¡Hola peregrin@s!
Esta noche os escribimos desde la habitación triple de nuestro hotel pontevedrés de O Porriño, lugar de llegada de la segunda etapa del Camino Portugués. Han sido poco más de quince kilómetros que se nos han hecho, en general, bastante cómodos. El tiempo, soleado y con sensación térmica agradable en todo momento.
La primera parte de la etapa ha estado muy bien, caminando entre bosques y riachuelos, pero la llegada a Porriño ha venido marcada por la zona industrial que rodea a esta población y que ha habido que cruzarla sin remedio. Esta parte sí que se nos hizo más pesada. Por otro lado, parece que este año vamos a notar mayor presencia de peregrinos que el año pasado en el Camino Aragonés.
Bueno, pues ahí va el relato de la etapa...
Comienza el día
El día se despierta completamente despejado. Somos tres en la habitación, por supuesto en tres camas claramente diferenciadas, pero solo hay un cuarto de baño. Y esta circunstancia seguramente se note en todos los días en forma de cierto retraso.
Unos más remolones que otros, pero todos acabamos preparándonos para nuestro primer día serio de caminata. Aseo, mejunjes en los pies, todos los cuidados del peregrino y... ¡En pie!
Hasta pasadas las nueve de la mañana no hemos bajado a desayunar a la cafetería del hotel donde, por cierto, había un bonito cuadro con faros gallegos. También vimos en una revista un simpático anuncio sobre un producto anti-ronquidos. Toñín y yo se lo enseñamos a Juanma, pero me temo que no nos hizo mucho caso, jejeje. ¡Vaya nochecita la de hoy!
Así las cosas, tras nuestro habitual desayuno de café con zumo y tostadas, sin que faltase algo de bollería, nos ponemos en marcha... ¡A las nueve y media! Menos mal que la etapa es corta y con un perfil llano.
Las primeras referencias del día
Nuestro hotel de Tui está justo a la salida de la ciudad, pero en la dirección del Camino, de modo que eso que tenemos ganado. La parte inicial del recorrido de hoy transcurre por los barrios periféricos de Tui. Tras quince minutos de caminata llegamos a una pequeña plaza donde hay un quiosco de música y un cruceiro. Un poco más adelante se halla la pequeña iglesia de San Bartolomé.
A partir de ese punto nos metemos de lleno en el campo. Primero nos topamos con un monumento al peregrino junto a un puentecito sobre el río Louro.
Y a partir de ahí, una serie de veredas y pequeños caminos nos lleva al Santuario de la Virgen del Camino. Son las diez y media de la mañana.
San Telmo y Ribadelouro
Tras un pequeño trecho de arcén por la carretera, el recorrido se adentra en un pequeño bosque surcado por el río Louro y se va haciendo cada vez más agradable. Al cabo de un rato llegamos a un misterioso lugar con una cruz de piedra y un monolito. En el monolito puede leerse la inscripción: Aquí enfermó de muerte San Telmo en abril de 1251. Este santo es el patrón de Tui y da nombre, entre otros, al Parador de Turismo.
A estas alturas de etapa ya hemos coincidido con varios peregrinos. Destacaría, en particular, un grupo de peregrinos andaluces (creo que de Sevilla) a los que acabamos de adelantar. Toñín sigue poniendo, de vez en cuando, algunas de las graciosas grabaciones del programa de José Mota. Nuestro deambular transcurre con los sonidos del bosque y los ecos de las risotadas.
Así, al son del Cansino y de otras grabaciones de José Mota llegamos al pequeño pueblo de Ribadelouro a las once y cuarto. Aquí hacemos un alto y nos tomamos un refrigerio en el bar del Centro Cultural de la localidad a la vez que ponemos el primer sello del día en nuestra credencial.
Poco a poco se van incorporando a este lugar el resto de peregrinos que hemos ido adelantando a lo largo del recorrido. Algo antes del mediodía, reanudamos la marcha no sin antes hacernos una foto de grupo en un cruceiro cercano.
Zona industrial
El precioso paseo por el bosque, con sendas rodeadas de árboles, puentes de piedra sobre el río y alguna que otra ovejita, termina bruscamente cuando giramos para enfilar una interminable recta que discurre en medio del polígono industrial de Porriño. ¡Qué horror!
Son más de tres kilómetros de zona industrial que tardamos en atravesar alrededor de una hora. Aquí ya no hay rastro de ninguna de las delicias del paisaje de las que disfrutábamos tan solo unos cientos de metros atrás. Por fin, pasada la una de la tarde, tras cruzar una pasarela metálica sobre las vías del tren, tomamos el arcén de la carretera. Porriño ya se divisa a lo lejos.
Llegada a O Porriño
Antesala de nuestra llegada a la meta de hoy es la pequeña capilla de la Virgen de la Guía, unos cientos de metros antes del final de etapa. Un rato después, un poquito antes de las dos de la tarde, entramos en la villa. La iglesia parroquial de San Salvador está abierta, pero no hay nadie que la atienda ni vemos sello alguno que poner en nuestras credenciales.
Tras acomodar mínimamente las cosas en nuestra habitación, bajamos de nuevo al pueblo porque se nos empieza a hacer algo tarde para comer. Un bar de la animada calle principal fue el lugar elegido para el almuerzo. Vacilamos un poco a la camarera, muy jovencita y simpática, diciéndole que los tres somos hermanos... ¿De verdad que sois hermanos? Pues... ¡no os parecéis mucho! Nuestra respuesta fue un jajajajaja... Al final la camelamos para que nos sacara alguna foto. Y a los chupitos que nos puso. A las cuatro de la tarde regresamos al hotel.
Tarde-noche en O Porriño
En el hotel tocó siesta. La etapa de hoy no fue dura, poco más de 15 km, pero los pies necesitaban un merecido descanso. Fue difícil conciliar un sueño entre semejantes ronquidos como los que se escucharon a lo largo de la tarde. Hice lo que pude... Finalmente, a las ocho, salí con Juanma a dar un paseo. Nos acercamos al cercano albergue de peregrinos, al otro lado del río Louro —que cruza el pueblo—, a sellar nuestras credenciales. Toñín, que estaba terminando de ducharse, apareció a la media hora. Junto al albergue había una escultura de un bordón con un par de calabazas que, desde luego, recordaba a otra cosa...
Aprovechamos lo que quedaba de tarde para dar un paseo por la villa y acabamos entrando en una taberna rústica, muy animada, donde nos cerveceamos un poco. En particular, probé por primera vez la Estrella de Galicia 1906, la del centenario de la marca gallega. En la tele estaban poniendo los goles de esta jornada dominguera y futbolera. Al final, decidimos quedarnos aquí también para la cena, pero esta vez ya con unos albariños de la tierra que remojaron abundantemente unas cuantas raciones con productos de la región. Y a las once de la noche, de vuelta a la habitación del hotel.
La etapa de mañana
Mañana, otra etapa corta y con pocos desniveles. Algo más de 16 kilómetros hasta Redondela, donde nos espera el albergue de peregrinos para dormir ya que no hay otro alejamiento en ese pueblo salvo un hotel de lujo que se escapa de las posibilidades económicas de unos modestos peregrinos como nosotros. Será la segunda vez que pernoctemos en un albergue. La anterior fue en el pueblo palentino de Ledigos, allá por 2009. Pero eso... os lo contaremos ¡mañana!
¡Buen Camino!
Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Lana del Rey "Born to die")
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