martes, 2 de mayo de 2017

CS2017 — Etapa 4 (Camino de Fisterra)



¡Hola peregrin@s!

Esta noche de martes os escribo ya desde Madrid, adonde hemos llegado hace un ratito procedentes de Galicia. Ayer alcanzamos peregrinando el mismo faro de Finisterre y esta mañana nos hemos vuelto para Madrid haciendo escala en Muxía. Como suele pasar, cuando mejor está el tiempo es cuando toca volver. No os imagináis lo bonito que estaba el día en Muxía y qué olas, madre...

Durante el viaje de regreso de esta tarde hemos coincidido con el partido de Champions que enfrentaba a Real Madrid y Atlético. Creo que esta noche dormirá más contento Juanma que Toñín jejeje...

Bueno, pues a continuación os ponemos el relato de esta última etapa, cortita —apenas 14 km— pero muy simbólica y sentida. Nos lo hemos pasado fenomenal como fácilmente deduciréis si seguís leyendo el blog... Retrocedemos al día de ayer, lunes 1 de mayo... Estamos alojados en un hotel playero entre Corcubión y Finisterre...

Super desayuno en el hotel y... ¡en marcha!

7.45 horas. Suena el despertador del móvil de Isabel, que ya se ha convertido en el oficial del Camino. Es nuestra última etapa. El plan de hoy es desayunar en el hotel y desplazarnos en mi coche hasta Corcubión para empezar allí la etapa. El coche se quedará en Corcubión para que lo recojan Laura y Toñín. Ellos nos esperarán en Finisterre para subir andando juntos, peques incluidos, hasta el faro. Según la hora a la que lleguemos a Finisterre, ya veremos si subimos antes o después de comer.

Antes de bajar a desayunar hacemos un examen de lesiones, ampollas y demás. La ampolla de Isabel evoluciona bien, parece que no le han salido más. Los demás seguimos utilizando las tiritas porque siempre hay alguna molesta rozadura que requiere atención.

Bajamos los tres a desayunar al hotel, de buffet. Menuda variedad de cosas que hay. Toda clase de bollería, tartas, embutidos, macedonias, frutas, zumos, etc. Hoy nos hemos puesto dos veces las botas: la primera, en la habitación, para andar la etapa de hoy; la segunda, en el desayuno, por la comilona que nos hemos metido...

Hasta nos hemos retrasado un poco, en comparación con otras veces, porque hemos acabado de desayunar a las nueve y veinte. Tampoco nos preocupa mucho, ya que la etapa de hoy es corta y fácil. Además parece que el tiempo acompaña: el día está fresco y nublado, pero no llueve ni se prevé que lo haga en toda la jornada.

Corcubión

Tras dejar el hotel, a las diez menos cuarto llegamos con mi coche a Corcubión. Nos disponemos a iniciar la última etapa del Camino.

Ayer apenas si dimos una pequeña vuelta por aquí. Nuestra idea es recorrer un poquito más el pueblo e intentar sellar en él las credenciales.

En la silueta del pueblo sobresale la bonita iglesia de San Marcos, muy cerca del mar. La iglesia está cerrada y no vemos ningún sitio donde sellar así que continuamos con el Camino, que nos va sacando hacia la parte alta del pueblo.

Conforme ascendemos, el pueblo va quedando a nuestros pies, y con él, una bonita vista de la ría de Corcubión y Cee. La cuesta a veces se empina demasiado, motivo por el que alguna peregrina se queja... pero solo un poquito. La verdad es que Isabel está aguantando muy bien todas las dificultades de su primer Camino.

Por fin, poco antes de las 10.30 h, llegamos a la parte más alta de Corcubión, Vilar, donde se sitúa el albergue de peregrinos. Justo en ese momento se disponía a marcharse su hospitalera, que concluía su turno de un mes. Pero tuvo la amabilidad de reabrirlo para nosotros y sellarnos nuestras credenciales. Aún no llevábamos ni un kilómetro de etapa.

Media etapa en el bolsillo casi sin enterarnos

Ya con el primer sello del día en nuestras credenciales avivamos un poco la marcha, que a partir de ese punto discurría en mayor medida por el arcén de la carretera que ya conocíamos de nuestros traslados al hotel.

Así, a las 11.15 horas entrábamos en la población de Sardiñeiro, donde nos llamó la atención poderosamente una casa azul decorada con varios motivos gallegos.



Y un poco más adelante, tras un reconfortante tramo de bosque, alcanzamos un mirador junto a la carretera con vistas al mar y al cabo de Finisterre. Es mediodía y ya casi llevamos media etapa recorrida... Pero lo mejor viene a partir de ahora...

Estamos muy cerca de nuestro hotel y tenemos unas ganas tremendas de que llegue el momento de recorrer la playa Langosteira, que divisamos cada vez más cerca.




Paseo relajante por la playa

Para un peregrino tener la oportunidad de pasear descalzo por la arena de una playa es comparable a disfrutar de la mejor estancia posible en un spa. ¡Menuda gozada!

A las doce y veinte descendemos al arenal de la playa Langosteira para recorrerla de punta a punta, descalzos, con las botas en la mano. La playa, solitaria, casi entera para nosotros solos...

Cuarenta minutos de auténtico disfrute, mojándonos los pies en el frío océano bajo el ruido de las olas. Una sensación difícil de describir. Para mí, uno de los mejores momentos de todos los Caminos. Para recordarlo siempre...

El paseo concluyó minutos después de la una de la tarde en el extremo opuesto de la playa, junto a la terraza de un restaurante que presentaba muy buena animación... A este sitio le echamos el ojo como candidato para regresar por la tarde a tomarnos algo, ya con la expedición al completo. Por cierto, a estas alturas Laura y Toñín ya nos esperaban en Fisterra para comer allí y luego subir al faro.



Mientras me limpiaba las arenas de los pies, una madre me pidió hacerme una foto con la concha de peregrino junto a sus hijos pequeños, una parejita de niños de no más de seis años. Pensé que les haría más ilusión si les ponía la concha a cada uno para que se fotografiasen con ella. Así lo hicimos y parece que a todos les gustó la idea.

Fisterra y la fisterrana

Tan solo unos metros más adelante nos encontramos con un bonito cruceiro desde el que se contempla toda la playa de Langosteira que acabamos de recorrer. Estamos a un kilómetro de Finisterre y a cuatro de terminar la etapa y este Camino.

Y apenas diez minutos después ya estábamos recorriendo las calles de Finisterre. Sellamos las credenciales en un primer albergue y en otro, situado unos metros más abajo, nos dieron las fisterranas, o sea, el certificado de haber llegado hasta aquí.

En la puerta de este segundo albergue nos encontramos con Laura, Toñín y los niños, y una vez recogidos todos los papeles, nos fuimos a la parte más turística del pueblo, la zona del puerto, para buscar un lugar donde comer.



Subida al faro

Tras la comida, a las tres y media iniciamos la subida al faro: tres kilómetros de desnivel no demasiado duro. Este tramo lo recorrimos todos, los siete. Fue una especie de romería con unas vistas increíbles desde el cabo.

Por el camino de esta subida nos topamos con una bonita iglesia junto al mar, Santa María das Areas, y con una escultura al peregrino que recordaba a alguna parecida que ya vimos en etapas de otros años.

Hoy el tiempo ha acompañado, aunque hace algo de fresco. Arriba, junto al faro, está mi coche; abajo, en Finisterre, queda el de Laura. Así podremos bajar todos en coche, sin necesidad de andar más.

Por fin, a las cuatro y media de la tarde llegamos al faro, donde está el kilómetro cero del Camino. ¡Prueba superada!






Tarde-noche por Finisterre

Ya con los deberes hechos, regresamos todos al hotel. Con mi coche en el alto del faro acercamos a Laura al suyo, que estaba abajo, en el pueblo. Y luego ella con su coche recogió a su familia. Después, todos al hotel a descansar hasta las ocho de la tarde.

Como recordaréis, al final de la playa Langosteira había un sitio chulísimo para tomar unos vinitos o comer. Ese fue el plan inicial. Nos fuimos todos para allá con los coches a brindar con albariños por el nuevo Camino que acabábamos de añadir a nuestra colección.

El local en cuestión se llama Tira do Cordel y es un lugar muy recomendado por algunas guías gastronómicas. Las vistas al atardecer son realmente gratificantes, y más con un buen albariño en la mano...

Después de aquí nos fuimos a cenar al pueblo de Finisterre, a una terraza de la zona del puerto que presentaba cierta animación. Allí estuvimos hasta las once y pico de la noche y vimos a alguno de los peregrinos con los que compartimos caminata en estos últimos días.

Antes de recogernos definitivamente aún hubo ocasión de tomarnos unos pelotazos de despedida en nuestro hotel de Finisterre. Mañana madrugaremos para ir primero a Muxía y, desde allí, a Madrid.

Visita a Muxía antes de regresar a Madrid

No queríamos despedirnos de este Camino sin visitar Muxía, aunque hay que dar un pequeño rodeo para llegar a ella. No son pocos quienes hacen el Camino de Finisterre pasando por Muxía o, directamente, lo terminan allí. O hacen ida y vuelta Santiago, Muxía, Fisterra y Santiago. Nosotros optamos por la versión más reducida que conocéis por adaptar mejor este Camino a nuestras necesidades de este año.

Llegamos a Muxía justo al mediodía. El día estaba radiante, muy luminoso, la temperatura agradable, el mar de un azul intenso... Y las olas sacudían con fuerza las rocas. ¡Precioso!



Nos hinchamos a hacernos las últimas fotos de este viaje antes de regresar, a la una, hacia Madrid. Una parada para comer, hacia las tres de la tarde, en la población orensana de Carballino, y otra más adelante, en tierras castellanas, para tomarnos unos cafés por la tarde... Y a eso de las diez de la noche, ya cada uno en su casa. Este Camino ha sido una experiencia inolvidable... Igual que todos los demás... Qué pena que se acabó... sniff... sniff...

¿Y el año que viene?

Pues la misma pregunta de todos los años... y la misma respuesta... ¡No lo sabemos! Nos cuesta poner el punto y final. Pero es que esto engancha tanto...

Se hablaba del Camino Sanabrés en dos años... muy duro, sin duda, con etapas largas y montañosas... seguramente sin coche de apoyo. También otra opción es hacer el Camino del Norte, desde Cantabria o Asturias, muy parecido al durísimo Camino Primitivo...

No lo hemos decidido. Ni siquiera sabemos si habrá Camino o no en 2018 ni quiénes iríamos... Ya os contaremos nuestra decisión.

De momento, os dejamos con nuestros recuerdos en el blog...

¡Buen Camino!


Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Karl Jenkins "Adiemus")






2 comentarios:

Juanma dijo...

¡¡¡ Que gozada de etapa !!!.
Empezamos con la extraña sensación de que vamos a terminar otro Camino y no queremos que se acabe y con un tiempo extraordinario para caminar.
Como bien dice el peregrino Miguel fue una sensación muy placentera el caminar descalzos por la arena disfrutando de la playa para nosotros solos.

Juanma dijo...

¡¡ Ya podemos presumir de habernos ganado la "fisterrana".

Y para terminar la subida al Faro de Finisterre, que realizamos todos caminando, incluido los pequeños, fue un disfrute continuo del paisaje y un cúmulo de bonitas sensaciones vividas por un grupo de peregrinos "extraordinario".