¡Hola peregrin@s!
Esta noche os escribimos desde un hotel junto a la playa Langosteira. Sí, esta vez estamos en plan relax en un hotel playero de tres estrellas situado a dos kilómetros de Finisterre. Aquí pernoctaremos esta noche y también mañana.
La etapa de hoy nos ha llevado hasta la costa, Corcubión, a unos 8 km de nuestro hotel, tras casi 27 km de frío, lluvia, granizo y, a veces, también sol. Pero la jornada de hoy será recordada especialmente por nuestra celebración, hace tan solo unos minutos, del décimo aniversario de nuestra primera etapa del Camino. Más adelante os comento los detalles...
De momento vamos con el relato de la jornada de hoy...
Desayuno en Mazaricos y traslado a Abeleiroas
La pasada noche ha llovido a mares... agua y más agua, sin parar hasta unos minutos antes de levantarnos en nuestro hotel de Mazaricos. Las etapas del Camino han comenzado a dejar secuela y las tiritas y apósitos del botiquín comienzan a menguar. La peor parada es Isabel, con una gran ampolla en la planta del pie que he tenido que drenar con aguja e hilo en mi papel de responsable del botiquín.
Después de repasar nuestras heridas de guerra, a las 8.30 horas nos hemos bajado al comedor del hotel para desayunar. Se trata de un hotel familiar en el que nos han tratado muy bien en todo momento. Hay un par de chicas que son las que atienden el cotarro y una de ellas nos devolverá en una furgoneta a Abeleiroas, junto con otros peregrinos, para retomar el Camino. Así Toñín no tendrá que madrugar y el coche de apoyo solo lo necesitaremos al final de etapa para desplazarnos a nuestro nuevo hotel.
En el desayuno hemos coincidido con más peregrinos. También hemos encargado unos bocatas que nos comeremos a lo largo de la etapa de hoy. Antes de marcharnos hemos sellado las credenciales y nos hemos despedido de Laura y Toñín, que ya estaban levantados. Ellos se darán un paseo por la costa con la idea de dejarnos el coche de apoyo en Corcubión para que nosotros mismos lo llevemos al hotel de la playa Langosteira.
Poco antes de las nueve y media, la chica del hotel nos deja en Abeleiroas junto con otros peregrinos que andan en sentido contrario a nosotros: ellos van hacia Santiago. Es el momento de iniciar la tercera —y penúltima— etapa del Camino a Finisterre.
Mañana de ponchos
¡Qué bien! ¡No llueve! Eso fue lo primero que pensamos cuando nos pusimos a andar junto a las pocas casas de la pequeña aldea de Abeleiroas a pesar de que el cielo estaba de un gris plomizo. Pero apenas pasaron 7 minutos cuando cayó el primer chaparrón, acompañado de granizo.
Fuimos unos ilusos optimistas bajándonos del vehículo sin los ponchos pues, a los diez minutos, ya estábamos con ellos y a pleno uso. Isabel acababa de estrenar su indumentaria ponchera como peregrina.
A pesar de la pésima cara que nos presentaba el tiempo, nosotros no perdíamos el buen humor y hasta bromeábamos con nuestra suerte. No solo por la lluvia sino también por el frío, que era notorio.
A la media hora alcanzamos la primera referencia de la etapa, el cruceiro de Corzón, en el kilómetro dos, y ya sin lluvia. Y dos kilómetros más adelante llegamos a Ponte Olveira, donde cruzamos el río Xallas y hacemos una pequeña parada en el albergue para sellar las credenciales y tomarnos algo calentito.
A la entrada a ese albergue unas peregrinas extranjeras le dijeron algo a Isabel sobre un guante negro que llevaban en la mano. No conseguimos entenderlas pero más adelante Isabel se dio cuenta de que le faltaba un guante... exactamente el que le estaban mostrando esas peregrinas.
Olveiroa, el pueblo de los hórreos
La siguiente referencia de la etapa, en el kilómetro cinco y medio, es Olveiroa, lugar que muchos peregrinos utilizan como final de la etapa que nosotros recorrimos ayer. La verdad es que entre Abeleiroas, Negreiroa, Olveiroa, Ponte Olveira, etc. tenemos ya un buen lío de nombres que suenan parecido.
A Olveiroa llegamos pasadas las once de la mañana, sin lluvia, y nos sorprendió por la gran cantidad de hórreos de piedra que alberga. Recuerda en eso al pintoresco pueblo de Combarro, en la ría de Pontevedra.
Un rebaño de ovejas nos recibió a la entrada del pueblo. Un poco más adelante, junto a un espectacular hórreo, hay dos albergues. Entramos en uno de ellos donde nos pusieron el sello de los dos.
Por tierras del Xallas
Dejamos atrás Olveiroa y nos vamos internando en una senda solitaria que asciende por la ladera de una montaña hasta una zona de aerogeneradores. Por momentos vuelve a llover cuando no a granizar. Conforme vamos ascendiendo contemplamos abajo el curso del río Xallas completamente encajonado y rodeado de una tupida vegetación.
Las vistas, por momentos, son espectaculares. De vez en cuando coincidimos con algún pequeño grupo de peregrinos.
Tras pasar la zona de aerogeneradores, comienza un tramo de descenso que nos lleva a Logoso, donde hay un albergue-bar con bastantes peregrinos ciclistas. Aquí hacemos una pequeña parada para sellar y tomarnos un refresco. Son las doce y media y nos encontramos en el kilómetro 9 de la etapa.
Toñín nos envía un mensaje diciéndonos que ellos ya están en Corcubión indicándonos la posición del coche de apoyo para que lo recojamos a nuestra llegada. En ese momento hasta nos planteamos quitarnos los ponchos porque parecía que el tiempo mejoraba definitivamente... Pues iba a ser que no...
En medio de la nada
Tras media hora de parón, reanudamos la marcha por el arcén de la carretera. A la altura de la pequeña aldea de Hospital se organiza una nueva granizada. Por suerte estábamos junto a un bar, de modo que llegamos a tiempo para refugiarnos bajo el toldo de su terraza. Coincidencias de la vida, en esa terraza estaba —con otros peregrinos— la peregrina portuguesa de la comida de ayer. La saludamos y, una vez que el tiempo mejoró, nos marchamos. Ese era el último bar que había hasta Cee, ya casi al final de la etapa.
Menos de un kilómetro más adelante llegamos al punto donde se bifurcan los caminos que van a Finisterre y a Muxía, hasta ahora inseparables. Estamos en el kilómetro 11,5 de la etapa y es la una y media de la tarde.
A partir de aquí se inicia un larguísimo tramo de descenso de catorce kilómetros entre tojos, pinos y eucaliptos, sin apenas referencias y, desde luego, sin poblaciones ni establecimientos. Apenas un cruceiro, el de Marco do Couto, en el kilómetro 14, y una ermita más adelante.
Precisamemte, junto a la ermita —la de Nra. Sra. de las Nieves—, en el kilómetro 16 de etapa, aprovechando la presencia de un merendero cercano, nos decidimos a comer los bocatas que Juanma llevaba en su mochila desde el hotel de Mazaricos.
Fue un momento distendido en el que en algún momento se puso a llover... Eso sí, ya casi sin fuerza. Media hora después, reanudamos la marcha. Nos quedan apenas 11 kilómetros para el final de etapa. Mientras tanto, nuestros peregrinos de apoyo —Laura y Toñín— andaban dando buena cuenta de la gastronomía local todavía por Corcubión.
Camino del mar y fin de etapa
Proseguimos la marcha por esta tierra de nadie con la presencia esporádica de algún peregrino ciclista que nos adelatanta hasta llegar a una segunda ermita, la de San Pedro Mártir. Junto a ella había una pequeña cerca que encerraba a dos sociables y curiosos caballos.
Un poco más adelante, a las 16.40 horas, vemos por primera vez la silueta del cabo de Finisterre bañado por el océano Atlántico. Estamos a 5 kilómetros del final de etapa.
A partir de aquí el descenso se acentúa enormemente hasta llegar a Cee una hora después.
Cee y Corcubión están separados entre sí por kilómetro y medio de costa. Una vez que descendimos hasta el mar solo fue seguir el paseo marítimo de Cee para llegar a Corcubión, donde nos esperaban Laura, Toñín y los peques. Eran casi las seis de la tarde.
Tras dar un pequeño paseo con ellos por Corcubión intercambiando impresiones de la etapa de hoy, nos montamos en el coche y nos fuimos para el hotel, distante 8 kilómetros.
Paseo por la playa y cena
Ya en el hotel, tuvimos ocasión de acomodarnos y relajarnos un poco en las habitaciones antes de dar un paseo por la playa. Se trata de la playa Langosteira, a la que se accede por un paso tras cruzar la carretera. Por esta playa discurre el Camino, de modo que mañana nos tocará recorrerla de extremo a extremo.
Ya en la playa la noche se nos echaba encima de modo que decidimos regresar al hotel para cenar allí. El hotel tiene muy buena pinta, el comedor es espacioso con decoración marinera y una pecera grande repleta de marisco vivo que hace las delicias de los niños... y de los no tan niños...
Pero Juanma y yo estábamos especialmente interesados en que la cena se desarrollase en el hotel, con todo más o menos controlado, incluida la complicidad de los camareros a la hora de servirnos para tener cierta libertad de movimientos...
La fiesta de los peregrinos
Y por fin el momento estelar de la jornada...
Pues sí, si ayer se nos alteró el plan previsto, hoy estaba claro que no podía fallar. Sin decir ni una palabra absolutamente a nadie, Juanma y yo habíamos pensado en aprovechar este Camino y, más concretamente, la conmemoración del décimo aniversario en que realizamos la primera etapa (ayer hizo exactamente 10 años), para darnos un pequeño homenaje y repartir entre Los 4 peregrinos unas camisetas conmemorativas con algunas imágenes representativas.
En efecto, un domingo 29 de abril de 2007 realizamos la primera etapa del Camino Francés, entre Saint Jean Pied de Port y Roncesvalles. Y diez años y un día después, esto es, un domingo 30 de abril de 2017, nos reencontrábamos en el Camino Los 4 peregrinos para celebrarlo.
Así que, por sorpresa, a las diez de la noche, cuando ya estábamos sentados en la mesa redonda de la cena, después de pedir nuestros platos y antes de que los camareros trajeran nada, Juanma pronunció unas breves palabras y comenzó a repartir las camisetas a los peregrinos. Sorpresón para todos y un momento cargado de emotividad. Cada camiseta lleva por delante la foto que preside nuestro blog, realizada en esa primera etapa en un albergue francés de los Pirineos. Las comparaciones del entonces y del ahora fueron inmediatas. ¡Qué jóvenes se nos ve!, ¡cómo hemos cambiado! ...
En la parte trasera de cada camiseta hay una foto de nuestras botas que preside el blog del CS2009. Esa foto fue realizada sobre la alfombra de nuestro precioso hotel rural de Mansilla de las Mulas, en León.
Como no podía ser de otra manera, hubo brindis (y después pelotazos) para celebrarlo. Isabel se ofreció para inmortalizar el momento sacando las fotos de los viejos peregrinos. Fue un momento entrañable y para recordar.
Mañana, el Faro del Fin del Mundo
Pues esto es lo que ha pasado hoy. Como podéis ver, ha sido un día muy intenso en todos los aspectos. Mañana será nuestra última etapa. Desde Corcubión hasta el faro de Finisterre. Caminaremos descalzos por la playa Langosteira y subiremos todos, a pie, incluidos Laura, Toñín y los peques, hasta el faro.
El día de mañana promete... Y el de pasado también pues nos volvemos hacia Madrid pero visitando Muxía antes de marcharnos. Como siempre, el relato de la última etapa os lo escribiremos ya desde Madrid.
Así que, en esta ocasión, eso no os lo contaremos ni hoy ni mañana, sino... ¡pasado mañana!
¡Buen Camino!
Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Neil Finn "She will have her way")
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