miércoles, 29 de abril de 2015

CS2015 — Etapa 5 (Camino de Berducedo)



¡Hola peregrin@s!

Esta noche os escribimos desde nuestro pequeño alojamiento rural en la minúscula localidad asturiana de Berducedo, punto final de la quinta etapa del Camino Primitivo, la más corta del curso, con solo 18 kilómetros desde Pola de Allande y, entre medias, la subida a la cota más alta de todo este Camino, el puerto del Palo. Menos mal que esta subida se ha hecho en la primera mitad de etapa, con las piernas aún frescas; de haber sido de otra manera me temo que la cosa habría cambiado bastante.

El recorrido de hoy ha discurrido por parajes muy solitarios y vistas panorámicas espectaculares (lo habitual en este Camino, vamos); aun así, hoy hemos coincidido con más peregrinos que ningún otro día. El tiempo ha acompañado con nubes y algo de sol, ni una gota de lluvia, temperatura fresca, con frío al inicio y una buena rasca ahora mismo ahí afuera. Nosotros hemos acabado bien... cansados, pero bien... dentro de lo que cabe. La rodilla de Juanma no termina de mejorar y mañana, probablemente, andará sin mochila.

A continuación va el relato de esta etapa...

Inicio de la etapa

A las 7.45 horas el implacable despertador nos recuerda que es hora de abandonar nuestras confortabilísimas sábanas para iniciar una nueva jornada con nuestra rutina cotidiana... O sea, arreglarse, asearse, revisar heridas y lesiones, aplicarse los mejunjes milagrosos en los pies, organizar los enseres y recoger las mochilas. A las 8.30 horas ya estamos preparados para nuestro desayuno reglamentario en la cafetería del hotel de Pola de Allande. Poco antes de las nueve, tras despedirnos de nuestros amables anfitriones de La Nueva Allandesa, salimos al exterior dispuestos a iniciar la etapa.

Dedicamos algunos minutos a callejear un poquito por el pueblo en busca de un lugar donde poder poner un sello en nuestra credencial. No encontramos ninguno abierto así que, para no dilatar más el inicio de etapa, nos ponemos en marcha.

La etapa de hoy se caracteriza por la práctica ausencia de lugares intermedios de referencia donde poder hacer un mínimo avituallamiento. Apenas un pueblo habitado (se llama Lago y, que yo sepa, no tiene lago ni nada que se le parezca) poco antes de llegar a Berducedo. Habrá que decidir sobre la marcha, en consecuencia, si comemos allí o lo hacemos en el propio Berducedo.

Subida al puerto del Palo

Pasadas las nueve de la mañana iniciamos la marcha saliendo de Pola de Allande por la carretera que conduce al alto del Palo. Hace un poco de frío y la sensación de subida se percibe desde el primer momento, aunque las rampas iniciales son muy suaves.


En seguida dejamos la carretera para tomar una senda que discurre por una bonita zona boscosa, paralela al río Nisón, afluente del Narcea. Testigo de nuestro paso son acebos, madroñeras y un sinfín de árboles. También nos acompañan los sonidos de las aguas del Nisón y de algún que otro arroyo que cruzamos por puentes de madera. Así, con este agradable recorrido, casi sin darnos cuenta vamos ganando altitud... y el Camino va ganando pendiente.

A las once de la mañana, tras pasar junto a algún derrumbe, llegamos al caserío de La Reigada, la única zona de toda la subida al puerto donde se percibe una mínima presencia humana, aunque seguimos sin cruzarnos con nadie. Como mucho, con alguna vaca solitaria.

A partir de aquí el sendero se estrecha más y la pendiente ya es bastante fuerte. Ya con la lengua fuera, un par de puentes nos ayudan a cruzar un arroyo bajo un bosque poblado por plantas de arándano. Aún habrá que cruzar algún arroyo más e, incluso, tendremos que salvar un mínimo tramo de carretera antes de regresar al bosque por una senda pedregosa inclinadísima hacia arriba. ¡Lo que nos faltaba!

Conforme ganamos altura, la vegetación se va degradando. Ya no hay árboles sino pequeños arbustos y entre algunos de ellos vemos los restos de lo que parece una res muerta. Las alimañas han hecho su trabajo. La cima está cercana.


¡Ya estamos arriba!

Justo al mediodía divisamos a lo lejos el puerto. Debajo mismo de él hay una fuente donde está nuestro omnipresente amigo —el peregrino francés—, que nos saluda en la distancia. Oh là là, mes amis espagnols! Cuando llegamos a la altura de la fuente, él ya está casi arriba. Este hombre madruga mucho más que nosotros y casi le hemos alcanzado. Apenas nos saca un cuarto de hora.


En la fuente nos tomamos un pequeño respiro antes de afrontar el ascenso final, de unos doscientos metros, hasta el puerto. Unos buenos tragos de agua nos ayudarán a recuperar el aliento antes de acometer el último repecho.

Por fin, a las doce y media, y también con la lengua fuera, llegamos al puerto del Palo, de 1146 metros de altitud. A mano derecha surge una senda por donde se incorpora la ruta de los Hospitales —que os comenté ayer— que parte de Borres. En el puerto hemos observado el paso de varios peregrinos, alguno procedente de esa ruta de los Hospitales.

Desde el puerto se divisa una amplísima panorámica de la comarca. Una verdadera preciosidad con todas las lomas y montañas que se pierden en el horizonte. El descenso se inicia de inmediato con ese espectacular paisaje de fondo. Tenemos media etapa en el bolsillo. Nueve kilómetros andados.



Descenso a un pueblo fantasma

Durante el pedregoso descenso coincidimos con más peregrinos. Algunos de ellos en bicicleta, algo completamente novedoso para nosotros en este Camino Primitivo.

El primer hito del descenso es el pueblo fantasma de Montefurado, a dos kilómetros, que se aprecia a lo lejos. Más parece el decorado de una película, con sus casas de pizarra, que un pueblo de verdad ya que sus únicos habitantes visibles son unas pocas gallinas y un perro.

Dicen que este caserío tuvo en su día un hospital de peregrinos. Lo cierto es que lo único notable ahora es la capilla de Santiago, con una talla pintoresca del Apóstol.

La hora de comer

Tras este pueblo fantasma afrontamos un pequeño ascenso para luego descender y ascender sucesivamente —incluyendo algún tramo por el arcén de la carretera— hasta alcanzar el pueblo de Lago, distante cuatro kilómetros de Montefurado y a otros cuatro del final de la etapa. Son las dos y media de la tarde.

En este pueblo destaca un soberbio teixo que crece junto a la iglesia parroquial. Pero lo que más nos interesa a nosotros es el bar del pueblo, el único en toda la etapa de hoy. El día está soleado ahora mismo, en el exterior del bar hay una mesa con tres peregrinos; dos de ellos son la pareja de peregrinos extranjeros con los que hemos coincidido días atrás y la tercera es una peregrina —quizá inglesa— que está departiendo con ellos. De repente, del interior del bar sale un viejo conocido a nuestro encuentro...

Oh là là, mes amis espagnols! Es el peregrino francés, que nos anima a pasar. Él ya está apurando su café y Juanma y yo encargamos unos bocatas en la barra. Mientras nos preparan los bocadillos conversamos un rato con nuestro amigo de forma distendida pero denotando el cansancio de la dura etapa que llevamos a cuestas. Sin duda, en estos momentos nos apetece más comernos el bocata que estar de cháchara. Cuando nos traen los bocatas a la mesa, el peregrino francés reanuda su camino hasta el albergue de Berducedo.

Poco después de las tres de la tarde salimos del lugar no sin antes sellar en el bar de Lago nuestras credenciales. Es el primer sello del día. Y por cierto, los tres peregrinos extranjeros todavía siguen en la mesa de la terraza, apurando sus cafés... y los rayos del preciado (y escaso por estas latitudes) sol.

Fin de etapa

Los últimos cuatro kilómetros hasta Berducedo son de un perfil llano suave. Primero por arcén de carretera, y luego por senderos entre deliciosos pinares, a las cuatro y media de la tarde arribamos a Berducedo, todavía en el municipio asturiano de Allande. En este trayecto fuimos adelantados por los peregrinos que se quedaron en la terraza del bar de Lago y que parece que se alojarán en un albergue.

Berducedo es un pequeñísimo núcleo rural que cuenta con un par de albergues. La entrada al pueblo se hace pasando cerca de uno de ellos (creo que es el único abierto hoy), donde se percibe cierta presencia de peregrinos. Nosotros estamos alojados en una coqueta pensión que más bien es un complejo rural, con seis habitaciones y dos baños compartidos. Pero como estamos casi solos, es como si uno de los baños fuera solo para nosotros.

El encargado de este establecimiento —un chico joven— se ocupa también del bar. A las habitaciones se accede por la parte de atrás del edificio tras subir una escalera exterior. Una vez que nos hemos registrado y sellado las credenciales en la pensión, nos fuimos a la habitación para descansar un rato.

Hoy no hemos terminado la etapa especialmente mal, pero los kilómetros siempre acaban pasando factura. La rodilla de Juanma le sigue molestando bastante y, probablemente, mañana decida prescindir de la mochila para caminar y mandarla en taxi hasta el siguiente final de etapa. Por él, creo que la mandaba directamente a Madrid... En fin, ya veremos.



Tarde en Berducedo

Tras la siesta, nos bajamos al bar ya que en este pueblecito tampoco hay muchos otros sitios donde ir. La cobertura telefónica es horrible en todo el pueblo, de hecho Juanma tuvo que prestarme su móvil porque el mío no estaba operativo. ¡Gracias compi!

La cena se sirve en la pensión antes de las nueve de la noche y durante la misma compartiremos local con los peregrinos del albergue ya que ambos establecimientos se turnan para ofrecer las comidas: las cenas se dan aquí y los desayunos los pone el albergue, que está a un paso. Hemos contado hasta 18 peregrinos en el pueblo, más que en todas las etapas anteriores juntas. Al que no hemos vuelto a ver es a nuestro peregrino francés. Oh là là!

Mientras llegaba la hora de la cena, Juanma y yo hemos estado tomándonos unos refrescos —bueno, más bien unas cervecitas— en el bar, pasando el rato. Hoy es de esos días que hay jornada futbolera de Liga entre semana y puede ser una buena manera de relajarse tras una etapa corta pero muy exigente.

A las ocho y media nos dicen que podemos pasar al comedor anexo donde cenamos unos platos combinados acompañados de más cervezas. Los pelotazos corrieron por cuenta de la casa, ya de nuevo en la barra del bar, pues nos quedamos a solas departiendo amistosamente con el encargado. Y de ahí a la habitación a descansar. A las once de la noche. En la habitación se está calentito pero fuera hace un frío que pela.

La etapa de mañana

Pues ya antes de meterme en el sobre, como siempre, os doy unas pinceladas sobre la próxima etapa. La de mañana es un poco lo contrario que lo de hoy. Gran bajada primero para subir, suavemente eso sí, después. Serán 21 kilómetros hasta Grandas de Salime, junto al embalse del mismo nombre y gran referencia del día. La de mañana será nuestra última noche asturiana en este Camino Primitivo. Habrá que celebrarlo como merece la ocasión.

Pero, ya sabéis, eso os lo contaremos... ¡mañana!

¡Buen Camino!

Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de John Barry "BSO Bailando con lobos")



1 comentario:

Juanma dijo...

En esta etapa hubo un poco de todo. Desde la dureza de la subida al Puerto del Palo a los espectaculares paisajes asturianos de la posterior bajada. La nota agradable fue la presencia de un peregrino francés, ya jubilado con el que coincidimos en varias ocasiones y charlamos tanto en su idioma como en el nuestro. Lástima que las molestias de la rodilla iban a más.