lunes, 28 de abril de 2008

CS2008 – Etapa 3 (Camino de Belorado)




¡Hola peregrin@s! Esta noche os escribimos desde la preciosa casa rural Verdeancho, en el pueblo burgalés de Belorado, adonde hemos llegado esta tarde tras una etapa llana (ligeramente cuesta arriba) de 23 kilómetros. El tiempo ha vuelto a ser protagonista, porque ha cambiado meridianamente. Hemos pasado del calor y bochorno de La Rioja a un ambiente frío, ventoso y, en algunos momentos, con lluvia al entrar en Castilla. ¡Hoy nos hemos tenido que poner los ponchos durante casi una hora! Con todo, el día empezaba así...


Despedida del pueblo del Santo

A las 9 de la mañana, tras la aplicación de los mejunjes de rigor en pies y manos, ya estábamos sentados en el comedor de nuestro hotel para desayunar. Se trata de un espacio muy bien iluminado porque el techo es de cristal. El desayuno, más o menos el habitual: café, zumo y algo de bollería (que yo sin ella no ando, jejeje).

A la salida del hotel podemos comprobar que la mañana está fresquita, pues la temperatura ha bajado notablemente. De momento, yo me aventuro a iniciar la caminata en manga corta, al igual que los días anteriores, con la esperanza de que según avance la jornada, la temperatura suba. Nada más lejos de la realidad, pues al cabo de un par de horas acabé por ponerme el forro polar, como los demás. También hubo que renovar las tiritas del botiquín, porque el calor riojano nos ha mermado las existencias.

Antes de dejar el pueblo, hacemos un intento por visitar la catedral. Podemos asomarnos y comprobar que está en obras: al menos, hemos podido ver el gallinero gótico donde guardan el gallo y la gallina vivos (que no estaban en ese momento, supongo que por las obras). No voy a contaros el por qué de esta pareja de animalillos, podéis consultarlo en muchos lugares de internet; baste decir que a Santo Domingo de la Calzada se la conoce por el dicho de "... donde cantó la gallina asada". Por eso, en la catedral, donde también está la tumba del Santo, guardan un gallo y una gallina vivos.

Bueno, pues tras esa minivisita a la catedral, abandonamos el pueblo por el puente que, según la tradición, construyó el Santo sobre el río Oja, río este que da nombre a la Comunidad de La Rioja (está claro que no se rompieron la cabeza pensando nombres, no). Los primeros kilómetros transcurren paralelos a la carretera de Burgos, en ocasiones utilizando su mismo arcén. Aquí coincidimos con más peregrinos, en particular con uno de Vitoria, que tras andar unos metros con nosotros a nuestro paso, aprovechó la primera ocasión que tuvo (al detenernos a hacer una foto) para distanciarse: está claro que no somos los más rápidos del pelotón precisamente.


Primera parada: Grañón

A las once y media de la mañana, tras casi 7 kilómetros de suave caminata, aparece el primer pueblo de la etapa, y último de La Rioja: Grañón, que, para variar, está justo al final de una empinada cuesta, de modo que, al llegar, aprovechamos para tomarnos algún respiro y, de paso, aliviar algunas de nuestras más imperiosas necesidades.

El pueblo tiene una iglesia muy bonita con un retablo verdaderamente espectacular: de esos que hay que echar un euro para que se ilumine. Yo mismo metí un euro y, al momento, salieron de hasta debajo de las piedras peregrinos para hacerle fotos al retablo... ¡serán aprovechados! Debían de estar todos esperando a que alguien metiera el susodicho euro... La iglesia tenía también una hermosa pila bautismal románica pero no tan reconocida como la del pueblo siguiente, que os comentaré después.

En la placita de la iglesia había algún banco para sentarse y unos simpáticos barriles de vino de Muga que, aunque lo intentamos, ni el peregrino Toñín ni yo pudimos abrir, jejeje.

Al salir de Grañón, hay una fuerte bajada en medio de verdes campos de cereal hasta el límite con la provincia de Burgos donde, por cierto, volvimos a aliviar nuestras "insistentes" necesidades, jejeje. Atrás dejamos ya los campos de viñedo que nos han acompañado durante las últimas etapas.


Redecilla del Camino y el famoso "pilón"

A la una de la tarde, el siguiente pueblo, Redecilla del Camino, ya en Burgos, nos recibió con un amago de lluvia que acabó convirtiéndose en realidad. Menos mal que pudimos refugiarnos en una oficina de turismo que hay justo a la entrada del pueblo, donde sellamos nuestras credenciales y donde también pude comprar una pequeña réplica de la gran joya escultórica de este pueblo y una de las joyas románicas de todo el Camino: la pila bautismal del siglo XII que se conserva en la iglesia y que se exhibió en la exposición de las Edades del Hombre en Ponferrada.

La réplica que compré pesa alrededor de medio kilo y, claro, cargar con cualquier peso innecesario a lo largo del Camino resulta bastante desaconsejable, de modo que os podéis imaginar la guasa que nos hemos traído Los 4 peregrinos con este tema. Yo ya les he comentado a los demás que no se rían tanto, no vaya a ser que "en algún descuido" le meta el "pilón" (denominación con la que ya conocemos a esta réplica) a alguien en su mochila y me la lleve "gratis" hasta Madrid, jeje...


Dos kilómetros después, a eso de las dos de la tarde y ya sin lluvia, decidimos parar para comer en el pequeño pueblo de Castildelgado. Fue en el restaurante de carretera El chocolatero (que no tiene nada que ver con la canción). Es el típico sitio frecuentado por camioneros y, la verdad, nos despachamos muy a gusto (con la comida, claro).


¡A ponerse los ponchos!

A las tres de la tarde retomamos la marcha. El cielo estaba de un gris amenazador. En ese momento telefoneé al alojamiento de mañana, en San Juan de Ortega, para confirmar la reserva. Les dije que llegaríamos allí sobre las cinco o seis de la tarde, y casi me tomaron a guasa porque les pareció una hora tardísima para llegar... "Pero qué vagos que estáis hechos", me dijeron entre risas. Se ve que aún no nos conocen...

El cielo gris se transformó en pocos minutos en una lluvia más o menos intensa que nos acompañó durante casi una hora. Tocó ponerse los ponchos y esto coincidió con el paso por el pueblecito de Viloria, lugar de nacimiento de Santo Domingo de la Calzada, a algo más de dos kilómetros de Castildelgado. Tres kilómetros después, ya sin lluvia, atravesamos otro pueblo pequeño, Villamayor del Río, donde alguna peregrina que yo me sé intentó, sin éxito, aliviar aguas menores. A estas alturas de jornada, como ya viene siendo tradicional en las segundas mitades de etapa, ya veníamos todos con la lengua fuera. Apenas si veíamos peregrinos y menos mal que el camino era más bien llano con alguna bajadita. El paisaje era verde (por los campos de cereal) y gris (por las nubes) con la silueta de los Montes de Oca al fondo.


¡Por fin en Belorado!

Por fin, a las 6 de la tarde, yendo en todo momento junto a la carretera, llegamos a nuestro destino de hoy: Belorado. A la entrada hay un espectacular albergue de peregrinos, donde sellamos nuestra credencial. Lo de espectacular es por los servicios de que dispone, piscina incluida. Aquí estaba el peregrino de Vitoria con el que coincidimos al principio de la etapa y que había llegado hacía casi tres horas... ¡Pero qué lentos que somos!

Enseguida nos adentramos en el pueblo, donde nos esperaba nuestra preciosa casa rural, de la que vimos varios anuncios a lo largo de la etapa de hoy. La casa rural se encontraba en una calle en obras, por lo que para entrar fue necesario dar un pequeño rodeo. Al peregrino Juanma le pareció haber leído en algún sitio que en esa casa rural daban masajes en los pies cosa que, para desgracia del peregrino Barro Man, no era cierta.

Esta acogedora casa rural la gestiona un joven y agradable matrimonio. Por cierto, que la chimenea estaba encendida, lo que os puede dar idea de la temperatura ambiente. Las paredes de las habitaciones son de piedra y, la verdad, es que el sitio merece la pena.

Aprovechamos para descansar varias horas y a las nueve de la noche dimos una vuelta por el pueblo. Tiene una plaza arbolada muy bonita, dominada por una iglesia y un quiosco central de música. En un bar de la plaza nos tomamos unas bien merecidas cañas y, a eso de las diez, cenamos en una cafetería cercana.



Y mañana, los temibles Montes de Oca

Hoy no hubo pelotazo nocturno porque mañana nos espera la etapa reina (por perfil, que no por distancia): hay que llegar a San Juan de Ortega donde nos espera otro de los lugares emblemáticos del Camino: el monasterio de San Juan de Ortega. Pero antes... antes hay que cruzar los Montes de Oca con unas pendientes terroríficas. Esperemos que el tiempo acompañe... ¡Buen Camino!


Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Vangelis "Abraham's theme")

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estos peregrinos no aguantan nada. Se pasan toda la etapa "aliviando insistentes necesidades".

Anónimo dijo...

A Miguel deberiamos apodarle "el niño del Pilón".

¡¡ Hay que tener ganas de cargar con un recuerdo tan pesado!!.