domingo, 4 de mayo de 2008

CS2008 – Etapa 8 (Camino de Frómista)


¡Hola peregrin@s! ¡Prueba superada! Hoy os escribo ya desde Madrid, adonde hemos llegado esta misma tarde. Este será el penúltimo artículo del blog del Camino de 2008, y en él os describiré la etapa de ayer sábado (última etapa), con llegada a Frómista, y nuestro regreso de hoy a Madrid vía Palencia. Hemos terminado este CS2008 como empezamos, con bastante sol y calor. La etapa de ayer, de 25 kilómetros, tenía un perfil llano salvo una subida con bajada posterior nada más arrancar la jornada. Así ha sido esta última etapa...

Dejamos Castrojeriz y cuestón a la vista

Ayer sábado la jornada amaneció soleada y todo parecía indicar que sería bastante calurosa, como los primeros días del Camino. Tras desayunar en el propio hotel de Castrojeriz, a las diez menos cuarto de la mañana lo abandonamos para iniciar la que será la última etapa, que nos llevará a Frómista, ya en tierras palentinas. En mi caso, las delicias de mazapán de las monjas clarisas ya son historia, pero no así el kilo de puñitos de San Francisco de los que aún me quedan unos cuantos que me veo obligado a llevar en una bolsa colgada de mi mochila.

Enseguida recorremos el pueblo y ya estamos en campo abierto. A lo lejos se divisa la meseta que habrá que cruzar y que nos adentrará en la provincia de Palencia. Conforme nos acercamos, vemos lo que será la última subidita de este Camino de 2008: una cacho cuesta empinadísima que se le está atragantando a más de uno de los numerosos peregrinos que caminan con nosotros en esta clara mañana.

Nos lleva cerca de veinte minutos subir la dichosa cuesta pero la panorámica que se ve desde arriba compensa el esfuerzo realizado. A partir de ahora, parece que el camino transcurre por páramos y tierras llanas con cada vez menos vegetación. Tras una breve parada para beber agua y recuperarnos un poquito, recorremos la meseta y rápidamente iniciamos una fuerte bajada que nos conducirá a la vega del río Pisuerga, que hace las veces de límite entre las provincias de Burgos y Palencia.


Parada en la ermita de San Nicolás

El cercano pueblo de Itero del Castillo, a 10 km de Castrojeriz, queda a un lado del camino. Pasamos de largo puesto que nuestra idea es hacer una paradita en una preciosa ermita reformada y convertida en albergue de peregrinos por un grupo de italianos.

Se trata de la ermita de San Nicolás, donde entramos y los hospitaleros italianos nos reciben amablemente, nos sellan las credenciales y nos ofrecen café mientras cuentan anécdotas del lugar. Junto a nosotros está el puente que cruza sobre el río Pisuerga.

La ermita y albergue de San Nicolás es una pequeña maravilla de aspecto medieval. Dispone de capacidad para menos de 20 peregrinos, no hay luz artificial y de noche se cena con luz de velas. Sin duda este lugar te transporta a tiempos pretéritos... ¡Menuda gozada de sitio! Junto al pequeño altar que hay en el interior se encuentra una tumba donde yace un antiguo hospitalero que murió hace dos años, en verano, como consecuencia de un accidente ferroviario ocurrido en Palencia: su último deseo fue que depositasen sus cenizas en este lugar.


Por tierras palentinas

A las doce y media reanudamos la marcha cruzando el cercano puente sobre el Pisuerga que nos adentra en la provincia de Palencia. En seguida llegamos al pueblo de Itero de la Vega, desde donde faltan 14 kilómetros para concluir la etapa. En un bar de este pueblo (que también regenta el albergue de peregrinos) nos compramos unos bocadillos que nos comeremos más tarde.

A partir de aquí entramos en la llamada Tierra de Campos, con llanuras interminables y muy poquitos árboles. A estas alturas de etapa ya estábamos algo fundidos de modo que, en cuanto divisamos una buena sombra, hicimos un alto en el camino para comer. Eran las dos y media de la tarde y teníamos agua, bocadillos y, de postre, los últimos puñitos de San Francisco. Como suele suceder en estos casos, nuestra comida atrajo a buen número de molestísimos insectos voladores y, al final, tuvimos que apurar la marcha por lo incómodo de la situación. Los insectos más espabilados consiguieron introducirse en la bolsa con los últimos puñitos, de modo que los cuatro o cinco últimos fueron para ellos... ¡ojalá se atraganten, por mamones! Bueno, en realidad casi hasta nos hicieron un favor porque empezábamos a estar un poco hartos de los dichosos puñitos...

Pasadas las tres de la tarde reiniciamos la marcha y, sin duda, este fue el momento de más calor de toda la etapa (y casi, de todo el Camino). El sol apretaba muchísimo y agradecimos la llegada a Boadilla del Camino, a 6 kilómetros de Frómista, y última escala antes del final de etapa. Aquí nos esperaba una curiosa fuente en forma de timón: para que saliera el agua fresquita, había que dar vueltas a la rueda. Al principio costó, pero luego manó agua abundante para refrescarnos bien.

Al lado mismo de esta fuente está el albergue de peregrinos del pueblo, donde aprovechamos para tomarnos unos cafetitos y refrescarnos nuevamente. Afuera hacía un calor bestial... Nuestra siguiente parada ya sería Frómista.





Llegada a Frómista siguiendo el Canal de Castilla

Desde Boadilla hasta Frómista el recorrido se nos hizo bastante más agradable de lo previsto. Quizás por sabernos próximos a la conclusión de esta edición del Camino llevamos mejor la marcha. Pronto apareció el Canal de Castilla, gran obra de ingeniería del siglo XVIII, ideada por el Marqués de la Ensenada, que pretendía llevar agua a la Meseta procedente de las cuencas del norte.

El camino discurre por la misma orilla del Canal, en ocasiones bajo la confortable sombra de altos árboles. Tras hora y media andando desde la última parada, sentíamos la presencia del pueblo de Frómista y, por fin, a las seis de la tarde lo divisamos. Al principio se observaba la lejana silueta de una iglesia que, en ese momento, pensábamos que podía tratarse de la de San Martín, cosa que no era así.

Tras cruzar la espectacular cuádruple esclusa del Canal, entramos en Frómista y, una vez recorrido el pueblo, llegamos a nuestro bonito hotel, situado justo frente a la joya románica del día: la iglesia de San Martín, auténtico colofón de este Camino, y que no nos cansamos de fotografiar.



Para mayor suerte, nuestras habitaciones tienen vista panorámica a la iglesia. Estábamos realmente fundidos pero el hecho de terminar es como si nos diera alguna "vidilla" extra. Justo antes de llegar al hotel pasamos por la Oficina de Turismo para sellar nuestras credenciales.




Tarde-noche en Frómista

A las nueve de la noche quedamos para recorrer el pueblo. La iglesia de San Martín no abría hasta el día siguiente de modo que el domingo, antes de marcharnos, haríamos una visita relámpago. Rápidamente detectamos una cafetería rústica cómoda para tomarnos unas buenas cervezazas aderezadas con alguna que otra tapita mientras el Atlético de Madrid ganaba cómodamente su partido liguero en la tele. Eran momentos muy relajados que bien nos habíamos ganado.


A las diez de la noche, en una terraza cercana, nos cenamos unas buenas racioncitas remojadas con vinos de la tierra y, antes de irnos a cama, en nuestro propio hotel despachamos la jornada con unos soberbios pelotazos.
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Llega el domingo y volvemos a casa...

El domingo nos lo tomamos con bastante tranquilidad. La vuelta a Madrid estaba programada en tren, primero un cercanías hasta Palencia, y luego un tren regional de Palencia a Madrid. Como el primer tren no salía hasta las once y cuarto de la mañana, tuvimos tiempo de visitar la iglesia de San Martín (que por dentro ya no es tan gran cosa) y sellar aquí de nuevo las credenciales.




El tren nos recogió puntualmente de Frómista y, en media hora, un poquito antes del mediodía, ya estábamos en Palencia. De aquí el tren a Madrid salía a las dos y media, de modo que tuvimos algo de tiempo para dar una vuelta por esta bonita y casi desconocida ciudad castellana, de la que destacaría especialmente su catedral y alguna de sus calles más céntricas.

Comimos en un restaurante de comida rápida y, a las dos y media, un abarrotado tren regional nos llevó de vuelta a Madrid. A la altura de las montañas de Ávila nos pilló una buena tormenta con granizo incluido. A las seis y media de la tarde estábamos en la estación de Chamartín donde la familia del peregrino Juanma nos recibió en el mismo andén.

Y esto ha sido todo chicos. El año que viene, el Camino 2009 (CS2009), desde Frómista hasta algún lugar de la provincia de León (probablemente, Astorga), pero eso ya lo evaluaremos y prepararemos en su momento. Después de este artículo os pondré otro, muy breve, a modo de resumen, con imágenes inéditas del CS2008. ¡Buen Camino!


Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Ennio Morricone — BSO "El bueno, el feo y el malo")

2 comentarios:

Anónimo dijo...

!!Bravo por este blog en cuanto a los comentarios, en cuanto a las fotos, videos y a sus protagonistas. Bravo!!

Anónimo dijo...

La frase anterior es mia,

Olga