jueves, 3 de mayo de 2007

CS2007 – Etapa 5 (Camino de Estella)





¡Buenas noches, peregrinos! Esta noche os escribo desde la preciosa e histórica villa de Estella, donde hemos concluido una etapa rompepiernas de solo 22 kilómetros pero con continuas subidas y bajadas. La verdad es que la etapa ha sido más o menos cómoda hasta la última hora, ya entrando en la propia Estella, que se nos ha hecho interminable, puesto que nuestro hotel está justo en la punta opuesta de la ciudad. Como viene siendo habitual, acabamos machacados pero ninguno de nosotros tiene ampollas aunque los pies llegaron literalmente ardiendo. Los mejunjes milagrosos que nos aplicamos dos veces cada día, al levantarnos y al acostarnos, son realmente eficaces. También se agradecen esas duchitas que nos pegamos nada más llegar al hotel después de cada etapa. Hoy hemos tenido muy buen tiempo todo el día pero a estas horas de la noche ya está lloviendo y nos tememos lo peor para mañana. Os relato cómo ha sido esta etapa.


Salida de Puente la Reina

Como de costumbre, tras una noche de buenos ronquidos en la habitación (los de hoy retumbaban en todo el hotel y os aseguro que no exagero), a las 8:30 horas hemos quedado en el comedor para desayunar de buffet. A las 9 iniciamos la marcha no sin antes pasar por un comercio próximo para comprar agua, pan y embutido ya que, previsiblemente, la comida de hoy se haga a base de bocadillos.

Hoy parece que tendremos un buen día para caminar. La temperatura es agradable y luce el sol. La salida de Puente la Reina se hace cruzando el hermoso Puente del Peregrino, símbolo de la ciudad y uno de los monumentos más destacados de todo el Camino. El puente se halla en la continuación de la empedrada Calle Mayor, que es la vía principal de la población y donde se encontraba nuestro hotel.


Entre viñedos y barro

En seguida vemos lo que será la tónica de estos primeros kilómetros de etapa: senderos y veredas que se meten por en medio de los viñedos. Las últimas lluvias hacen que por momentos nos encontremos con auténticos barrizales, en los que te hundes casi hasta el tobillo. En esta parte del Camino todavía coincidimos andando muchos peregrinos. Entre ellos estaban las dos chicas inglesas que ayer nos ofrecieron queso. Una de ellas llevaba zapatillas deportivas (supongo que tendría los pies machacados por las botas), y no era ese precisamente el mejor calzado para atravesar esta zona. Por aquí se descolgaron de nuestro grupo y ya no volvimos a verlas más.


El paisaje de los viñedos era precioso. Al cabo de una hora, y tras una buena subidita, llegamos a Mañeru, el primer pueblo de la etapa, a 5 kilómetros de Puente la Reina. Por allí estuvimos hablando con algún lugareño sobre las cepas que veíamos por los alrededores. Dos kilómetros después, y tras otra subida aún mayor que la anterior, llegamos al segundo pueblo del día, Cirauqui, de estilo medieval, que se alza en lo alto de una pequeña colina. Todavía me parece escuchar el sonido de los bastones de los peregrinos golpeando en las empedradas calles de este pueblo.
Después de estas primeras subidas del día, decidimos hacer un pequeño alto en el camino para descansar unos minutos y tomarnos algunas barritas energéticas.


Una calzada romana, un puente romano y un río de bandidos...

La salida de Cirauqui era de bajada a lo largo de varios kilómetros, primero por una vieja calzada romana y, después, por diversos senderos. En la calzada romana se encontraba un pequeño puente, también romano, donde aprovechamos para detenernos nuevamente durante unos minutos.

Poco después cruzamos algunos riachuelos. Uno de ellos era el río Salado, donde, en la Edad Media, pícaros y bribones engañaban a los peregrinos dejando que sus caballerías bebieran allí para luego destriparlas una vez que murieran a causa de la ingestión de aguas salobres.


Comida, calabaza y sombrero para los peregrinos

Prácticamente sin enterarnos, pues el recorrido no era especialmente difícil y el tiempo acompañaba, se iba acercando la hora de comer. El siguiente pueblo, Lorca, para variar, también se hallaba al final de una buena subida. Así que decidimos comer allí. Eran las dos y media de la tarde.

Aunque teníamos intención de liquidar las provisiones que habíamos comprado en Puente la Reina, lo cierto es que el menú del día del albergue de peregrinos de Lorca nos tentó más y al final nos quedamos a comer en él. Había un menú con varias opciones de primeros y segundos platos que no estaba nada mal. La encargada del albergue andaba un poco "mareada" con tantos peregrinos que le hablaban en no sé cuántos idiomas diferentes, de modo que pareció alegrarse cuando vio que éramos peregrinos españoles.

Mientras estábamos en el mostrador de la cafetería del albergue tomándonos unos cafés, el peregrino Toñín y yo observamos que vendían calabazas y sombreros de peregrino. No nos lo pensamos dos veces, y cada uno de nosotros compró su calabaza y su sombrero de los que, desde entonces, no nos hemos separado. Por cierto, que también aprovechamos todos el paso por este albergue para sellar en él nuestras credenciales de peregrino.


Por fin en Estella, pero...

Los 9 kilómetros que separan Lorca de Estella, recorridos bajo el sonido de los golpes de nuestras calabazas con los bordones, tampoco eran especialmente complicados. Este trayecto transcurrió en su mayor parte por entre campos de cultivo y algo de monte. Entre medias de las dos localidades citadas está el pueblo de Villatuerta, al que se accede por un bonito puente románico de dos ojos y que cuenta con una interesante iglesia.

Por fin, a las 5 de la tarde llegamos a Estella. Ya nos ha ocurrido más veces: las últimas horas de cada etapa, sobre todo después de la comida, se hacen "matadoras". Hoy no ha sido excepción y el cansancio acumulado se nota. Estella es una ciudad muy bonita, plagada de monumentos muy vistosos. Nada más entrar nos encontramos con el albergue de peregrinos, donde nos sellan la credencial no sin antes decirnos el habitual "está completo". ¡Madre mía si no llegamos a tener la reserva hecha en un hotel, como para ponernos a buscar alojamientos estábamos nosotros! Para nuestra desgracia, el hotel se encuentra justo en la otra punta de la ciudad, y tardamos una eternidad en llegar allí. Este último "paseo" es el que nos acabó de romper, y apenas si pudimos deleitarnos con las joyas arquitectónicas de la hermosa villa navarra que se contemplaban a lo largo de la marcha.

Son casi las 6 de la tarde cuando entramos en nuestro hotel, de corte moderno. Hoy, sin duda, el poder descalzarse y tomarse una buena ducha no tiene precio. Acordamos en vernos los cuatro sobre las 8 de la tarde para darnos una pequeña vuelta. La peregrina Laura no tiene muy claro si salir hoy porque está molida. Al final, a la hora convenida, nos vemos Los 4 peregrinos y nos tomamos unas cañitas en un bar próximo. El habitual paseo por la población de final de etapa lo dejaremos para otro día. Por cierto, continuando con la semana de "tardes-noches futboleras", en el bar hemos visto la eliminación del equipo de la tierra, el Osasuna, por parte del Sevilla en la Copa de la UEFA.




Finalmente, a las nueve y media regresamos al hotel, donde cenamos unos platos combinados. Aquí nos encontramos con el matrimonio de Granada que estuvo alojado en la misma pensión de Zubiri que nosotros. Y, según nos han contado, también lo estará en el hotel de la próxima etapa, en el pueblo de Los Arcos. Estos hacen el Camino sin mochilas, ya que se las llevan en taxi hasta la población del final de cada etapa.


Mañana, la Fuente del Vino

Y así es como ha transcurrido el día de hoy. Sin duda, hoy hemos ido de más a menos. Ahora estoy con el peregrino Juanma viendo un programa de humor de la Televisión Vasca mientras nos embadurnamos los pies con los mejunjes. Mañana tenemos la penúltima etapa, que acaba en Los Arcos después de 22 kilómetros también: los 10 primeros de subida, y el resto de bajada. Nada más empezar toparemos con la famosa Fuente del Vino, donde el peregrino puede echarse un traguito de vino por cuenta ajena. Veremos cómo se comporta el tiempo. ¡Buen Camino!


Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Era "Ameno")






1 comentario:

Juanma dijo...

En la villa de Cirauqui mientras descansabamos viendo el paisaje el peregrino Juanma telefoneó a su casa y le comunicaron que su hijo pequeño tenía varicela.