viernes, 4 de mayo de 2012

CS2012 — Etapa 6 (Camino de Monreal)



¡Hola peregrin@s! Hoy hemos concluido la penúltima etapa del Camino Aragonés, y ¡qué etapa! En principio iban a ser 30 km pero al final, y tras perdernos hasta ¡cinco veces! nos hemos metido fácilmente dos o tres kilómetros más de propina por lo menos. Vaya desastre de día. Ahí va el relato de una jornada plagada de despropósitos...

Comienza la etapa

El día amanece algo fresco y nublado. Hoy el tema de aplicarnos los mejunjes se dilata más de lo habitual porque, además del habitual remedio antiampollas, Juanma y yo nos untamos la crema solar en los brazos, que siguen del color de los centollos. A las ocho y media nos reunimos con el resto de la expedición en el pequeño hall de nuestro hotel sangüesino para desayunar café, zumo y tostadas.

A las nueve y media de la mañana iniciamos la etapa. Antes nos despedimos de Laura y el peque, quienes se quedarán aún unas cuantas horas más en Sangüesa.

Un lindo caracol, sin duda premonitor de nuestro ritmo en la etapa de hoy, nos despidió de Sangüesa en la puerta misma del hotel.

Hoy hay abundancia de pueblos intermedios a lo largo de la etapa, pero todos muy pequeños. La etapa tiene un perfil de suave ascenso hasta las proximidades del monte Loiti, momento en que el recorrido se empina bruscamente. Una vez que hagamos cima (puerto de Izco), el trayecto hasta la meta de hoy, Monreal, es de un continuado y suave descenso. En total, 30 km. Nuestra idea es intentar almorzar en la zona del monte Loiti.

Juanma y Toñín andarán de nuevo sin mochila. Yo sigo con la mía, donde llevaré los restos de los bocatas que nos sobraron ayer. De nuevo en esta etapa tendremos que elegir entre dos posibles rutas, la que va por la foz de Lumbier —más llana y hermosa pero también más larga— y la que se desvía a la salida de Sangüesa por Rocaforte, más corta pero también más sosa y montañosa.

A poco de salir de Sangüesa vemos el desvío de la ruta alternativa que va por Rocaforte. Nosotros pasamos de largo porque nuestra intención es ir por la ruta principal atravesando la foz de Lumbier, aunque sabemos que esta ruta está muy mal señalizada en algunos tramos...

El primer tramo de recorrido es muy soso, por el arcén de la carretera de Pamplona, con bastante tráfico. Al cabo de una hora llegamos al primer pueblo intermedio del día, Liédena, que cruzamos en un visto y no visto.

La foz de Lumbier

Al salir de Liédena llegamos a una vía verde sobre un antiguo recorrido ferroviario que nos introduce en la foz de Lumbier. No nos resultó sencillo llegar hasta la foz, porque, en un principio, elegimos un sendero equivocado que nos metió en una finca particular. Fue su dueña la que nos indicó el camino correcto. Así que tuvimos que dar media vuelta y desandar unos trescientos metros.

Una vez recuperado el camino adecuado en seguida llegamos a la foz de Lumbier. Se trata de un precioso cañón excavado por el río Irati, afluente del Aragón, al que se accede tras atravesar un par de túneles sin iluminación.

Como ya estábamos advertidos de esta circunstancia, nos hemos traído de Madrid linternas apropiadas para este momento. Bueno, la mía es la típica linternita de tres euros que venden en el Decathlon que, aunque apenas ilumina, por lo menos, indica mi posición.

El paraje es realmente bonito, con paredes montañosas verticales donde anidan buitres leonados y alimoches. De vez en cuando uno de estos bichos te sobrevuela en vuelo rasante y siempre te queda la duda de si te está observando por mera curiosidad o te percibe como una potencial comida. Sin duda estábamos ante el momento más agradable de la etapa.


Poco más de un kilómetro duró este plácido paseo hasta que salimos de la foz hacia el lado donde está el aparcamiento. Aquí nos volvimos a perder por un momento y dimos un rodeo innecesario antes de llegar al pueblo de Lumbier que nos dio la bienvenida con su puente medieval.

A las afueras de este pueblo nos detuvimos un cuarto de hora en un bar para sellar las credenciales y tomarnos unos cafetitos antes de reanudar la marcha. Es la una de la tarde y el cielo se torna grisáceo por momentos pero, de momento, no cae ni una gota de lluvia.

¿Cuántas veces nos hemos perdido hoy? ¿Dos? ¿Tres? ¿Cuatro?

Es la una y media de la tarde. Nos vamos acercando a la ladera del monte Loiti siguiendo caminos de concentración. Atrás quedan Lumbier y su foz.

A las dos de la tarde llegamos a la pequeña aldea de Nardués y aquí empiezan los problemas. Sabemos que la reciente construcción de la autopista ha modificado el trazado del Camino. Interpretamos mal una señal y nos metemos en medio del monte siguiendo una pista forestal que parece no llevar a ningún sitio.

Tras media hora de caminata, en ascenso, y cuando nuestra inseguridad era más que notoria advertimos la cercana presencia de un coche que se acerca. Es un todoterreno y paramos literalmente a su conductor. Aunque no es de la zona, él lleva un GPS y nos confirma que vamos en dirección equivocada. Amabilísimamente nos recoge en el coche y nos deja de nuevo en la aldea de Nardués.

Decidimos seguir por la carretera hasta el pueblo (o, más bien, aldea) de Aldunate, a solo un kilómetro. No se ve ni un alma ni hay un solo sitio para comer. Como son las tres y media de la tarde, sacamos los restos de los bocatas de ayer, con el pan ya un poco duro, y nos ponemos a comerlos sentados en un banco del pueblo.

Pasadas las cuatro de la tarde reanudamos la marcha. Pero el camino que emprendemos, por en medio del campo, no lleva a ninguna parte ya que parece conducirnos a las vallas de la autopista. Otra vez damos media vuelta. Tiramos para el otro lado... Tampoco es por aquí...

Nos cuesta llevar la cuenta de las veces que nos hemos perdido en esta etapa. Me salen cinco.

La desesperación empieza a hacer mella en nosotros así que, finalmente, y tras mandar a tomar por c... más de una vez los mapitas de nuestro cuaderno de viaje decidimos ir por lo seguro... Seguir por el arcén de la carretera hasta Izco, el primer pueblo que está al otro lado del monte Loiti.

Todo este follón es por culpa de las obras de la autopista a Pamplona que han interrumpido el trazado del Camino...

Seguimos dando más vueltas que un tonto

Pues dicho y hecho. Por el arcén de la carretera, así nos hemos subido el monte Loiti. Por si fuera poco, la cuesta de subida al monte era más que notable. Por fin, a las cinco y cuarto de la tarde llegamos al puerto de Izco, en lo alto del monte Loiti.

Aquí vemos en seguida la señal del desvío a Izco y, a nuestra izquierda, aparece un camino por el que vienen varios peregrinos. Sin duda ese era el camino correcto y, sin duda, la señal que malinterpretamos en Nardués era la del camino correcto. Menuda sensación de haber hecho el tonto...

Y solo faltaba que nos cayese una chupa de agua...

Desde el alto del monte Loiti hasta el pueblo de Izco hay un fuerte descenso de un kilómetro. Izco nos recibe con un bonito crucero. Conforme nos adentramos en la villa, el cielo ya no está gris, sino que está completamente negro. Entre truenos y las primeras gotazas de un gran chaparrón aceleramos el paso y nos refugiamos, a la carrera, en el albergue de peregrinos. Era lo único que nos faltaba hoy, que nos pillara una tromba de agua como esta.

Aunque apenas si estamos viendo peregrinos estos días, sí que había unos cuantos en el albergue de Izco, entre ellos un par de peregrinas alemanas que, pese a quedarse detrás de nosotros en este albergue, aparecerían "por arte de magia" en el final de etapa de hoy, en Monreal (me parece que han hecho trampa).

Antes de retomar la marcha, a las seis menos cuarto, hemos sellado en el albergue de Izco las credenciales. A nuestra salida, el cielo seguía encapotado pero al menos ya había parado de llover. Dos kilómetros llanos en línea recta nos llevaron hasta el pueblo siguiente, Abinzano.


Tanto Izco como Abinzano son pueblecitos pequeños que cuentan con iglesia parroquial y poco más. La de Izco es del siglo XIII.

Por fin en Monreal, pasadas las ocho

Desde Abinzano hasta el final de etapa hay poco más de seis kilómetros de suave descenso. Entre medias otro pueblo, Salinas de Ibargoiti, por donde pasamos a las siete y media de la tarde con un gran rebaño de ovejas dándonos la bienvenida.


En el curso de la tarde de hoy, Laura nos ha llamado un par de veces desde Monreal preocupada por nuestra tardanza. El dueño de la casa rural también se mostraba muy extrañado de que empleásemos tanto tiempo para hacer esta etapa.

Por fin, pasadas las ocho de la tarde, y tras un último tramo de bonitos paisajes que ha discurrido entre vegetación y pinares, hemos llegado a Monreal con la lengua fuera. ¡Vaya etapita que nos hemos marcado hoy!

Entramos en esta bonita villa pasando cerca del puente medieval y rodeando la iglesia. Justo en frente de nuestra casa rural está el centro cultural que hace las veces de albergue de peregrinos: aquí sellamos nuevamente las credenciales. Desde la terraza de la habitación Laura y el peque José A. nos vieron llegar.

Una vez acomodados en nuestras preciosas habitaciones, hubo tiempo para unas duchitas rápidas antes de bajar a cenar a partir de las nueve. Los dueños de la casa nos explicaron que ya casi nadie va por la ruta que hemos seguido en la etapa: la mayoría de peregrinos va por la de Rocaforte, mucho más corta. De ahí su sorpresa por nuestra tardanza.

Por cierto, en esta casa rural también se hospedan las peregrinas alemanas del albergue de Izco. Ellas no bajan a cenar porque están fundidas, según parece (y eso que sospechamos que el último tramo lo han hecho en taxi). Nosotros sí que hemos cenado y, además, muy bien. La comida es casera y la preparan los propios dueños.

Por la noche, fue el dueño de la casa quien nos recomendó un sitio donde tomar alguna copeja en el pueblo. Juanma se quedó en la habitación de modo que salimos solamente Toñín y yo, pero únicamente un ratito porque hoy no estamos para muchos trotes. Unos buenos pacharanes de esta tierra pusieron el colofón a la jornada.



Y mañana, el final (con 31 km más)

Y así ha transcurrido la maratoniana jornada de hoy. Mañana sábado tendremos la última etapa del Camino Aragonés: 31 kilómetros hasta Puente la Reina. Un poquitín antes del final, en Óbanos, nos uniremos al Camino Francés que ya recorrimos en nuestro primer año. Y el domingo por la mañana, nos volvemos para Madrid como hemos venido: en el coche de apoyo. El mismo domingo por la noche os contaremos esta última etapa. ¡Buen Camino!


Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Alan Parsons Project "Games people play")







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