jueves, 2 de mayo de 2019

CS2019 — Etapa 6 (Camino de Gijón)


¡Hola peregrin@s! Esta noche os escribimos desde nuestra habitación triple del hotel de Gijón donde estamos alojados tras meternos alrededor de cuarenta kilómetros encima para culminar esta penúltima etapa del Camino. Cien kilómetros en tres días... ¡Menuda paliza! ¿Molidos... destrozados...? No... ¡lo siguiente! Pero superorgullosos por haberlo conseguido... ¡Olé! Y ahora, os dejamos con el relato de la etapa más larga del Camino de nuestra historia como peregrinos...

¡A levantarse!

La etapa más larga de nuestra historia merece también el mayor de los madrugones. El despertador suena hoy a las 6.30 de la mañana, cuando ni siquiera ha amanecido.

A esta temprana hora, desde la ventana de nuestra habitación se adivina en medio de la noche la silueta de la iglesia de San Salvador de Priesca.

Poco a poco se van levantando también los demás peregrinos. El follón está asegurado para coger sitio en los baños y asearse... y no digamos para recoger las cosas de las mochilas, que están dos plantas más abajo, y poder vestirse. Esta noche tuve que levantarme para ir al servicio, que está en la planta baja... no se veía ni torta y me guie por los ronquidos de los peregrinos en sus habitaciones.

También hay que dejar un tiempo para hacer la cura matinal de los pies. Sobre todo hoy. Los de Juanma e Isabel parecen cuadros de Picasso... están recubiertos de vendas y tiritas, y eso que aún no hemos empezado esta maratoniana etapa. Casi sin darnos cuenta ya ha amanecido y desde nuestra ventana contemplamos el aspecto nublado de esta jornada.

Una vez que, ¡por fin!, conseguimos asearnos en condiciones y vestirnos... bajamos a la cocina a desayunar... ¡pan duro con leche! No hay otra cosa. Y después, a limpiarse los dientes, cerrar las mochilas y dejarlas preparadas para que el servicio de Correos nos las lleve a nuestro hotel de Gijón. Ya sabéis que, según lo decidido antes de salir de Madrid, hoy ninguno llevará su mochila; tan solo la mochilita de Isabel donde irá el botiquín y que nos turnaremos Juanma y yo como en la etapa con final en Ribadesella.

Ahora sí, a las ocho de la mañana, hora y media después de levantarnos, estamos en disposición de comenzar la etapa. No recuerdo ningún día en que hayamos tardado tanto en prepararnos para salir. Ni siquiera cuando estábamos con los coches de apoyo y éramos más peregrinos.

Sin embargo, a pesar de todas las incomodidades, nos llevamos una simpática y entrañable impresión de nuestra estancia en el albergue... Por cierto, en el vídeo de a continuación, el peregrino que aparece detrás de Juanma es uno de los dos con los que ayer estuvimos hablando en la cena. El francés no, el otro (del que desconocemos su procedencia).



Inicio de la etapa

Unos minutos después de las 8 salimos del albergue dando inicio, así, a la sexta etapa del CS2019. El tiempo está nublado y fresco. El Camino rodea la iglesia de San Salvador y se pierde por un sendero que se interna en el monte.

Por delante tenemos casi cuarenta kilómetros hasta Gijón que incluyen dos puertos: los altos de la Cruz y del Curbiello. El primero de ellos es, según nos contaron en el albergue, muy duro. La etapa la comenzamos haciendo yo el primer relevo con la mochilita.

En estos primeros kilómetros de etapa uno de los temas de conversación fue la sorprendente victoria de Juanma anoche a las cartas. Es la primera vez que gana... y lo hace justo cuando hay una apuesta en juego. Ahora Isabel y yo tendremos que darle 5 minutos de masaje...  Ya veremos cómo, dónde, cuándo y con qué... jojojo...

El Camino pasa por preciosas zonas de monte y por otras plagadas de manzanos y de vaquitas... Se nota que vamos hacia Villaviciosa, la capital de la sidra.. Algo antes de las nueve llegamos a Sebrayo, donde hay un albergue de peregrinos. Entramos para intentar sellar pero no hay nadie. Llevamos recorridos ya casi 4 km de etapa.


Media hora más tarde sellamos nuestras credenciales por primera vez en la etapa de hoy. Fue en un lugar tan bonito como curioso, llamado La Casina del Fresnu, en el barrio del mismo nombre, a cinco kilómetros de Villaviciosa. Se trata de un rincón rústico, sin nadie que lo atienda, con terraza y máquina expendedora de bebidas y productos de alimentación. El lugar está presidido por un imponente hórreo y también tiene un sello atado a una cuerda para que los peregrinos que pasen puedan estampar con él sus credenciales. ¡Se agradece el detalle!

Conforme nos vamos acercando a Villaviciosa puede divisarse en el horizonte su ría. La cada vez mayor abundancia de manzanos y, sobre todo, la visión de la fábrica de la sidrería El Gaitero nos delatan la proximidad de la citada población al final de una larga recta.




Redesayuno en Villaviciosa

A las diez y veinte de la mañana llegamos a Villaviciosa, punto kilométrico 10 de esta etapa y capital de la sidra que cuenta, incluso, con un circuito sidrero señalizado en las baldosas del pueblo.

Lo primero que hacemos a nuestra llegada es entrar en una cafetería situada frente a un simpático monumento dedicado a las manzanas, meternos un buen desayuno (¡ahora sí!) y encargar unos bocatas para comerlos más adelante. Además, en el pueblo compramos también unos plátanos para el camino.

Este redesayuno resultó más que agradecido. Infusiones, zumo, bizcocho y tostadas de pan con tomate... "Igualito" que en el albergue, vamos... Al reanudar la marcha, pasadas las once, Juanma se hace cargo del siguiente relevo de la mochilita.

Aprovechamos nuestra paso por Villaviciosa para apreciar algunos de sus monumentos. La salida del pueblo se hace cruzando el parque de la Alameda, que sigue el cauce del río Linares, con unas bonitas cascadas y el coqueto puente de piedra de San Juan. Justo al mediodía dejamos atrás esta emblemática población sidrera.




Cruce de Caminos

Tras Villaviciosa, el Camino sigue su discurrir recuperando sus paisajes más bucólicos. En seguida nos encontramos con un grupo de vacas, todas pasotas ellas, tumbadas sobre la hierba e indiferentes al paso de los peregrinos.

Y un poco más adelante, junto a unos jinetes que se detienen a hablar con Isabel, alcanzamos la pequeña aldea de Casquita, situada en el kilómetro 13 de la etapa, donde se encuentra el cruce de Caminos: el Camino del Norte, el nuestro, de frente con dirección a Gijón; y el Camino Primitivo, a la izquierda con dirección a Oviedo. Un poquito antes de llegar al cruce hay una tiendecita con cosas del peregrino donde nos sellan las credenciales.

Al lado del cruce hay una casa con un perrazo —un mastín— que nos observa detrás de una valla con cara de pocos amigos. Seguimos de frente hacia Gijón por el arcén de la carretera... cada vez más inclinada hacia arriba...

Subidaza al alto de la Cruz

Hacia la una de la tarde comenzamos el tramo más comprometido de la jornada de hoy: la subida al alto de la Cruz, donde rebasaremos el ecuador de esta etapa. Primero por rampas suaves por carretera que luego se convierten en cuestas descomunales por en medio del monte.

Juanma y yo hacemos un nuevo cambio de mochila y ahora paso a llevarla yo...

Esta subida parece no tener fin. Vamos con la lengua fuera, completamente desagrupados y a la pobre Isabel la perdemos de vista una y otra vez en la cola del pelotón.

En el tramo más duro nos adelantó un ciclista con dos alforjas que circulaba a pie empujando la bici y maldiciendo a quien le había dicho que podía meterse por el camino de tierra con ella... Tenía que coger un autobús en Gijón e iba con la hora justa... No volvimos a saber más de él.

Por fin a las dos y cuarto, tras más de una hora de penosísima ascensión, coronamos el puerto e iniciamos la bajada, ya por la carretera de nuevo, hacia la población de Peón, situada en el precioso valle del mismo nombre. Ese es el lugar elegido para comernos los bocatas que llevamos y que tan merecidamente nos hemos ganado.

Comida en Peón

Hasta Peón aún queda una larga y abrupta bajada que nos lleva media hora. Llegamos sobre las tres menos cuarto, con las piernas muy castigadas. Esta zona es una gozada, con grandes vistas de todo el valle. Montañas, vacas, caballos, manzanos... Estamos ya en el kilómetro 25 de la etapa, a solo 13 del final.

En este pueblo encontramos un mesón, Casa Pepito, donde sellamos las credenciales, pedimos unos Aquarius y nos vamos con ellos a la terraza exterior a comernos los bocatas de Villaviciosa. Mientras comemos observamos el cartel publicitario del local, con hamburguesas gigantes de un kilo y tablones de carne de dos metros de largo... Como para pasar hambre...

Por aquí vemos pasar algún peregrino pero la mayoría no siguen adelante y terminan la etapa en este pueblo, aunque no hay dónde alojarse: hay que pedir un taxi o coger otro tansporte que te lleve a Gijón.

Con Juanma portando la mochila, a las 15.40 h reanudamos la marcha bajando por la carretera para afrontar después la segunda subida de la jornada aunque, según nos comentaron, es bastante más suave que la anterior subida al alto de la Cruz. Las vacas y los manzanos continúan siendo espectadores privilegiados de esta etapa.


Otra subida y... ¡Gijón a la vista!

La subida al alto del Curbiello nos lleva aproximadamente media hora por un terreno abrupto y pedregoso. Aunque más corta que la primera subida de la etapa, esta se nos hace dura también por los kilómetros y horas de caminata que ya llevamos todos en las piernas.

La peregrina Isabel ya ni os cuento cómo va la pobre... En modo piloto automático... La subida termina cuando sales a la carretera general y desde ella divisas, a lo lejos, la ciudad de Gijón. Pero no hay que engañarse, aún quedan más de diez kilómetros para llegar allí y ya sabemos lo que sufrimos en los últimos kilómetros de cada etapa.

Poco antes de las cinco de la tarde alcanzamos, por fin, la ansiada carretera tras esta pedregosa y, por momentos, algo embarrada subida. Desde aquí ya todo es descenso hasta Gijón... unos 10 kilómetros. Estamos machacados pero, por si había alguna duda, ahora estamos todos seguros de que esta etapa conseguiremos terminarla como es debido...



El final de la etapa de hoy... y premio en forma de playa

Tras la subida anterior, de nuevo me hago cargo de la mochila, ya por última vez, hasta el hotel. La llegada a Gijón se nos va haciendo larguísima. Son muchas horas ya y muchos kilómetros de caminata. Y tampoco es que sea esta precisamente la parte más bonita de la etapa.

Prácticamente desde el final de la última subida tenemos a la vista la torre de la Universidad Laboral de Gijón... eso sí, cada vez más cerca.

La entrada en Gijón se va haciendo por barrios residenciales periféricos y menos mal que las flechas amarillas están por todos lados, porque sería muy fácil perderse.

A las seis y media de la tarde estamos a la altura de la Universidad Laboral, aunque no se pasa exactamente por ella. Seguimos deambulando por barrios residenciales pero cada vez más cerca del mar.

A un par de kilómetros del centro, y por tanto de nuestro hotel, se halla el albergue de peregrinos, en un camping. Sellamos en él por cuarta vez hoy nuestras credenciales y reanudamos la marcha. El encargado nos dice que desde Priesca hasta el centro de Gijón hay 40 kilómetros, o sea dos más de los que tenemos contabilizados.

Nuestra obsesón es entrar en Gijón a lo grande... ¡Por en medio de la playa! Ya estamos cerca... el estadio del Molinón... el parador de turismo... Y por fin, con la ayuda de un vecino que amablemente nos indicó la forma más rápida de llegar a él... el paseo marítimo... ¡y la playa!

Son las siete y media de la tarde y acabamos de concluir la etapa más larga de nuestra historia como peregrinos. ¡Olé, olé y olé! Ya habrá tiempo de hacer recuento de ampollas, rozaduras, heridas y otras molestias... Ahora lo que nos apatece es descalzarnos y dar un paseo por la arena.

Yo era un poco reacio a descalzarme porque llevo los calcetines pegados al pie por el sudor y luego es complicado quitarse bien las arenas. Pero la peregrina Isabel me convenció de darme el gustazo de caminar por la arena de la playa tras 40 kilómetros y casi doce horas seguidas de dura caminata. ¡Qué gozada!

Llamamos a nuestro hotel, distante solo 100 metros de la playa, para decirles que ya estábamos allí pero que queríamos recrearnos un poco en la playa y la encargada, muy amable, nos dijo que no nos preocupáramos, que disfrutáramos del momento y que, cuando llegáramos al hotel, tendríamos unos Aquarius esperándonos en la recepción por gentileza de la casa.

Así estuvimos toda una hora, hasta las ocho y media... relajándonos por la playa, probando las olas del mar con los pies y conversando con nuestras familias y amistades. ¡Etapón concluido y sensaciones increíbles!




Hotel, cena y pelotazos

A las ocho y media de la tarde llegamos al hotel donde nos esperaban los tres refrescos que nos prometió la encargada. Sellamos nuestras credenciales por quinta vez hoy y luego subimos a nuestra habitacion triple que, tras la estancia de ayer en el albergue, nos pareció como estar alojados en el mismo Palace...

La verdad es que la habitación está fenomenal, muy espaciosa, bien cuidada e iluminada, y con vistas a la avenida principal. Como es algo tarde no hay mucho tiempo para recrearse con ella ya que hay que salir a cenar.

Juanma conoce la zona y nos recomendó un local cercano de cocina típica asturiana donde se come muy bien. Nos tomamos en él unas buenas sidras naturales acompañadas por unas suculentas raciones de chipirones y cachopo. Todo buenísimo... pero lo mejor, sin duda, el ambiente entre nosotros recordando los momentos estelares de la etapa de hoy... y algunos de la noche de ayer en el albergue. Aunque este Camino no se ha acabado todavía, la sensación es que ya está casi todo hecho porque la etapa de mañana es de las cortas y con un perfil no demasiado complicado.

Así que, tras la cena... ¡pelotazos! Aprovechando que el hotel está en una zona concurrida, nos metemos en un local nocturno relativamente tranquilo para tomarnos algún copazo. Atrás quedan muchas horas de esfuerzo físico que bien merecen esta recompensa. Así que esta noche no habrá partida de cartas ni tampoco podremos saldar la deuda con Juanma sino que tocará descansar de la paliza que nos hemos metido hoy...



La etapa de mañana, última del CS2019

Pues así ha transcurrido esta sexta etapa del CS2019, la mayor de todas. Mañana tendremos la última etapa de este Camino, la séptima, con 23 kilómetros casi llanos entre Gijón y Avilés, desde donde retornaremos el sábado a Madrid... Y con los masajes a Juanma pendientes...

Así que lo que ocurra en esa última etapa os lo contaré... ¿mañana? Noooo... esta vez será pasado mañana... ya desde Madrid. ¡Buen Camino!

Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Malcolm McLaren "Madam Butterfy")



1 comentario:

Juanma dijo...

Durísima esta etapa.La salida fue super temprano para poder abordar el recorrido. Aparte de ser la más larga, tuvimos que afrontar 2 subidas espectaculares, en concreto el alto de la Cruz me pareció interminable.
En Ribadesella gran desayuno y precioso el salto de agua en el río Linares.
A las afueras de Gijón descubrimos un camping con unas instalaciones fantásticas donde nos ofrecieron alojamiento.
Maravillosa la llegada a la playa de San Lorenzo en Gijón donde paseamos, nos relajamos y nos dimos cuenta de la hazaña realizada.