¡Hola peregrin@s!
Esta noche os escribo ya desde Madrid, adonde hemos llegado esta tarde. Como sabéis, ayer viernes realizamos la última etapa del Camino, de Gijón a Avilés, 23 kilómetros casi llanos y hoy sábado hemos regresado todos a Madrid en autobús.
Aquí tenéis el relato de la última etapa del CS2019... ¡Buen Camino!
La última jornada del Camino
Tras la maratoniana etapa de ayer, hoy regresamos a nuestros horarios habituales. El despertador suena a las 7.45 horas para iniciar la última etapa del Camino. Desde la habitación del hotel de Gijón vemos, con horror, que está lloviendo. Hoy será un día de ponchos, al menos al principio.
Tras los 100 kilómetros que nos hemos metido en los últimos tres días os podéis imaginar el aspecto de los pies de estos peregrinos... Esta mañana el botiquín tiene trabajo extra... Una vez concluido el aseo y la sesión de curas, bajamos al bufé del hotel para desayunar apaciblemente... Y tan tranquilos que nos lo estamos tomando que repetimos varias veces... cafés... zumos... bollitos... ya nos da vergüenza el tiempo que nos está llevando este desayuno...
Finalmente, tras pasar a recoger las mochilas en la habitación, a las diez menos cuarto ya estamos en la puerta del hotel poniéndonos los malolientes ponchos y disponiéndonos a comenzar esta última etapa.
Nuestro ritmo de inicio es tan lento que a la media hora de etapa aún no hemos avanzado más que unos cientos de metros pues nos entretuvimos un buen rato en los aledaños del paseo marítimo, con la iglesia de San Pedro al final del mismo, y en la zona monumental próxima, con el palacio de Revillagigedo y el Ayuntamiento.
Hoy no hay prisa, porque la etapa así lo permite, pero tampoco es cuestión de llegar de noche a Avilés jajajajas.
Ya cerca de las diez y media, por fin, nos decidimos a acelerar la marcha para iniciar la larguísima, y tediosa, salida de Gijón. Casi una hora siguiendo una de las avenidas principales de la ciudad hasta que dejamos atrás Gijón Eso sí, por el camino paramos en un comercio para comprar algo de fruta y un palmerón gigantesco.
Paisaje industrial
Tras más de una hora de recta interminable, y ya sin lluvia, a las once y media de la mañana dejamos definitivamente atrás Gijón y entramos en una zona de paisaje industrial dominada por la fábrica de la metalúrgica Arcelor, la autovía y el entorno natural. Nos gustaban más las playas y las montañitas de otros días pero esto es lo que toca hoy...
Caminando junto a la autovía llegamos al momento tierno del día.. Una cabrita atada junto a una casa.. nos acercamos a cogerla y hacerle fotos y... los dueños nos ven y nos traen en brazos un cabrito nacido hace menos de un mes para que lo cojamos y nos fotografiemos con él... Incluso ellos nos hicieron alguna de las fotos. A la peregrina Isabel se le hacía la boca agua cogiendo el cabritillo...
A partir de aquí, tras cruzar las vías del tren, a través de calles asfaltadas y pequeñas urbanizaciones comienza la única cuesta de todo el día: el inicio de la subida al monte Areo desde donde se ven bonitas vistas de la comarca con la acería de Arcelor presidiéndolo todo.
El día está cada vez más soleado y poco a poco se van disipando las nubes aunque el tiempo sigue fresco. Apenas se ven más peregrinos; suponemos que la mayoría de los que estaban en el albergue de Priesca se fueron por la ruta de Oviedo hacia el Camino Primitivo. Conforme andamos, el paisaje se adentra en entornos más verdes hasta que el asfalto revierte en camino. Y volvemos a la compañía de nuestras amigas las vaquitas entre prados y monte.
Un acompañante inesperado
Algo antes de la una y media de la tarde coronamos el monte Areo, lo que supone llevar recorridos casi ocho kilómetros, aproximadamente un tercio de la etapa. En el trayecto de bajada del monte se nos une un acompañante no invitado: un perro vagabundo y maloliente que nos sigue a todas partes, sobre todo a Juanma, del que —muy a su pesar— no se separa ni un instante: camina Juanma... camina el perro; se para Juanma... se para el perro... Juanma estaba hasta las narices de él, e Isabel y yo... tronchándonos de risa con esta cómica situación.. Y así durante la hora y media siguiente...
Intentamos darle esquinazo alguna vez que otra, pero nada... por un momento parece que se va... y al rato vuelve con nosotros... ¡y con Juanma.! Quizás tenga algo que ver con todo esto el cargamento de barritas energéticas que siempre lleva consigo nuestro querido peregrino.
A las dos y diez llegamos a la aldea de Santa Eulalia del Valle, primera población intermedia de hoy. La presencia de nuestro compañero perruno va excitando a todos los perros de las viviendas vecinas a nuestro paso con el consiguiente escándalo de ladridos que os podéis imaginar. ¡Juanma ya está harto del chucho!
En el Camino de Santiago hay muchos perros que se pierden por seguir a los peregrinos y ya no saben regresar a su lugar de origen. Me temo que este va a ser uno de ellos. ¿Cuándo nos lo conseguiremos quitar de encima?
Comida y sello
A las 15.10 h divisamos la aldea de Tamón, el lugar elegido para un triple objetivo: comer, sellar las credenciales... e intentar liberarnos del chucho... Entramos en el bar del pueblo y el chucho se queda justo en la puerta esperándonos. Una vez dentro del bar, comemos tranquilamente sin darnos la menor prisa a la espera de que el perro se aburra y se vaya. Pero no...
Al cabo de un rato, una de las camareras nos pregunta si el perro es nuestro porque está en la puerta del local y no se va... Le contamos la historia y nos dice que intentará ayudarnos para que no nos siga cuando salgamos. Y en efecto, cuando salimos del local, a eso de las cuatro de la tarde, el perro estaba entretenido en unos matorrales y aprovechamos para salir pitando de allí. Ya no volvimos a saber más de él.
Menos mal que nos deshicimos del perro porque el recorrido a partir del pueblo anterior sigue por el arcén de una carretera y su compañía podría resultar peligrosa, sobre todo para él. De vez en cuando mirábamos para atrás por si venía.
Con todo el jaleo del perro olvidamos sellar en Tamón y tuvimos que hacerlo en un bar del pueblo siguiente, Tabaza, tan solo un kilómetro más adelante y al que nos remitieron a su vez desde el bar de enfrente, del mismo dueño, donde nos metimos antes a tomar unos cafés. Nos quedan ocho kilómetros para concluir la etapa.
El final de la etapa
De Tabaza salimos por el arcén de la carretera AS-19, con los coches pasándonos a toda leche a menos de dos metros de distancia. A las cinco y diez llegamos a la altura de la localidad de Trasona, con su imponente iglesia, para media hora más tarde desembocar en el paseo de la ría de Avilés: una zona verde pegadita a la acería, que sigue la ría y las vías del tren hasta el mismo Avilés. ¡Por fin dejamos la carretera! Nos queda menos de una hora para acabar la etapa.
Junto a nosotros continuamente pasan trenes de mercancías hacia la acería.
A las seis de la tarde Avilés ya está a la vista pero aún nos queda el último tramo del paseo junto a la ría y cruzar una pasarela sobre las vías del tren para entrar en la ciudad a las 18.30 h.
Aquí nos espera nuestra última habitación, triple, de esta aventura. Es el final del Camino.
En este momento nos vienen a la mente todas las emociones del Camino, las distintas etapas... las fáciles... y las difíciles... los momentos de más sufrimiento y... por supuesto... los momentos más agradables de este largo viaje.
Tarde-noche de viernes en Avilés
La verdad es que Avilés es una ciudad muy bonita, mucho más que el entorno que la rodea. Se trata de una urbe muy bien cuidada, con muchas iglesias y zonas amplias... En el propio hotel nos recomiendan lo más interesante para visitar, como el barrio minero o los alrededores del Ayuntamiento.
Antes de las nueve de la noche bajamos a dar nuestro habitual paseo turístico. Hoy, además, es viernes, fin de semana, y la ciudad se nota muy animada. Hay mucha gente joven por la calle.
Y a las nueve y media entramos en una pulpería gallega del centro de la ciudad para darnos un merecido homenaje en forma de pulpo a feira con brindis de vino ribeiro. Allí mismo nos tomamos también los orujos que ponían fin a la jornada... Y a este Camino. Después de eso... a nuestra habitación del hotel para cerrar definitivamente el día.
Regreso a Madrid
Y llega el sábado, el día del regreso a Madrid. Hoy no hay etapa, el autobús no sale hasta la una de la tarde y la estación está solo a un cuarto de hora andando desde el hotel. Así que no hay mucha prisa por madrugar. A las diez aún estábamos en plan remolón tumbados en las camas.
Antes de dejar la habitación, Isabel y yo le dimos a Juanma los masajes que le debíamos por su victoria en el chinchón de la noche del albergue de Priesca. Yo elegí dárselo en las piernas y pies, y a Isabel le tocó el cuello y la espalda. Si viérais la cara de gustazo del peregrino... ¡Cómo disfrutaba el tío! No es para menos... después de la paliza de estos días, que te den unos masajes aunque solo sean cinco minutos... ¡quién lo iba a despreciar!
Y tras la sesión de masajes dejamos el hotel para desayunar primero en una cafetería cercana y con muy buena bollería... Y luego para dar un último paseo y hacer compras por la zona céntrica de la ciudad.
A las 12.30 h ya estábamos en la estación esperando la salida de nuestro autobús, algo que se produjo de forma puntual, a las 13 h para llegar a las 18.30 h a Madrid.
En el viaje de vuelta, como suele ser habitual, una mezcla de contrastes... La pena por lo bueno que se acaba... y la alegría por ver de nuevo a los seres queridos que dejamos en la capital. Es lo que hay.
El año que viene tenemos idea de realizar el segundo de los tres años del Camino de Norte, desde Avilés hasta algún lugar del interior de Lugo, probablemente Mondoñedo, para llegar un año después, en Año Santo, a Santiago. ¡Os esperamos hasta entonces!
¡Esto ha sido todo, amig@s! ¡Buen Camino!
Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Ernest Gold "BSO Éxodo")