostadas y luego pasamos por la pastelería, ya abierta, para comernos unos pasteles como colofón. ¡Menuda pintaza que tienen y qué buenos están! Tras este pequeño festín, a las 8.45 horas regresamos al hotel para recoger las mochilas e iniciar la etapa. Pero al volver, a alguna se le indigestó el pastel...
Cuando llegamos al hotel nos dicen que la cartera de Correos que transporta las mochilas ya ha pasado y que, tras esperar unos minutos sin poder contactar con Isabel, se fue sin su mochila. Correos suele recoger las mochilas hacia las nueve de la mañana, pero el horario depende de cada población. Aquí, por lo visto, pasan muy pronto.
Isabel se había dejado su mochila en la habitación y, para mayor desgracia, también el móvil y por eso no la consiguieron localizar. Aunque llamó a Correos, le dijeron que ya no se podía hacer nada.
Así las cosas, a través del hotel contactamos con un taxi y como nos iba a cobrar lo mismo por una mochila que por las tres, decidimos que esta etapa la haríamos todos sin mochila y que el taxi nos las llevase a nuestro hotel de Ribadesella. Además, avisamos a este último para que estuvieran al tanto de ellas cuando las recibieran.
Bueno, en realidad, sí que llevaríamos una mochila: la minimochila que suele portar Isabel, en la que metimos el botiquín y poco más. Esta mochilita nos la turnaríamos entre Juanma y yo, de modo que los tres aligeraríamos peso con relación a una etapa normal: Juanma y yo, porque cambiábamos nuestros mochilones por la Barbie-mochila de Isabel; y la peregrina, porque pasaría a no llevar nada. Cada dos horas o así haremos los relevos. Del primero me encargo yo.
Inicio de la etapa con retraso
Esta adversidad nos hizo empezar la etapa con retraso. Isabel tenía aún el disgusto en el cuerpo pero ya le comentamos que son cosas que pasan y que la solución elegida nos beneficiaba a todos. A los pocos minutos ya estaba olvidado el tema.
Así pues, a las 9.20 horas, tras sellar las credenciales en el hotel, comenzamos esta maratoniana cuarta etapa del CS2019. La salida de Llanes no está muy bien señalizada y la hacemos siguiendo la carretera general.
Un par de kilómetros después de nuestra salida nos metemos por un camino que nos conduce, tras pasar por la aldea de Poo, por en medio del campo, rodeados de simpáticas vacas..
El día luce precioso con temperatura muy agradable para caminar. Y sin las mochilas, se va mucho mejor.
Reencuentro con el mar
En casi una hora de Camino ya hemos visto más peregrinos hoy que en todos los días anteriores. En particular, hay un grupo de ocho alemanes que caminan cerca de nosotros. A las diez y cuarto el sendero se adentra en una zona desde la que nuevamente tenemos a la vista la costa. Regresamos a los paisajes y vistas impresionantes.
Hay un islote que recuerda la forma de una ballena. Este tramo de Camino es especialmente hermoso, rodeado de campo y vacas, y con las magníficas vistas del Cantábrico al fondo. Con un sol radiante y sin mochilas, avanzamos mucho más rápido que otros días pero sin desaprovechar ninguna ocasión de recrearnos con el paisaje.
Pero lo mejor aún estaba por venir. Un poquito más adelante, llegamos a Celorio, aldea de Llanes que ha crecido en torno al Monasterio de San Salvador. Y justo al lado de este monumento se extiende una descomunal playa con finísima arena que daba pena pisar con nuestras botas de peregrino. ¡Toda una gozada de momento! Poco a poco iban llegando más peregrinos que se detenían a apreciar tan vistoso lugar.
Son las 11 de la mañana y nos encontramos poco más allá del kilómetro 4 de la etapa. El Camino recorre toda la playa, de cabo a rabo, y luego sale por el otro lado siguiendo la línea de costa. En esta playa también coincide con nosotros una excursión de chicas de algún instituto, más o menos un centenar, que nos harán compañía durante una hora aproximadamente a lo largo de nuestro recorrido. ¡Menudo gallinero! Al coincidir con ellas, muchos peregrinos se cambian de acera porque a veces se hace verdaderamente molesto el jolgorio que arman.
Escoltados hacia la iglesia de la marisma
Pues en medio de este jaleo, escoltados por una marabunta de chicas, prosigue nuestro deambular hacia otro curioso lugar... La iglesia neoclásica de Nuestra Señora de los Dolores, que se alza en medio de una marisma entre las localidades de Barro y Niembro.
Llegamos a ella a las 11.30 horas y la pillamos con marea baja. Con marea alta el agua llega casi hasta el mismo pie de la iglesia. Frente a ella vemos un simpático campo de burros, y no, no se trata de una metáfora futbolera ni estoy pensando en ningún estadio de fútbol en esta ocasión... jejeje...
Otro lugar con encanto
Tras bordear la iglesia anterior por detrás, y deshacernos ¡por fin! del grupo de chicas, entramos en un sendero que nos conduce primero a Niembro y luego nos mete en una zona de monte donde se divisan bonitas vistas de los Picos de Europa con sus cimas nevadas.
Este hermoso camino va siguiendo el curso del río Bedón, que termina por desembocar en el mar junto a la extensa playa de San Antolín. Para que a este imponente paisaje no le falte de nada, la presencia de la vía del tren le da el definitivo toque de distinción. ¡Otra delicia de sitio!
¿Cuándo comemos?
Poco a poco se va acercando la hora de comer algo. En seguida llegamos al pequeño pueblo de Naves, en el kilómetro 12 de la etapa. Preferimos tomarnos unos bocatas más adelante, con la etapa más avanzada ya que sabemos, por experiencia, que los kilómetros después del receso por la comida son los que suelen hacérsenos más duros.
Así que seguiremos tirando de la bolsita de almendras de Isabel y de las barritas energéticas de Juanma un poco más. Tan solo un kilómetro después de Naves hay otro pequeño pueblo, Villahormes, con bar y albergue. En este último sellamos por segunda vez las credenciales y reanudamos la marcha.
A partir de aquí el Camino se interna nuevamente en una zona boscosa que nos llevará a Nueva de Llanes, la población más grande de la zona. Ese es nuestro destino para hacer la parada para comer.
Durante este trayecto nos cruzamos varias veces con la cartera que reparte en coche la correspondencia por esta zona y que sospechamos es la misma que se negó a dar media vuelta para regresar a Llanes a recoger la mochila de Isabel... ¡¡¡¡Grrrr!!!!
A las dos y cuarto de la tarde llegamos a Nueva y nos detenemos a comer justo en el local que se ve al final de la calle, en el vídeo de abajo. Cayeron unos buenos bocatas junto con varios Aquarius. Y en media hora reanudamos la marcha. Faltan solo trece kilómetros para concluir la etapa.
Más borricos, otra iglesia bonita y un puente medieval
La salida de Nueva se hace pasando junto a una casa de masajes... para peregrinos... ¡Lo bien que nos vendrían!
Tres cuartos de hora después, a las tres y media de la tarde, pasamos junto a un grupo de gráciles borriquillos... ¡qué simpáticos e inocentes son estos animalillos! Hasta parece que disfrutan de tu presencia cuando te acercas a ellos.
Isabel y yo aprovechamos la ocasión para inmortalizarnos junto a ellos. Nosotros somos los que salimos en la foto superior de la derecha... no en la inferior, ¡eh! Graciosillos... ¡¡¡Grrrrr!!!!
La granja de los pollinos es la antesala de una nueva población, Piñeres de Pría, en el kilómetro 18 de etapa, esto es, a solo once de la meta. En esta aldea destaca la iglesia de San Pedro, situada en lo alto de una cuesta herbosa y algo embarrada.
A estas alturas de etapa las piernas ya empiezan a pesar...
Seguimos caminando por entornos rurales y a las cuatro y media de la tarde llegamos al puente medieval del río Aguamía, en la aldea de Cuerres, que nos da paso al concejo de Ribadesella. Nos quedan tan solo seis kilómetros y medio para el final de la etapa.
El final de la etapa
Los últimos kilómetros, como viene siendo habitual, se nos hacen largos y algo pesados. Tan solo un grupo de caballos, entre ellos una yegua con su potrillo, rompen un poco esa monotonía.
También vemos un incidente que parece que no acabó mal: a un par de kilómetros de Ribadesella, un coche se quedó atrapado en las vías del tren al meterse por un camino rural. Los jóvenes que lo ocupan están intentando infructuosamente sacarlo de ahí. Al poco llega la Guardia Civil y no sabemos cómo acabaría todo pero sospechamos que la historia tuvo un final feliz.
Antes de entrar en Ribadesella hacemos una parada inverosímil... ¡en el campo de fútbol!, ya que la peregrina tiene una imperiosa necesidad de ir al wc y no le vale hacerlo detrás de cualquier árbol, como nos gusta a los peregrinos más varoniles... Creo que es la primera vez que accedemos como peregrinos a un recinto deportivo.
Media hora más tarde ya estamos recorriendo las calles de Ribadesella en busca de nuestro céntrico hotel. A las 18.40 h entramos en el mismo dando por finalizada esta cuarta etapa del CS2019. Toda una superetapa de 29 km.
Tras comprobar que nuestras mochilas ya han llegado sin novedad, sellamos por tercera y última vez en esta jornada nuestras credenciales y subimos a nuestra habitación triple de hoy que, para no perder la costumbre, está en el piso más alto del hotel... un tercero... y sin ascensor. ¡¡¡¡Grrrr!!!!
Paseo y sidras en Ribadesella
Entre que estamos un poco hechos polvo y que es más tarde de lo habitual, el paseo vespertino de post-etapa de hoy se convierte en un minipaseo por el muelle a partir de las nueve de la noche. Es la hora del atardecer y los colores del día de esta zona de Ribadesella, justo en la desembocadura del río Sella, son muy bonitos.
No nos alejamos mucho para encontrar una taberna típica que nos guste. La idea es la de tomarnos unas buenas raciones marineras regadas con sidra natural escanciada en el momento. También caerá una buena cazuela de chorizos a la sidra... Atrás quedan unas cuantas horas de buenas sensaciones, pero también de mucho sacrificio, para llegar hasta aquí. Se notó bastante la ausencia de mochilas que facilitó un mejor ritmo de marcha que de costumbre.
Algo antes de las once de la noche regresamos a nuestro hotel para descansar (pero sin perdonar una partidita de cartas) porque los días que vienen serán aún más duros...
Por cierto, antes de acostarnos os propongo un juego. En una de las fotos (no vídeo) que ilustran este reportaje aparece una mujer empujando un carrito de bebé. Hay que fijarse un poco... ¿Sabéis en cual?
La etapa de mañana
Pues esta ha sido la historia de la primera de las tres grandes etapas de este Camino. Mañana, la segunda de ellas, la etapa quinta de este CS2019, prácticamente de igual longitud que la de hoy, otros 29 kilómetros pero esta vez con mochilas, con final en el albergue de San Salvador de Priesca.
Mañana volveremos a vivir las sensaciones de pernoctar en un albergue de peregrinos, algo a lo que no estamos demasiado habituados. La última vez fue cuando estuvimos Juanma y yo en el albergue lucense de San Román, en el segundo año del Camino Primitivo, el CS2016. ¿Qué tal se nos dará esta superetapa con mochilas? ¿Y la estancia en el albergue? Bueno, pues ya sabéis... todo eso os lo contaremos... ¿hoy? ... ¡Nooo! ... ¡Mañana! ¡Buen Camino!
Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Moody Blues "Tuesday afternoon")