¡Hola peregrin@s!
¡Lo conseguimos!, aunque no sin esfuerzo. Esta noche os escribo ya desde Madrid, adonde hemos llegado esta tarde en tren desde Lugo. Ayer recorrimos la última etapa de este durísimo y embarradísimo primer año del Camino Primitivo. El año que viene regresaremos a A Fonsagrada para realizar el resto de este Camino, desde ese pueblo lucense hasta la ciudad del Apóstol.
Asturias nos ha despedido con frío, lluvia y barro. Galicia nos ha recibido con tiempo fresco y soleado. Galicia calidade...
Sin más dilación paso a comentaros cómo nos ha ido en esta lluviosa y embarradísima última etapa del Camino de Santiago de 2015...
Se presenta una jornada complicada por delante
7.45 horas. Suena el despertador en nuestro hotel de Grandas de Salime, donde hemos pasado nuestra última noche en el Principado de Asturias. Tenemos por delante 26 km de duro perfil hasta la población lucense de A Fonsagrada, donde concluirá esta séptima y última etapa del Camino Primitivo de 2015.
Hoy el día se presenta especialmente complicado. Por un lado, el tiempo, que no acompaña nada. Fuera el cielo está gris, llueve y hace frío. Nos mentalizamos para otra larga y dura etapa pasada por agua.
Pero por otro lado, está el tema de la mochila de Juanma. De nuevo, hoy caminará sin ella. En esta jornada la etapa acaba en A Fonsagrada pero nuestro hotel está en Lugo, distante más de 50 km del final de etapa. De A Fonsagrada hay un autobús que sale hacia Lugo a las 18.15 h. Como no está claro que lleguemos a tiempo para coger ese autobús y como la mochila de algún modo tiene que acabar en Lugo, la idea que tenemos es dejar la mochila de Juanma aquí, en nuestro hotel de Grandas, después venir a recogerla en taxi desde A Fonsagrada para luego irnos en ese mismo taxi hasta Lugo. Por tanto, habrá que contratar el taxi para realizar el trayecto de A Fonsagrada a Grandas primero, de Grandas a Lugo después y, finalmente, el taxi deberá regresar a su sede en A Fonsagrada. Estamos hablando de un trayecto de alrededor de 120 km de taxi.
A las 8.30 horas ya estamos preparados para bajar a desayunar. Esta vez hemos de hacerlo en la cafetería del hotel.
El mejor gesto de todo el Camino para comenzar el día
La cafetería tiene un calefactor que está encendido. Y se agradece porque hace frío. Nos hemos bajado ya con los ponchos preparados porque sabemos que hoy tocará utilizarlos. En la cafetería solo estamos nosotros, el encargado y los componentes de otra mesa: un matrimonio acompañado de tres chicas, una de ellas parece ser su hija. Por lo que oímos, las tres chicas inician el Camino (o la etapa) aquí, en Grandas de Salime, y el matrimonio lleva el coche de apoyo.
Mientras tanto, en otra mesa, nosotros le pedimos al encargado nuestros desayunos: café, tostadas y zumo. Cuando nos los sirve, hablamos con él para explicarle el tema de la mochila. Nos la tiene que guardar en algún sitio hasta que nos acerquemos nosotros por la tarde en taxi para...
En ese momento, se nos acerca el padre de familia de la mesa de al lado y nos dice: —Perdona, he escuchado lo que decíais. Nosotros vamos hacia Lugo. Si queréis, os llevamos nosotros la mochila a vuestro hotel—.
¡Menudo detallazo! Le dijimos que no tenían por qué preocuparse... que el de Lugo era un hotel muy pequeño, situado en una zona peatonal dentro del recinto amurallado, de acceso complicado, que quizá les resultase difícil dar con él... Nos dijo que no había problema, que ya preguntaría (porque no conocían la ciudad) e insistió en llevarnos la mochila a Lugo. Accedimos a ello y se lo agradecimos infinitamente. Acto seguido le ayudamos al señor a cargar la mochila en su coche y les despedimos a todos, que se pusieron en marcha antes que nosotros: el matrimonio en coche y las tres chicas a pie.
Este gesto nos abre la posibilidad de coger el autobús de A Fonsagrada a Lugo (si llegamos a tiempo) además de ahorrarnos muchos euros de taxi. Tras este buen gesto de solidaridad jacobea, unos minutos después terminamos de desayunar, sellamos nuestras credenciales en el hotel y salimos de la cafetería dispuestos a iniciar la última etapa de este Camino.
Comienza la etapa
Bajo una fina lluvia, a las 9.10 h damos por iniciada la etapa recorriendo de nuevo las calles principales del pueblo. La colegiata sigue cerrada y nos quedamos con las ganas de poner el sello correspondiente.
Los primeros kilómetros de la etapa de hoy discurren entre pequeños caseríos y aldeas por sendas tan herbosas como embarradas. La lluvia aprieta por momentos y también se nota algo de viento. El perfil es de ligera subida.
En la aldea de Cereixeira, a tres kilómetros de Grandas, presenciamos alguna tierna escena entre una yegua y su potrillo. Un kilómetro más adelante nos sorprende la presencia de la bonita capilla de La Esperanza, perdida en medio del monte en un tramo especialmente embarrado donde coincidimos con más peregrinos.
Ya con la lluvia mucho más intensa —y sobre todo, molesta— alcanzamos la población de Castro, que cuenta con un castro de la Edad del Bronce. Y también con un albergue de peregrinos regentado por varios jóvenes hospitaleros. Aquí ponemos el segundo sello del día en nuestras credenciales. Poco a poco van cayendo los kilómetros de la etapa: llevamos 5,5 y son las diez y media de la mañana.
Continuamos la marcha por caminos embarrados y con lluvia intermitente hasta la capilla de San Lázaro, en el kilómetro 7 de la etapa, antesala de la población de Gestoselo, un kilómetro más adelante, donde tomamos el arcén de la carretera con más lluvia y con un viento que hace que nos calemos de agua por todos lados.
Subida al alto del Acebo
Desde Gestoselo, la subida se va haciendo más pronunciada. Nos estamos dirigiendo, por el arcén de la carretera, hacia el alto del Acebo, que marca el límite entre Asturias y Galicia.
Conforme subimos, el viento y la consiguiente lluvia horizontal arrecian con más fuerza. Además, hace bastante frío. Llevamos las manos heladas. Y, por si fuera poco, los coches pasan muy cerca de nosotros a toda velocidad, salpicándonos continuamente. Puede decirse que en estos momentos la situación es verdaderamente penosa. Es el sufrimiento del peregrino en toda su extensión.
Tras media hora de lenta ascensión llegamos a la aldea de Peñafonte, el último núcleo de población de Asturias, donde abandonamos la carretera. Nos detenemos un rato a cubierto para secarnos un poco y tomarnos un pequeño respiro. Restan tres kilómetros de ascensión. Es casi mediodía.
El último tramo de ascensión, el de mayor pendiente, lo realizamos por caminos embarrados y encharcados hasta la línea de aerogeneradores. Tres ruidosos y polvorientos motoristas de motocross se cruzaron con nosotros para darle el toque surrealista a la etapa de hoy. Poco después, hacemos cima y entramos en Galicia. Hemos completado la subida al alto del Acebo. Y aquí hemos cambiado la lluvia por la niebla. Es casi la una de la tarde.
Descanso y comida en la venta del Acebo
Tras un kilómetro de fuerte descenso en medio de la niebla, a la una y diez arribamos a la venta del Acebo, situada en un cruce de carreteras de media montaña. Parece el sitio ideal para hacer una parada y reponer fuerzas.
Al entrar en la venta saludamos a nuestras tres peregrinas samaritanas que salieron del hotel de Grandas de Salime delante de nosotros y que estaban comiendo en una mesa. El local es rústico, pequeño y acogedor, con bastante decoración futbolera. Hay un espectacular póster del CD Lugo que se ve empañado por la presencia de fotografías de futbolistas piscineros vestidos de blanco... jejeje...
En este lugar hacemos un receso de más de media hora en el que damos buena cuenta de una ración de queso con embutidos de la tierra. Pasadas las dos de la tarde, tras sellar por tercera vez hoy nuestras credenciales, reanudamos la marcha. Parece que, por fin, ha dejado de llover.
Por la tarde
Faltan doce kilómetros para acabar la etapa. El tiempo va mejorando poco a poco. La temperatura todavía es fresca pero hace ya un buen rato que ha dejado de llover. Por momentos el sol intenta lucir entre las nubes.
Desde la venta del Acebo, el Camino es de suave descenso mientras cruzamos las pequeñas aldeas de Cabreira, Fonfría y Barbeitos por pistas más o menos próximas a la carretera. Los ponchos empiezan a sobrarnos y acabamos por quitárnoslos. Parece que podremos llegar sin ellos a A Fonsagrada.
En Barbeitos, a 6 km del final de etapa, comienza un bonito tramo que avanza cerca de un pinar hasta la ermita de Santa Bárbara, desde donde pueden contemplarse hermosas vistas.
También podemos divisar en la lontananza el pueblo de A Fonsagrada, que se eleva en un alto. El Camino transita por una pista elevada, limitada por una valla de madera, que discurre paralela a la carretera.
De pronto un sonido familiar —y nada hermoso precisamente— nos retumba en los oídos. Otra vez los pesaos de los tres ruidosos motoristas que pasaron antes... ahora vuelven y nos hacen echarnos a un lado del camino. A tomar por c..., ¡¡¡a practicar con las motos a otro sitio, pelmazos!!!
A las cinco de la tarde llegamos a la pequeña capilla de la Santa Cruz, en la aldea de Paradanova. Solo nos faltan dos kilómetros para llegar a A Fonsagrada, que se eleva encima de nosotros.
El fin del Camino
Desde Paradanova hay dos rutas para llegar a A Fonsagrada. La antigua, que es medio kilómetro más corta pero de mayor pendiente. La moderna, más larga pero de ascenso más suave. Decidimos tomar la primera.
La madre que parió a la última cuesta. Menudo último kilómetro. Yo creo que la pendiente supera el 30% de media... El justo colofón para este Camino. Llegamos a arriba reventados y bufando. Hasta el último metro de este Camino ha habido que esforzarse al máximo. Ha sido el masaje final que necesitaba la malparada rodilla de Juanma. No veréis imágenes de este último tramo porque no teníamos fuerzas ni para hacer una miserable foto...
Por fin, a las cinco y media de la tarde, con sol, aparecemos por la calle principal de A Fonsagrada. A lo lejos ya vemos la iglesia. Detrás de ella, el albergue de peregrinos donde ponemos nuestro último sello. Y muy cerquita, la fuente sagrada de 1882 que da nombre a la población. El objetivo está cumplido.
Nos acordamos muchísimo de las personas que nos ayudaron en Grandas de Salime. Gracias a ellas podremos tomar aquí el autobús que nos llevará hasta Lugo sin preocuparnos de la mochila de Juanma. Gracias a ellas nos hemos ahorrado un montón de euros que, de otra manera, hubiéramos tenido que pagar al taxista. Gracias a ellas disfrutaremos de más tiempo para movernos esta tarde por Lugo.
El autobús sale a las 18.15 h hacia Lugo. Lo hace frente a un céntrico bar donde todavía tenemos tiempo de tomarnos un pequeño refrigerio. El autobús llega puntual a su cita un par de minutos antes de la hora de partida; cargamos en él mi mochila, tomamos asiento y... ¡zum! Zumbados hacia Lugo. Momento de reírse, de recordar anécdotas de hoy y de otros días, de mensajearnos con nuestros familiares y amistades que nos han acompañado virtualmente en todo este Camino...
En el precioso y muy distendido trayecto hacia Lugo pasamos por sitios, como Cádavo Baleira, que nos resultarán familiares el año que viene, pues por ahí discurrirá la segunda parte de este Camino que nos llevará a Santiago en 2016. A las siete de la tarde llegamos a la estación de autobuses de Lugo.
Tarde-noche en Lugo
Nuestro pequeño hostal de Lugo es muy céntrico, a tan solo diez minutos de la estación de autobuses. Se encuentra en el casco histórico, dentro del recinto amurallado de la ciudad. Una vez en él, la amabilísima dueña le da a Juanma su mochila y, puesto que el hostal no está completo, nos pone, sin cobrarnos ni un euro más, una habitación individual a cada uno. Esta noche solo escucharé mis propios ronquidos, jejeje.
Nuestras habitaciones están en dos pisos diferentes, una justo encima de la otra. Y lo mejor de todo es que ambas están orientadas hacia la muralla, que está a solo diez metros de nosotros. Casi podemos tocarla... Por fin una buena vista desde la habitación. Como el año que viene hay una etapa del Camino que termina en Lugo, muy probablemente repitamos hostal.
Tras emplear un poco de tiempo en acomodarnos en nuestras habitaciones, al caer la tarde salimos a dar un paseo por el casco viejo. Pero antes de nada había que realizar un pequeño ritual. Mis deterioradas botas de peregrino, con más de 1000 kilómetros a cuestas, habían hecho hoy su último Camino. Sus agujeros eran ya auténticos coladeros para el agua y las humedades. Me dio algo de pena tirarlas, quizá merecían un mejor final... pero se han quedado en un contenedor de basuras de Lugo para siempre... Bueno, hasta que pase el camión de la basura.
Proseguimos nuestro paseo por el centro para hacer alguna compra primero y luego para cenar de picoteo y conocer la noche lucense. Hubo brindis con Albariño por los presentes y los ausentes. Y pelotazos de todos los colores. Todos los locales que pisamos estaban muy animados. Ya ni nos acordamos de los rasguños, molestias y lesiones que hemos recolectado toda esta semana —y eso que han sido unos cuantos— pues, ya sabéis, sin dolor no hay Camino.
Pasadas las once de la noche dimos por finalizada esta intensa jornada. Era el momento de ir a recogerse al hostal.
Al día siguiente desayunamos en una cafetería próxima a la catedral en la que estaban preparando tartas para un bautizo. Vaya pasteles que hacen por aquí. Nuestro tren hacia Madrid sale poco antes de las once de la mañana de modo que hay que apresurarse con las últimas compras antes de ir a la estación.
El tren salió muy puntual, alcanzó velocidades punta de 300 km/h durante su trayecto, y llegó a media tarde a Madrid, donde nos esperaba la peregrina Laura con su hermana Olga, para recogernos. Era el punto final de un viaje impresionante. Nos hemos quedado con ganas de más.
El año que viene está previsto realizar la otra mitad de este Camino Primitivo, entre A Fonsagrada y Santiago, ya con un perfil más suave que discurrirá completamente por tierras gallegas.
Pero ya sabéis, eso os lo contaremos... este año no... ¡el que viene!
Os esperamos a tod@s y pasaremos lista...
¡Buen Camino!
Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Lana del Rey "Summertime sadness")