jueves, 30 de abril de 2015

CS2015 — Etapa 6 (Camino de Grandas de Salime)



¡Hola peregrin@s!

Esta noche os escribimos desde nuestro hotelito de Grandas de Salime, población asturiana situada muy cerca del embalse del mismo nombre, que hemos cruzado para llegar hasta aquí. La etapa de hoy nos ha traído desde Berducedo tras 21 kilómetros de recorrido, primero con descensos y luego con ascensos. Hemos tenido frío y lluvia al inicio de la etapa para dar paso luego a un tiempo más soleado con temperatura agradable.

La de hoy ha sido la tercera etapa que ha tenido un gran embalse como protagonista en la historia de Los 4 peregrinos. Primero fue el embalse de Portomarín, en aguas del río Miño, en la etapa con final en el pueblo lucense de Portomarín (Camino Francés, CS2011). Después vino el embalse de Yesa, sobre el río Aragón, en la etapa con final en la población navarra de Sangüesa (Camino Aragonés, CS2012). Hoy ha tocado el embalse asturiano de Grandas de Salime, sobre el río Navia, en este Camino Primitivo CS2015.

A continuación os contamos cómo ha transcurrido la etapa de hoy...

Desayuno en el albergue

Como ya os comentamos ayer, nuestro alojamiento de Berducedo se turna con el albergue a la hora de ofrecer comidas a los peregrinos. Por esa razón, el desayuno de hoy lo hemos efectuado a las ocho y media de la mañana en el cercano albergue de peregrinos.

Los apenas cien metros que separan ambos establecimientos los hemos recorrido bajo un cielo encapotadísimo. No llueve aún pero tiene pinta de que en cualquier momento cae la del pulpo. Además, hace algo de frío.

El albergue de peregrinos cuenta con una pequeña tienda de alimentación. Aprovechamos la ocasión para comprar unos plátanos para la jornada de hoy, que tan solo cuenta con una referencia intermedia donde se puede comer: se trata de un hotel situado junto al embalse, a 7 km del final de etapa.

Juanma sigue con la rodilla fastidiada y ha decidido caminar hoy sin mochila. La enviará por taxi hasta nuestro hotel de Grandas de Salime. Desde el albergue llamamos tanto al taxi para que recoja la mochila como al hotel de Grandas, para avisarles.

Cuando estamos a punto de recoger los bártulos para iniciar la etapa, podemos escuchar en la televisión del bar del albergue que, desde hace un mes, hay una peregrina norteamericana desaparecida por la zona de la Cruz del Hierro, cerca de Astorga, a la que están buscando...

Inicio de etapa con ponchos

A las 9 h, tras dejar en el taxi la mochila de Juanma con dirección a Grandas, iniciamos la marcha. Con ponchos. El ambiente es frío y muy húmedo pero, de momento, no llueve. Será por poco tiempo. Salimos del pueblo pasando cerca de la iglesia de Santa María, junto a la que crece un enorme tejo, árbol sagrado para los celtas debido a su gran longevidad.

Apenas unos minutos después ya estamos completamente fuera del pequeño pueblo de Berducedo. Por pistas y caminos forestales salimos a la carretera comarcal donde tomamos el arcén. Comienza a llover y lo hace con fuerza. También arrecia el viento. Nuestra marcha se ralentiza.



Los primeros kilómetros de hoy

Nuestra primera referencia de hoy es La Mesa, población aún más pequeña que Berducedo, distante de ella 4 km, y en la que, inicialmente, nos habíamos planteado concluir la etapa de ayer. Si no lo hicimos fue por falta de alojamiento aquí, ya que solo hay posibilidad de dormir en el albergue que, además, está cerrado en estas fechas. En La Mesa nos detenemos a las diez de la mañana por espacio de unos pocos minutos, a ver si para un poco la lluvia. En el pueblo sobresale la iglesia de Santa María Magdalena, del siglo XVII, pero sobre todo destaca el bonito entorno.

Tras La Mesa iniciamos un corto, lluvioso y ventoso ascenso —todavía por carretera— a una loma coronada por un parque eólico que apenas se deja ver por la lluvia y la niebla presentes en la zona. A duras penas pueden apreciarse las aspas de los molinos de viento girando con fuerza aunque el fuerte sonido que emiten delata su presencia.

Un pequeño descenso nos conduce a la aldea de Buspol y su capilla de Santa María, que es una pequeña construcción austera y bella en piedra y lajas de pizarra. Aunque la puerta está cerrada, a través de ella pueden vislumbrarse las tres coloridas tallas que componen el retablo.

Son las 11 h y comienza el largo descenso hasta el embalse de Grandas de Salime. La vista panorámica desde aquí es espectacular: la cuenca del río Navia con el lejano embalse a un lado, la población de Grandas de Salime al otro, un hermoso peregrino en medio y, al fondo, dominándolo todo, las montañas astur-galaicas.

En este momento me quedo definitivamente sin cámara de fotos. Las dos unidades de memoria que me traje desde Madrid están llenas y no puedo liberar más espacio porque, como recordaréis, no me funciona el visor desde el final de la etapa que concluyó en Grado y, sin visor, no puedo borrar archivos ni liberar espacio. Así que, a partir de ahora, solo me queda el móvil para hacer fotos o para grabar vídeos. GRRRR!!!

Descenso hacia el embalse

El camino de descenso hacia el embalse es una verdadera delicia. Piornos, monte bajo y pinos son nuestros acompañantes a lo largo de una verde senda que desciende, poco a poco, hacia el embalse. Tendremos que descender hasta el nivel mismo de la presa, cruzarla (ya por la carretera) y subir por la otra orilla hacia la población de Grandas de Salime.

Al comenzar el descenso deja de llover. Por si acaso, aguantamos todavía con los ponchos puestos. En estos kilómetros iniciales de descenso nos adelantan algunos de los peregrinos con los que hemos coincidido estos días: primero la pareja de peregrinos extranjeros, luego la peregrina inglesa que estaba con ellos ayer en Lago, más tarde un caracol despistado... Hoy nos adelanta hasta el tato... Pero de nuestro amigo, el peregrino francés, ni rastro. Suponemos que anoche no ha dormido en Berducedo, sino más adelante, y que por eso sigue la marcha muy por delante de nosotros.

En este precioso tramo inicial de descenso entre pinares hemos visto un par de señales en el Camino recordando a peregrinos que fallecieron en este lugar. Pobres... Siempre se te encoge un poco el corazón cuando ves la foto de alguien que se ha quedado ahí para siempre. Esto nos ayuda a recordar lo duro que esto y que nunca hay que bajar la guardia... D.E.P.

Pasado un rato, en un recodo del camino, decidimos hacer un pequeño alto en nuestra marcha para comernos los plátanos que habíamos comprado en el albergue de Berducedo. Sigue sin llover y ya hace tiempo que nos hemos quitado de encima los ponchos. ¡Qué alivio! La verdad es que los ponchos te protegen mucho contra el agua pero dan muchísimo calor. Y llega un momento en que, si llueve mucho, el agua resbala por ellos y acaba penetrando en las botas aparte de que resulta muy incómodo moverse con esa indumentaria.

Prosigue nuestro descenso, cada vez con la imagen del embalse más próxima. Parece mentira. Hace un rato lo veíamos lejísimos y ahora casi lo tenemos a un paso...

El descenso es agradable pero supone una dura prueba para las rodillas. Por momentos se vuelve más abrupto, sobre todo en la parte final de la bajada en la que, tras pasar por un precioso castañar, hubo que acometer una serie de vueltas y revueltas que nos llevaron al borde mismo del embalse.

El descenso concluye en la carretera que cruza el embalse. Antes de llegar a la presa nos detenemos en la Boca de la Ballena, un impresionante mirador colgante a 128 metros de altura sobre el agua. Ya por carretera, poco después, llegamos a la presa. Son las dos de la tarde. A partir de aquí, todo el recorrido es cuesta arriba hasta el pueblo de Grandas de Salime.

Comida junto al embalse

Tras un kilómetro de ascenso por la carretera que va por la orilla contraria a la de nuestra llegada al embalse arribamos a un hotel situado en el lugar llamado Vistalegre, donde también se aprecian más construcciones. Este es el sitio elegido para comer hoy. Son las dos y cuarto de la tarde.

Comparado con los últimos donde hemos estado alojados, este hotel parece más grande. En él hay más peregrinos comiendo y aprovechamos la ocasión para sellar nuestras credenciales por primera vez hoy. Nos pedimos unos bocadillos para no demorar demasiado la salida. Tras los cafés, reanudamos la marcha pasadas las tres de la tarde. Nos faltan casi siete kilómetros para concluir la etapa.

Últimos kilómetros de la etapa

Proseguimos el ascenso por la carretera, pegaditos al embalse. A los pocos minutos, presenciamos un desprendimiento a escasos metros de donde estamos: una roca de un tamaño más que respetable cae desde la ladera de la montaña cruzando la carretera hacia el embalse. Solo unos metros más adelante de nuestra posición. Si nos pilla a nosotros o a algún coche, nos hace un buen arreglo... ¡Uff!

Todavía no repuestos del susto anterior, seguimos subiendo por la carretera. El embalse va quedando cada vez más abajo hasta perderse casi de vista a causa de los numerosos pinos que lo tapan. Así, las cosas, a dos kilómetros del final de etapa, tomamos un desvío que nos hace subir por una vereda empinadísima hasta desembocar en una senda muy boscosa.

El paisaje es ahora de lo más bucólico por este tramo de bosque. Lástima que ya llevemos hoy casi 20 kilómetros de recorrido y, en toda la semana, más de 120, y que no estemos para apreciar mucho el decorado. Las piernas pesan, y mucho. La rodilla de Juanma va mal, pero aguanta.

El último kilómetro de la etapa guardaba la anécdota simpática de la jornada. Un inoportuno —y gigantesco— tronco caído está cruzado en medio del camino cortándonos el paso. Yo, que voy delante, tomo impulso para subirme a él e intentar pasar al otro lado, pero con la mochila y el cansancio acumulado en las piernas me quedo literalmente enganchado y montado sobre él. Entre la falta de fuerzas del momento y la risa que me da lo absurdo de la situación, me quedo literalmente inmovilizado durante unos segundos... montado sobre el tronco. Juanma, que viene detrás, no deja pasar la ocasión para fotografiarme en plan John Wayne cabalgando sobre el tronco, en medio de las carcajadas de uno y otro. Pasó casi un minuto hasta que conseguí bajarme...

Fin de etapa

Apenas un cuarto de hora después de la escena anterior, más propia de un western que de una peregrinación, hacemos nuestra entrada triunfal en Grandas de Salime con la campana de la iglesia tocando a muerto. Son las 16.40 h y acaba de caer la penúltima etapa del Camino Primitivo.

Nuestro hotel está en la plaza principal del pueblo, justo frente a la iglesia (colegiata), y muy próximo al ayuntamiento. Comprobamos que la mochila de Juanma también ha llegado sin novedad, en mejor estado incluso que nosotros —pues la muy comodona se hizo la etapa en taxi, como dije antes—, y pasamos por fin a nuestra habitación, a descansar unas horas.



Tarde-noche en Grandas

Tras unas relajantes horas de descanso, a las ocho de la tarde salimos a dar nuestro habitual paseo vespertino por el pueblo. Destaca sobremanera la colegiata de El Salvador, de pasado templario, que tenemos justo en frente del hotel. Lamentablemente está cerrada y no podemos sellar en ella nuestras credenciales.

El pueblo es pequeño y se recorre rápido. Nos llamó la atención un hórreo asturiano (panera) situado cerca de la plaza principal. Tampoco perdimos de vista un par de bares que había por allí. En uno de ellos, de un hostal, cayeron unas lindas sidras asturianas mientras hacíamos tiempo para la cena. Aquí nos pusieron en nuestras credenciales el segundo sello de la jornada. En nuestro hotel no podremos sellar hasta mañana porque la recepción cierra por la noche, al igual que su cafetería, situada en un local contiguo.


Y así nos dieron las nueve de la noche... Una sidrería situada frente a la colegiata es el lugar elegido para cenar hoy. Se trata del local más animado que hemos encontrado en el pueblo y, además, lo tenemos a un paso del hotel. Para qué buscar más. Y puesto que hoy dormiremos a 14 kilómetros de tierras gallegas, las homenajearemos cenándonos una suculenta ración de pulpo, regada con Ribeiro. Y de postre, helado.

Tras dar buena cuenta del cefalópodo cocido, por fin, a las diez y media de la noche, toca retirada. La colegiata nos despide a nuestro paso hacia el hotel donde dormiremos en suelo asturiano por última vez en este Camino.



Mañana, la última etapa

Pues sí, mañana viernes, última etapa de este primer año del Camino Primitivo. De Grandas de Salime hasta A Fonsagrada, ya en Lugo, con más de 26 kilómetros de recorrido, el segundo más largo de este año. El perfil de la etapa de mañana no es fácil: hasta llegar a Galicia hay que ascender a lo largo de 14 duros kilómetros. A partir de ahí viene un suave descenso hasta un último tramo final de 2 kilómetros, donde se retoma el ascenso hasta alcanzar A Fonsagrada.

Una vez en A Fonsagrada, nos desplazaremos de inmediato a Lugo (ya veremos cómo), donde tenemos nuestro hotel. El sábado regresaremos en tren a Madrid, desde donde os contaré cómo ha sido esta última etapa.

Así que, esta vez, el final del Camino no os lo contaremos mañana sino... ¡pasado mañana!

¡Buen Camino!

Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Icehouse "Icehouse")



1 comentario:

Juanma dijo...

Extraordinarios paisajes los que disfrutamos en esta etapa. Tremenda dureza en la bajada hasta el embalse, que por cierto impresiona por su salto de agua. Ah, y Miguel fué como Obélix, empujó al pobre árbol y lo sacó de raiz.