¡Hola peregrin@s! Esta noche os escribimos desde el pueblecito de Castiello de Jaca, lugar donde ha concluido la primera etapa del CS2012. ¡Vaya etapa! Hoy hemos recibido toda una clase práctica sobre el tema "los meteoros". Ha habido nieve, aguanieve, lluvia, granizo, rayos, truenos y relámpagos y, hasta en algún momento, ha salido el arcoíris. Pero, a pesar de todos los contratiempos, conseguimos llegar hasta aquí. Arriba os ponemos el perfil y el mapa de situación de esta primera etapa de 23 km, casi todos de descenso. Así ha transcurrido la jornada...
Comienza el día con una buena noticia
A las 8.30 h hemos quedado en el comedor de la casa rural para desayunar. Ha estado lloviendo toda la noche pero ahora parece que no cae nada. Lo primero que he hecho ha sido ir a mirar el coche a ver cómo estaba la rueda y... ¡biennnn! No se ve desinflada, así que podremos seguir con nuestros planes.
El dueño de la casa rural de Canfranc nos ha preparado un desayuno casero con café, tostadas, bollería y zumo que despachamos con gusto. A las nueve y media ya estamos listos para partir hacia Somport. Toñín andará sin mochila pues tiene molestias en una rodilla. Los demás iremos pertrechados con todo.
Antes de marcharnos, sellamos nuestras credenciales en la propia casa rural de Canfranc: se trata del primer sello del Camino de este año. Así nos ahorramos hacerlo luego, ya que tendremos que volver a pasar por aquí pues el Camino atraviesa la calle central del pueblo.
En marcha hacia el puerto
A las diez menos veinte nos subimos en el coche y arrancamos hacia Somport. Conduce Laura que, una vez que nos deje en el puerto, regresará primero a Canfranc a recoger sus cosas y las del niño y, más tarde, a Castiello de Jaca, final de la etapa de hoy, donde nos esperará con el peque. De Canfranc al puerto hay unos quince minutos en coche.
A José Antonio le encantan los coches. La mayoría de sus juguetes son coches y se conoce casi todos los modelos. Le gusta que le suban al asiento del conductor para jugar con el volante. El pobre se ha pasado todo el recorrido desde Canfranc hasta el puerto pidiendo que le dejemos ponerse al volante: ¡"tero" volante! —exclamaba. Que no se puede, que no se puede —le decíamos... pero ni caso, él seguía erre que erre.
Poco antes de llegar al puerto comenzó a nevar. No era una nevada intensa pero sí que se notaba ciertamente. A las diez de la mañana ya estábamos arriba, en la frontera francesa. Nos bajamos del coche, nos hicimos algunas fotos y nos despedimos de Laura y del peque hasta el final de la etapa. Apenas se veía un alma; la mañana era fría, con algo de viento, nieve y aguanieve. Estaba claro que la de hoy iba a ser una dura jornada de ponchos.
Antes de empezar a andar, nos acercamos al albergue que hay en el mismo puerto para tomarnos unos cafés calentitos y sellar nuevamente las credenciales. A lo lejos se divisaba un pequeño monumento al peregrino que señalaba el punto de partida del Camino. Así que, una vez conseguidos nuestros sellos, nos dirigimos allí para iniciar el CS2012.
Inicio accidentado de etapa
Junto al monumento al peregrino de Somport iniciamos el Camino a eso de las diez y veinte de la mañana. En mi caso el inicio no ha podido ser más accidentado. Ayer olvidé deciros que al salir de Madrid, justo cuando Toñín cerró la puerta del coche, se llevó por delante un trozo de la concha de mi bordón.
Pues bien, hoy, al hacer una foto con el bordón apoyado en el mojón de "858 km" hasta Santiago, el bordón se resbaló y se cayó partiendo en dos la calabaza. Aún no había empezado a andar y ya había perdido media calabaza. La otra media no duró mucho más, pues cien metros más adelante, un nuevo resbalón —esta vez mío— hizo que me cayese de culo encima de un resbaladizo riachuelo. Resultado, la calabaza completamente rota y yo ya bien caladito de cintura para abajo. ¡Menudas risotadas que se echaron los otros dos peregrinos en las dos caídas! Prácticamente no habíamos empezado a andar y ya había sufrido dos incidentes.
Descendimos el puerto por empinadas sendas en medio de un tiempo complicado: primero con nieve, un poco más abajo aguanieve, y finalmente una lluvia que a veces era verdaderamente intensa y, sobre todo, muy molesta. El paisaje era bonito pero no podíamos recrearnos en exceso pues había que bajar con cuidado las cuestas para no resbalar.
En seguida llegamos a las ruinas del antiguo hospital medieval de Santa Cristina y, algo después, a la urbanización y estación de esquí de Candanchú. Conforme descendemos vamos dejando los paisajes abiertos de la alta montaña para dar paso a una zona boscosa junto a las turbulentas aguas del río Aragón, afluente del Ebro, y cuyo curso seguiremos a lo largo de los próximos días.
Pues bien, hoy, al hacer una foto con el bordón apoyado en el mojón de "858 km" hasta Santiago, el bordón se resbaló y se cayó partiendo en dos la calabaza. Aún no había empezado a andar y ya había perdido media calabaza. La otra media no duró mucho más, pues cien metros más adelante, un nuevo resbalón —esta vez mío— hizo que me cayese de culo encima de un resbaladizo riachuelo. Resultado, la calabaza completamente rota y yo ya bien caladito de cintura para abajo. ¡Menudas risotadas que se echaron los otros dos peregrinos en las dos caídas! Prácticamente no habíamos empezado a andar y ya había sufrido dos incidentes.
Descendimos el puerto por empinadas sendas en medio de un tiempo complicado: primero con nieve, un poco más abajo aguanieve, y finalmente una lluvia que a veces era verdaderamente intensa y, sobre todo, muy molesta. El paisaje era bonito pero no podíamos recrearnos en exceso pues había que bajar con cuidado las cuestas para no resbalar.
En seguida llegamos a las ruinas del antiguo hospital medieval de Santa Cristina y, algo después, a la urbanización y estación de esquí de Candanchú. Conforme descendemos vamos dejando los paisajes abiertos de la alta montaña para dar paso a una zona boscosa junto a las turbulentas aguas del río Aragón, afluente del Ebro, y cuyo curso seguiremos a lo largo de los próximos días.
La estación de Canfranc y la lluvia que no para
La primera referencia intermedia en la etapa de hoy es la estación internacional de ferrocarril de Canfranc, una auténtica preciosidad inaugurada por el rey Alfonso XIII y declarada monumento nacional. Ahora solo se usa como terminal de cercanías ya que el trayecto hacia Francia está cortado desde 1970 por un descarrilamiento en el lado francés. En esta estación se rodaron escenas de películas como Doctor Zhivago.
Desde Somport a la estación de Canfranc hay poco más de siete kilómetros y llegamos a ella a las doce y media de la mañana justo cuando parecía arreciar más la lluvia. Intentamos sellar, infructuosamente, en la oficina de turismo que hay enfrente pero la acababan de cerrar para atender una visita organizada a la estación.
La zona donde se asienta la estación está salpicada de pequeñas fortificaciones defensivas de hormigón (de tipo búnker), probablemente de la época de la Guerra Civil. También destaca la impresionante fortaleza militar del Coll de Ladrones (del siglo XVI) y la torre de Fusileros, lugares desde donde se controlaban las rutas del contrabando.
Desde Somport a la estación de Canfranc hay poco más de siete kilómetros y llegamos a ella a las doce y media de la mañana justo cuando parecía arreciar más la lluvia. Intentamos sellar, infructuosamente, en la oficina de turismo que hay enfrente pero la acababan de cerrar para atender una visita organizada a la estación.
La zona donde se asienta la estación está salpicada de pequeñas fortificaciones defensivas de hormigón (de tipo búnker), probablemente de la época de la Guerra Civil. También destaca la impresionante fortaleza militar del Coll de Ladrones (del siglo XVI) y la torre de Fusileros, lugares desde donde se controlaban las rutas del contrabando.
Canfranc pueblo
Por momentos parece que la lluvia quiera concedernos alguna tregua. A las dos de la tarde estamos entrando ya en el pueblo de Canfranc y decidimos buscar aquí un sitio donde comer. Al menos en esta ocasión hemos podido observar con más detenimiento el pueblo que ayer cuando llegamos en medio de la tormenta: su iglesia, un antiguo vagón de tren que hay junto a ella, las casas de piedra... Y hasta parece que ha parado de llover. ¡Qué lujo!
No conseguimos encontrar ningún mesón que nos convenza de modo que casi sin darnos cuenta atravesamos de cabo a rabo el pueblo y salimos de él recorriendo su calle principal y cruzando por el puente medieval de los Peregrinos.
La hora de comer
Pero el tiempo aún nos va a deparar alguna sorpresa. El cielo se ha ido poniendo cada vez más negro y ha terminado por descargar una buena granizada que nos ha pillado, por pura suerte, en un lugar a cubierto. A las tres y media de la tarde llegamos a Villanúa, donde el valle se ensancha. Nos comemos unos bocatas en un bar de esta localidad y ponemos un nuevo sello en nuestras credenciales. Por cierto que este sitio presentaba cierta animación porque a esa hora estaba jugando el Real Zaragoza —el equipo de la región— contra el Athletic de Bilbao.
A partir de Villanúa el camino discurre por un lugar más amplio dejando atrás los senderos estrechos y metidos en el bosque. Justo a las afueras del pueblo hay una preciosa pradera con un vallado de madera y, dentro de él, un crucero. Al fondo divisamos las montañas nevadas, de donde venimos.
Granizada a traición
Laura ya está instalada con el peque en el hotel de Castiello. A nosotros nos quedan 8 km, o sea, un par de horas para llegar. Por primera vez en todo el día aparece el sol, aunque tímidamente. Nos quitamos los ponchos. Qué bien. Qué comodidad poder andar sin los molestos ponchos. Pero...
No llevamos ni diez minutos andando sin los ponchos y escuchamos un trueno. No pasa ni un minuto y nos pilla en campo abierto la segunda granizada del día acompañada de un torrencial chaparrón. Esta granizada sí que se cebó bien con nosotros; entre los golpes de los granizos nos intentamos poner los ponchos como buenamente pudimos. Y lo que suele pasar, poco después de ponernos los ponchos dejó de granizar y llover. Y hasta salió el arcoíris, el que faltaba de la interminable lista de meteoros que llevamos hoy.
Fin de etapa
Tras más quita y pones de ponchos, siguiendo senderos cercanos a la carretera, entramos a las seis y media —bajo una intensa lluvia— en la parte alta de Castiello de Jaca, que es la parte más antigua de la población. Diez minutos más tarde llegamos a la parte baja de Castiello, donde está nuestro hotel. Era el final de una larga y dura jornada. En la puerta nos estaban esperando Laura y el pequeñín.
Después de dejar hora y media para asearse y descansar un poco, quedamos a las ocho y media en la entrada del hotel para dar un pequeño paseo por los alrededores bajo la amenaza constante de la lluvia que no termina de marcharse definitivamente. Y aún hubo tiempo después para unas cervecitas en el bar del hotel antes de la cena, pasadas las nueve de la noche.
A la hora de la cena estábamos solos en el comedor del hotel pero la comida estuvo fenomenal. El pequeño José A. ya ha tenido tiempo durante todo el día que lleva aquí para hacerse famoso en el hotel pues entra y sale de la cocina como Pedro por su casa. Para que se esté quieto a la hora de la cena le decimos que hay un niño pequeño en el piso de arriba que tiene que dormir y que, por eso, no debe de hacer ruido. Pero me temo que no hace caso más que los dos primeros minutos juajuajuas...
La etapa de mañana
Pues así ha transcurrido la jornada de hoy: hemos acabado completamente pasados por agua y me temo que mañana vamos a tener más de lo mismo. Serán 24 km, pero mucho más llanos que hoy. Y la lluvia y el barro nos pueden dar el día. Solo hay una población intermedia; pero se trata de Jaca, la mayor de todo el CS2012. A ver si podemos visitar la catedral y la pastelería de enfrente. Pero eso ya os lo contaremos mañana. ¡Buen Camino!
Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Lana del Rey "Video games")
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