sábado, 26 de abril de 2008

CS2008 – Etapa 1 (Camino de Nájera)




Primera etapa finiquitada. Balance: unos cuantos peregrinos insolados y medio deshidratados, y primeros problemas con rozaduras y ampollas. Hoy hemos tirado más de gafas de sol, sombreros y tiritas que toda la semana del Camino del año pasado. ¡Menudo torrado que nos hemos cogido todos! Y lo peor es que mañana puede ser aún peor. Ya os contaré. De momento, antes de irnos a dormir, entre mejunje y mejunje para los pies, os relato cómo nos ha ido el día, que empezó con las secuelas de una noche loca loca loca...


Vaya nochecita que nos dieron ayer...

Ya tenemos la primera gran anécdota del Camino de este año. Esta pasada noche apenas si hemos podido pegar ojo. Sobre todo, el peregrino Juanma y yo. Como os decía ayer, el hotel de Logroño está en el mismo casco viejo y nuestras habitaciones eran exteriores. Os podéis imaginar el escándalo que había por allí. Debía estar toda La Rioja de botellón por nuestra zona. Pero eso no fue lo peor. En la habitación de al lado se nos colaron dos auténticos "colgaos" que se pasaron toda, repito toda, la noche fumando y hablando a gritos, y al final terminaron emitiendo otro tipo de gritos más... "cariñosos"... (me entendéis por dónde voy, ¿no?). Al principio pensábamos que eran dos tíos, que arrastraban la voz, entrecortándose sin vocalizar bien, pidiéndose el mechero o no sé qué (debían de estar fumándose un canuto). A eso de las 2 de la madrugada me percato de que uno de ellos era... ¡una tía! Vaya voz más grosera y basta que tenía y menudo lenguaje más vulgar y soez. Vamos, ¡que menudo putón que estaba hecha! A las 3 de la madrugada la tal Sonia (que así se llamaba la fulana), parece que no tenía muchas ganas de rollo y le pide a su tío (su chulo, digo yo) que se marche. Salen los dos discutiendo al rellano de la escalera y se van del hotel... ¡Qué respiro! Por fin se han ido...

Qué ilusos, a las 4 de la madrugada ya los tenemos a los dos otra vez en la habitación, pero ahora en un tono más "amistoso". Así se tiraron hasta las 5 de la madrugada, hablando y hablando en voz alta de auténticas tonterías y utilizando un lenguaje que, desde luego, no despertaría la envidia de Cervantes precisamente.

A partir de las 5 de la madrugada supongo que debieron caer en la cuenta de que si estaban en este hostal era para algo más que estar toda la noche berreando, de modo que entonces cambiaron su inicial actitud hostil por otra bastante más cariñosa y el único ruido que se oía, entre ordinariez y ordinariez, era el de los barrotes de su cama estrellándose contra la pared... pared que, para desgracia del peregrino Juanma y mía, era la nuestra... ¡Imposible pegar ojo! Ni siquiera Juanma pudo poner en marcha su serrucho. La habitación de los peregrinos Laura y Toñín estaba en la otra punta del pasillo y, aunque oyeron parte del escándalo, parece que disfrutaron de algo más de tranquilidad.

De lo que sucedió después de las 6 y media más o menos ya no os puedo contar porque ahí es cuando debí de dormirme. Ni que decir tiene que, cuando me levanté a las 7 y media, puse la televisión de la habitación a todo volumen, para devolverles de alguna manera la moneda, pero estos desgraciados debieron de marcharse una vez que terminaron su "trabajito".

Una vez que dejamos el hotel, a las 8:30 horas, desayunamos en una cafetería próxima y el tema de conversación os podéis imaginar cuál fue. Menudas ojeras que teníamos todos.


Saliendo de Logroño

Bueno, pues dejando a un lado estas curiosas historias más propias de un hostal putero que de uno de peregrinos, tras un suculento desayuno, iniciamos nuestra marcha. El Camino pasa muy cerca de donde estábamos alojados, de modo que no fue difícil coger la pista de la famosa "flecha amarilla".

La salida de Logroño se lleva a cabo cruzando grandes parques, por la ciudad universitaria. El recorrido es bonito y atrás va quedando la silueta de la ciudad con las torres de la Catedral. Nos dirigimos hacia el parque de la Grajera, donde se encuentra el embalse del mismo nombre. Esta es una zona de recreo donde vemos mucha gente pescando. Para llegar allí hubo que subir una pequeña colina tras la que se divisa a lo lejos el pueblo de Navarrete.

En este trayecto coincidimos con más peregrinos, en particular con un simpático grupo de Sevilla que nos hizo alguna fotografía, y a los que correspondimos del mismo modo. Estos peregrinos eran aún más lentos que nosotros andando, cosa harto difícil, y hacían etapas más cortas.

El día transcurría soleado y el calor empezaba a apretar. Para colmo, los peregrinos Laura y Toñín olvidaron sus sombreros en Madrid, de modo que tendrían que comprarse alguno en la primera tienda que encontrásemos. A estas alturas de etapa yo ya llevaba puestas más tiempo las gafas de sol que durante todo el Camino del año pasado.


Llegando a Navarrete

Según nos acercábamos a Navarrete, los viñedos y el color tierra del paisaje cobraban protagonismo. Navarrete es un pueblecito dominado por la torre de la iglesia. A la entrada del pueblo están las ruinas de un antiguo hospital de peregrinos cuya fachada se ha trasladado al cementerio. Cuando llegamos al pueblo, cerca del mediodía, el albergue de peregrinos estaba cerrado y no lo abrían hasta las 13:30 horas, de modo que no pudimos sellar aquí nuestras credenciales.

En una placita céntrica, encontramos un bar donde nos sentamos para tomar unas cervecitas bien frías y algunos canapés de aperitivo. En las mesas de al lado se sentaron otros peregrinos, entre ellos un grupo formado por un portugués, un tinerfeño y una señora mayor de nacionalidad australiana que llevan haciendo el Camino durante varios años, citándose por internet.

En Navarrete la Barbie Peregrina y Barro Man se han comprado unas gorritas para protegerse del sol. Debió de haber algún problema con el modelo elegido porque los dos salieron de la tienda con alguna que otra "discrepancia".

De Navarrete a Nájera (16 km) solamente hay un pueblo, Ventosa, pero el Camino no pasa exactamente por allí, sino que hay que tomar un ligero desvío. Decidimos arriesgarnos a no comprar nada de comer en Navarrete y hacerlo en Ventosa, en algún sitio que veamos. Al salir de Navarrete pasamos por delante del cementerio donde está la fachada que comenté antes del antiguo hospital de peregrinos.


Siguiente destino: Ventosa... y ¡qué calor, madre!

En teoría, Ventosa se encuentra a solo 4 kilómetros de Navarrete. Pero el camino está pésimamente señalizado y acabamos dando un rodeo absurdo y desesperante. Yo creo que nos hemos metido un par de kilómetros extra en medio de una solana impresionante. Por si fuera poco, en este tramo, el paisaje se hace mucho más monótono y el Camino transcurre próximo a la autovía.

El recorrido hasta Ventosa fue interminable. Nunca acabábamos de divisar nuestro objetivo. Al fin, casi a las tres de la tarde, llegamos al pueblo, que dispone de un hermoso y muy acogedor albergue de peregrinos (el de "San Saturnino"). Aquí nos ofrecen agua fresquita, sellamos nuestras credenciales, los peregrinos Laura y Juanma aprovechan para comprar unas calabazas y, lo que es más importante, el encargado del albergue nos da un trato sensacional. Nos guardan las mochilas mientras vamos a comer a un bar próximo. En este bar no deben de estar muy acostumbrados a recibir a mucha gente, porque la cocina estaba prácticamente cerrada y al final acabaron por darnos de comer lo mismo que iban a servirse sus propietarios, que se encontraban preparando la correspondiente mesa.




En la mesa de al lado había una señora que se interesó por nosotros y por el trato que recibimos en el albergue de peregrinos. Menos mal que dejamos en buen lugar a ese albergue, porque la susodicha señora resultó ser la mujer del encargado del albergue, que llegó minutos después.

Con energías renovadas, reemprendimos la marcha a las cinco de la tarde con destino a Nájera. A la salida de Ventosa tuvimos ocasión de observar la iglesia del pueblo y un pequeño monolito sobre el que se alza una pequeña y simpática figura del Apóstol.


El Poyo de Nájera

Hasta Nájera había unas tres horas y nos tocó hacer ese tramo del Camino en medio de un sol de justicia. Faltaba una subidita hasta el alto de San Antón y, a partir de aquí, todo era una bajada que discurría entre viñedos y monte bajo. Poco después de coronar el alto de San Antón, una hora después de salir de Ventosa, ya nos quedamos sin agua.

A tres kilómetros de Nájera, cuando se divisaba a lo lejos la silueta de la ciudad, llegamos a un curioso paraje, denominado Poyo (alto o cerro) de Nájera, una pequeña elevación donde dice la tradición que Roldán venció al gigante musulmán Ferragut. Aquí había una pequeña zona de recreo y, lo que es más importante, agua fresca que recibimos como si de un manjar divino se tratase.




Por fin en Nájera

A las siete y pico de la tarde entramos en Nájera. Nuestro hostal se halla cerca del río Najerilla, que divide la ciudad. Se trata de un edificio de apartamentos con recepción y cafetería independientes. Llegamos verdaderamente machacados por la treintena de kilómetros de recorrido, la insolación y el calor. Quedamos a las nueve y media para recorrer el pueblo y cenar. Esas casi dos horas pasaron "volando" y alguno no tuvo tiempo ni para ducharse de lo cansado que estaba. El calor ha originado la aparición de las primeras rozaduras, de modo que hay que echar mano ya de las tiritas.

Tras dar un pequeño paseo por el pueblo, que estaba de fiestas, nos metemos a cenar en un sitio acogedor de la calle más animada. Pedimos unas racioncitas, a base de platos típicos, que estaban deliciosas. Por supuesto, no faltaron los "caldos" típicos de la tierra ni los brindis de rigor.

Antes de irnos a dormir, aún hubo tiempo de echarse algún pelotacillo (pacharán incluido) en una terraza junto al río y muy cerquita de nuestro hotel. Había bastante jaleo y bromeábamos sobre si nos tocaría otra ruidosa noche como la pasada, jejeje...


Mañana... ¡a pasar más calor!

Pues ya estoy aquí con el peregrino Juanma que, hoy sí, va a sacar el serrucho a afinar porque ya se me ha quedado dormido. Jamás he visto una mayor capacidad de dormirse en tan poco tiempo. Bueno, mañana nos toca una etapa similar a la de hoy, pero bastante más corta (solo 21 km) que nos llevará hasta Santo Domingo de la Calzada, ya sabéis, "donde cantó la gallina asada". Saldremos a las 9 de la mañana, pero antes queremos acercarnos a ver la preciosa iglesia-monasterio de Santa María la Real y que nos sellen ahí la credencial, pues aún no tenemos el sello de Nájera. Nos espera un tiempo similar al de hoy, de modo que nos toca achicharrarnos otro poco. Ya os contaré, por la noche, en qué condiciones llegamos. ¡Buen Camino!


Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Abba "Eagle")





2 comentarios:

Anónimo dijo...

En el albergue de San Saturnino el agua fresca que nos ofrecieron me supo a Gloria.

Anónimo dijo...

Extraordinario el relato de la noche previa al comienzo de la etapa. En mi opinión es una prueba más del aguante que pueden tener unos verdaderos peregrinos.